Gaza recibe de Israel cadáveres sin nombre y con señales de tortura
Las autoridades solo han podido identificar seis de los 120 cuerpos entregados. El Ministerio de Sanidad del Gobierno de Hamás asegura que al menos 30 presentan signos de ejecución o maltrato
Decenas de personas observan, entre la atención y el espanto, una presentación de fotografías de cadáveres en un monitor colgado de una cuerda. Están en una carpa junto a la morgue del hospital Al Naser de Jan Yunis, en el sur de Gaza, y han acudido porque tienen —o creen tener— algún familiar e...
Decenas de personas observan, entre la atención y el espanto, una presentación de fotografías de cadáveres en un monitor colgado de una cuerda. Están en una carpa junto a la morgue del hospital Al Naser de Jan Yunis, en el sur de Gaza, y han acudido porque tienen —o creen tener— algún familiar entre los cientos de cadáveres de palestinos que Israel retiene del ataque de Hamás de hace dos años y la posterior invasión israelí de la Franja. Confían en que algo (una prenda de ropa, un rasgo facial particular…) les permita reconocerlos entre las imágenes de los 120 que Israel ha devuelto esta semana, en el marco del canje por nueve cadáveres de rehenes israelíes. Las autoridades militares se los entregaron a la Cruz Roja sin nombres ni datos, y los cuerpos están muy deteriorados, así que los servicios médicos de Gaza apenas han podido identificar a seis, explicaba Ahmed Zair, director general de medicina forense, a la cadena de televisión Al Jazeera, que ha transmitido la escena.
El estado de los cadáveres palestinos ha quedado opacado estos días por las amenazas del Gobierno de Benjamín Netanyahu y del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de reanudar los bombardeos masivos en Gaza, al considerar que Hamás miente sobre el número de cadáveres de rehenes que ha podido localizar entre los escombros. El director general del Ministerio de Sanidad del Gobierno de Hamás, Munir Al Bursh, asegura sin embargo que al menos 30 presentan “señales de ejecución o torturas”, como orificios de disparos a quemarropa o huellas de haber sido arrollados por un tanque. En una de las imágenes difundidas, se puede ver una cuerda en torno al cuello del cadáver, con las manos atadas por la espalda y los ojos vendados.
Los medios en Gaza (Israel impide desde hace dos años a la prensa extranjera acceder libremente) han mostrado el momento de la proyección en el hospital. El funcionario que las proyecta avisa a los presentes que hay entre cinco y diez fotografías por cada cuerpo. Una mujer llora ante la sucesión de cadáveres; un hombre acaba apartando la mirada.
Israel los entregó en tres tandas: 45 el martes, otros 45 el miércoles y 30 este jueves. Corresponde con la ratio acordando en el alto el fuego gestado por Trump: por cada rehén israelí sin vida, 15 cadáveres de palestinos.
La Cruz Roja recibió los cuerpos, pero nunca se encarga de certificar las identidades. Como organismo neutral, se limita a traspasar la información que recibe de cada parte. En este caso, de las autoridades militares israelíes.
Solo tres iban acompañados de nombres, así que distinguirlos en un territorio con al menos 10.000 palestinos bajo los escombros y más ruinas que edificios en pie, es una tarea hercúlea. “Imposible”, la llama Zair, por la “falta total de información recibida hasta ahora de la parte israelí” y por los “limitados medios” a su disposición. Carecen de “pruebas de ADN, laboratorios, cámaras o herramientas de identificación” para determinar quién es quién y poderle ofrecer un sepulcro digno. En esta situación, agrega, se han limitado a “examinar y documentar” los cadáveres, y a organizar el intento de que los reconozcan sus seres queridos.
De la reunión en Jan Yunis, solo salió un cadáver identificado. Como es habitual, una multitud de hombres lo llevó en alto hacia su entierro. Su padre se llama Ahmad Jalid Al Manasra y contaba que lo reconoció “por una verruga en la nariz, y por los dientes”. “Miraba a la pantalla y veía que los rasgos faciales no estaban claros, a causa de la tortura…”, lamentaba en declaraciones a Al Jazeera.
Al Manasra explicaba que perdió a su hijo el 7 de octubre de 2023, lo que parece indicar que era uno de los miles de milicianos que penetraron por sorpresa en Israel, o de civiles que lo hicieron después, cuando una excavadora echó abajo la barrera fronteriza. El ataque masivo dejó más de 1.200 muertos (sobre todo civiles) y de 250 rehenes.
Sin esperanza
Otros padres se fueron de vacío de la proyección, como Heba Yaber. Relataba que acudió a la tétrica muestra de fotografías movida por la desazón, tras un año y siete meses sin saber si su hijo está o no con vida. “He perdido toda esperanza […] He preguntado a todo el mundo: la Cruz Roja, todas las organizaciones… pero nadie sabe. Solo quiero verlo, saber algo sobre él”, añadía. Tampoco Mohammed Abu Daqa logró identificar a su hijo: “Las imágenes no eran claras, y los cuerpos estaban desfigurados. No podíamos saber quién era quién y los cadáveres estaban mezclados”.
El director general del Ministerio de Sanidad del Gobierno de Hamás ha asegurado en un comunicado que algunos de los cadáveres entregados por Israel presentan “signos de tortura claramente visibles” o “quemaduras horribles”. Otros, de haber sido “atropellados por tanques” o pertenecer a pacientes con bolsas de colostomía.
El equipo en el terreno de Euro-Med Human Rights Monitor supervisó la entrega. Esta organización con sede en Ginebra ha pedido este jueves una “investigación internacional urgente e independiente”, ante las “pruebas claras de que muchas de las víctimas fueron sometidas a torturas y abusos deliberados y brutales que les causaron un sufrimiento extremo”, así como de asesinatos a quemarropa. Serían, de probarse, “graves violaciones del derecho internacional”, por lo que deben esclarecerse, a fin de “exigir responsabilidades a los responsables, garantizar justicia para las víctimas y reforzar el principio de no impunidad”, añade. El Gobierno de Netanyahu —con la atención centrada estos días en recuperar los últimos 19 cadáveres de rehenes israelíes— no se ha pronunciado al respecto.