Bruselas observa con inquietud el auge en Francia de la extrema derecha de Le Pen

El aterrizaje de los ultras en el Ejecutivo francés sería un seísmo para la UE; ya solo su crecimiento puede marcar la agenda europea

Cartel electoral del partido de extrema derecha Reagrupamiento Nacional para las elecciones legislativas en Francia, en un barrio de París, el 23 de junio.Foto: REMON HAAZEN (GETTY IMAGES) | Vídeo: EPV

Bruselas observa con preocupación los resultados electorales en Francia y contiene el aliento ante una segunda vuelta que puede encumbrar a la extrema derecha en la segunda economía de a UE. La llegada de un partido ultra, euroescéptico (casi eurófobo), xenófobo y ultranacionalista como el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen y su delfín, Jordan Bardella, que aspira a sentarse en el sillón de primer ministro, sería un seísmo colosal en la UE. Francia es uno de los países fundadores del club comunitario y, junto a Alemania, uno de sus motores. Si el RN ...

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Bruselas observa con preocupación los resultados electorales en Francia y contiene el aliento ante una segunda vuelta que puede encumbrar a la extrema derecha en la segunda economía de a UE. La llegada de un partido ultra, euroescéptico (casi eurófobo), xenófobo y ultranacionalista como el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen y su delfín, Jordan Bardella, que aspira a sentarse en el sillón de primer ministro, sería un seísmo colosal en la UE. Francia es uno de los países fundadores del club comunitario y, junto a Alemania, uno de sus motores. Si el RN logra formar Gobierno, Francia, y con ella, la UE, se adentraría en terreno desconocido. Y puede frenar el avance del proyecto europeo en un momento clave para su supervivencia en una convulsa situación global, advierten varias fuentes comunitarias que observan la situación en inquieto silencio.

No todos los escenarios en Francia (67,9 millones de habitantes) son malos para la agenda europea, pero ninguno es bueno, advierte una veterana diplomática. El RN ha obtenido alrededor de 10 millones de votos en la primera vuelta de las legislativas, según las estimaciones; y unos siete millones en los comicios europeos del 9 de junio, que llevaron al presidente Emmanuel Macron a marcarse el órdago de convocar a los franceses a las urnas y que ha supuesto un enorme varapalo para el centro y para su partido.

“Los resultados de Francia han mostrado también el patrón del auge de la ultraderecha y de cierto euroescepticismo. Y eso, llegue el partido de Le Pen al Gobierno o no, se va a notar en la política francesa en Bruselas”, advierte la diplomática, que habla con la condición de anonimato. La consigna general es no comentar elecciones ―tampoco las europeas— y menos las de otro Estado miembro, pero también que nada está decidido y que habrá que ver qué sucede el próximo domingo. En cualquier caso, las incertidumbres no disminuyen, sino que se incrementan en una Unión en la que la ultraderecha forma o sostiene gobiernos ya en ocho países.

El terremoto francés llega, además, en un momento crucial para el club comunitario que, en la legislatura que va a iniciar, debe emprender cambios sustanciales para lograr una autonomía estratégica, una economía competitiva, en un continente en guerra ―la de Rusia contra Ucrania— y en tensión por la ofensiva de Israel en Gaza en un conflicto que puede extenderse por la región de Oriente Próximo; y que, además, observa con inquietud el resultado de otras elecciones cruciales: las de EE UU, que podrían suponer el regreso del populista republicano Donald Trump.

“Francia es esencial para tirar del carro europeo”, advierte una alta fuente comunitaria. La UE ha lidiado con socios díscolos, como Polonia y Hungría, con su deriva autoritaria, y con un divorcio complicado, como el de la salida del Reino Unido de la UE en un traumático Brexit. “Pero, ¿qué pasará si París empieza a frenar todas las políticas europeas? Que no saldrán adelante”, remarca la fuente.

Una cohabitación de Macron con un Gobierno del RN, que clama por políticas de “Francia primero” y menos Bruselas, y con una visión absolutamente opuesta de la UE a la del presidente francés, puede derivar en choques en las instituciones comunitarias. Incluso ahora, cuando todavía no se conoce el resultado de los comicios del domingo, Le Pen asegura que es competencia del Gobierno nombrar al comisario francés, mientras que el Elíseo asegura que es suya, como toda la política exterior. Francia es miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, del G-7 y es el único país de la Unión con armas nucleares (y una doctrina al margen de la OTAN sobre su uso).

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Una victoria de la ultraderecha de Le Pen puede, por ejemplo, lastrar el apoyo de la UE a Ucrania, advierten fuentes europeas. “Aunque también puede afectar un gran aumento del frente republicano de izquierdas”, sostiene un alto cargo de la UE. La izquierda ha llamado a un frente unido y el presidente Macron ha instado a votar “republicano” para formar de nuevo un dique contra la ultraderecha. Pero ya se están viendo grietas en el cordón sanitario.

El RN ha estado durante años en el ojo del huracán por sus vínculos con el Kremlin ―el partido recibió en 2014 un préstamo de nueve millones de euros de un banco ruso y Le Pen declaró compartir la visión global de Vladímir Putin—, aunque se distanció de Rusia tras la invasión de Ucrania y ha tratado de que el tema no empañe su campaña. Aun así, en las propuestas temáticas sobre Defensa del partido ―ese apartado se retiró del índice de temas clave de la web poco después de que Macron convocase elecciones— aboga por una “alianza” con Rusia en “asuntos de fondo”, como en temas de seguridad europeos.

Un Gobierno del RN o un Ejecutivo francés muy débil y tocado por el auge de la ultraderecha puede impedir también nuevos acuerdos comerciales, aguar y lastrar la agenda medioambiental ―que ya cuenta con más detractores en la UE— y aparcar las perspectivas de la próxima gran ampliación del club comunitario hacia el Este. El RN no apoya la unión del mercado de capitales, y sin Francia, advierte un diplomático, esa iniciativa tampoco tendrá futuro.

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