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Pesticida en el hotel: una familia alemana, con niños de tres y seis años, muere envenenada en Estambul

El Gobierno promete perseguir a los culpables de un suceso que ha conmocionado a Turquía, la misma semana que una joven ha terminado en cuidados intensivos por ingerir un café preparado con sosa cáustica

Una cadena de negligencias y la utilización de pesticida en un hotel es la causa que se baraja como más probable en la investigación sobre la muerte de una familia de turistas germano-turcos, incluidos los dos hijos de tres y seis años. El propio presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha intervenido, prometiendo llegar hasta el fondo del asunto: “Se sabrá quién ha tenido la culpa y no habrá piedad con ellos”. El caso ha conmocionado a Turquía y ha rea...

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Una cadena de negligencias y la utilización de pesticida en un hotel es la causa que se baraja como más probable en la investigación sobre la muerte de una familia de turistas germano-turcos, incluidos los dos hijos de tres y seis años. El propio presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha intervenido, prometiendo llegar hasta el fondo del asunto: “Se sabrá quién ha tenido la culpa y no habrá piedad con ellos”. El caso ha conmocionado a Turquía y ha reabierto el debate sobre la falta de respeto por las normas de seguridad y sobre el abuso de sustancias químicas peligrosas, precisamente la misma semana en que una joven ha sido ingresada tras ingerir por error un café con sosa cáustica.

La familia Böcek, originaria de Turquía aunque residente en Alemania, llegó a Estambul el pasado 9 de noviembre para pasar una semana de vacaciones. Se alojó en el hotel de tres estrellas Harbour Suites, cercano al casco histórico de Sultanahmet, y se dedicó a lo que se dedica cualquier turista en la metrópolis turca: visitar lugares y probar comidas. Kebabs, delicias turcas, empanadas, kokoreç (embuchados), mejillones rellenos…

La madrugada del día 12, precisamente después de haber comido estos moluscos con arroz de un puesto callejero, comenzaron a sentir náuseas. “Por la mañana, [los padres] Servet y Çigdem Böcek me dijeron que los niños habían vomitado y que había que limpiar la habitación. Me dijeron que habían comido algo en el paseo marítimo que les había sentado mal y me pidieron ayuda para acudir a un hospital”, relató el recepcionista del hotel, Muhammad C., ante el fiscal instructor. Sin embargo, de acuerdo con el diario Ekonomim, en la clínica que les atendieron solo les dieron suero intravenoso y probióticos, y los devolvieron al hotel.

Esa noche, su situación empeoró, tanto que decidieron llamar al teléfono de emergencias. La pequeña Masal, de tres años, no se movía. Sin embargo, cuando llegó la ambulancia, los enfermeros no podían entrar al hotel. En unas imágenes de las cámaras de seguridad publicadas este jueves por los medios turcos, el padre, Servet Böcek, forcejea con la puerta exterior, sin poder abrirla durante ocho minutos.

Muhammad C., que había sido llamado de nuevo a trabajar en la recepción durante la noche pese haber hecho el turno de día, reconoció que fue él quien la dejó cerrada: “Cuando llegué al hotel olía a vómito por todos lados. A la 1.00 salí a tomar aire y regresé. A la 1.30 salí a comer algo al kebab de al lado. Cerré la puerta para que no entrasen ladrones. Al volver, vi la ambulancia”. Masal y su hermano Kadir, de seis años, murieron esa noche. Su madre, dos días después. El padre, este lunes.

Al inicio, todas las sospechas se dirigieron a una posible intoxicación alimentaria y se rastreó todos los locales donde los Böcek probaron bocado: el vendedor de mejillones, el de kokoreç, el de delicias turcas y el propietario de un café fueron detenidos y se tomaron muestras en sus negocios.

Pero el informe preliminar de toxicología del Instituto de Medicina Forense, publicado este martes, ha dado un vuelco a la investigación: las muestras tomadas “inducen a pensar en una intoxicación química ambiental”. Y es que el día 10 de noviembre, el gerente del hotel, Hakan O., recibió una queja por la presencia de insectos en la habitación 101 y encargó a un empleado que avisase a una empresa de control de plagas.

Un día después, mientras los Böcek paseaban y comían mejillones en el pintoresco barrio de Ortaköy a orillas del estrecho del Bósforo, el exterminador Dogan C., de la empresa DSS Ilaçlama, acudió al hotel y pulverizó dos productos químicos diferentes en la habitación 101, además de extender un gel contra las cucarachas en varios huecos. Según afirmó Dogan C. en su declaración, se sellaron con cinta aislante la puerta del baño y el hueco de ventilación y dejó dicho que la habitación no fuese utilizada en dos o tres días. Ni Dogan C. ni los propietarios de la empresa tenían certificación alguna o preparación específica para hacer su trabajo, según han reconocido ante el fiscal.

El informe del Instituto de Medicina Forense, citado por la agencia ANKA, sostiene que uno de los químicos hallados podría ser fosfuro de aluminio, utilizado como plaguicida contra insectos y roedores en almacenes agrícolas. Este químico, que ya ha provocado muertes accidentales en varios países, entre ellos España, es peligroso, ya que, al reaccionar con la humedad, libera un gas muy tóxico llamado fosfina.

La habitación 202, en la que se alojaban los Böcek, estaba un piso por encima de la 101, y se cree que los gases pudieron llegar hasta ella a través de los conductos de ventilación. De hecho, otros tres huéspedes del hotel han tenido que ser atendidos, aunque sus síntomas no son tan graves. En total, 11 personas han sido detenidas, de las que ocho han sido enviadas a prisión de manera preventiva.

Café con detergente industrial

“Este suceso no es el resultado de un error individual o una serie de desafortunados incidentes. Es parte de un problema más amplio, estructural, que tiene que ver con la dejación de funciones de las instituciones públicas, el colapso del estado del bienestar y la debilidad de los mecanismos de supervisión”, denuncia el ingeniero y activista medioambiental Bülent Sik en una pieza sobre el caso Böcek en el diario online Bianet.

A finales del mes pasado, Greenpeace ganó un caso en los tribunales que obliga al Ministerio de Agricultura turco a revelar los resultados de análisis de pesticidas en residuos hechos entre 2022 y 2025. Las organizaciones ecologistas en Turquía llevan años denunciando el abuso de pesticidas y químicos prohibidos.

El otro suceso ocurrió el lunes cuando una joven de 26 años, Ayben Özçilingir Turtura, acudió al popular barrio de Karaköy a tomar un café con sus amigos. Cuando Turtura dio el primer sorbo al café corrió al baño a vomitar y poco después empezó a tener problemas para respirar. Fue llevada a un hospital donde la ingresaron en la unidad de cuidados intensivos.

Según la investigación policial, citada por el diario Hürriyet, el padre de una de las gerentes del café había guardado detergente industrial a base de sosa cáustica en varias botellas de cristal. Sin percatarse de ello, una empleada utilizó el líquido transparente de una de esas botellas para hacer un café al estilo turco (que se prepara de manera individual en un puchero) pensando que era agua y de ahí la grave intoxicación sufrida por la joven clienta.

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