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La Administración de Trump recibe un nuevo revés en su intento de doblegar a las universidades de élite

Tras el MIT, Brown ha rechazado la oferta de la Casa Blanca de una financiación favorable si abandona cualquier política liberal y “antiamericana”

La ofensiva de la Administración de Donald Trump contra las universidades de élite cosecha revés tras revés. Tras enviar a nueve centros una propuesta denominada Pacto por la Excelencia Académica en la Educación Superior, la Universidad de Brown se ha sumado este miércoles al MIT (siglas en inglés de Instituto Tecnológico de Massachusetts) al rechazar una iniciativa que, entre otros objetivos, pretende limitar la matriculación de estudiantes internacionales, congelar las tasas de matrícula, restringir las definiciones de género y cualquier política que pueda menoscabar las ideas conservadoras. La contrapartida, si las universidades aceptan, sería un trato favorable en la financiación, con “subvenciones federales sustanciales y significativas”. Exactamente lo contrario de lo que ocurre desde hace meses con universidades castigadas con la retirada de la financiación federal, con Harvard a la cabeza, por no plegarse a las demandas ideológicas de la Casa Blanca. Otras, como Columbia, sí han claudicado.

Mucho más allá de combatir el supuesto antisemitismo en los campus, una ofensiva que enfrenta desde hace meses a las principales universidades y el Gobierno —en concreto, desde la masiva movilización estudiantil contra la guerra de Gaza y en defensa de la población palestina—, el segundo mandato de Donald Trump ha declarado una guerra total a unas instituciones que considera vivero de liberales y wokes, y en la que no contempla otra victoria que “transformar la educación superior”, en palabras de la portavoz de la Casa Blanca Liz Huston. Es decir, implementar un control político de la administración y gestión de los centros para yugular la libertad de cátedra, pensamiento e incluso expresión de estudiantes y profesores.

Como explicó la rectora del MIT, Sally Kornbluth, para justificar el no de su universidad, “fundamentalmente, la premisa del documento [de la Casa Blanca] es incompatible con nuestra creencia fundamental de que la financiación científica debe basarse únicamente en el mérito científico”. La portavoz de la Casa Blanca afeó el rechazo, una señal, a su juicio, “de que se está doblegando ante burócratas radicales de izquierda”.

El acuerdo se envió a otras siete universidades, y hasta ahora, solo una de ellas, la de Texas, ha acogido con entusiasmo la oferta, considerándola un “honor”. El resto, entre ellas la prestigiosa Penn, guardan de momento un cauto silencio, ante la falta de garantías de que el hecho de doblegarse les libre de nuevas intimidaciones, como las que sufre Harvard desde la primavera pasada. Los grupos de profesores y los activistas defensores de la libertad de expresión se han mostrado más críticos. Todd Wolfson, presidente de la Asociación Americana de Profesores Universitarios, ha calificado el pacto como “un juramento de pleitesía a Trump”.

El rechazo de Brown, sin embargo, puede tener un efecto mayor, ya que había llegado a un acuerdo con la Administración de Trump para recuperar cientos de millones de dólares en fondos federales para investigación, retenidos por Washington como medida de presión. En su habitual línea de vender la piel del oso antes de cazarlo, el propio presidente Trump había anunciado a bombo y platillo hace un par de semanas que el acuerdo de su Administración con Harvard estaba cerrado, aunque la universidad no se ha pronunciado.

“Me preocupa que el pacto, por su naturaleza y por diversas disposiciones, restrinja la libertad académica y socave la autonomía de la gobernanza de Brown, comprometiendo gravemente nuestra capacidad para cumplir nuestra misión”, ha respondido este miércoles la rectora de Brown, Christina H. Paxson, a la Administración de Trump.

La propuesta de la Casa Blanca, que el resto de las universidades ha de responder antes del lunes, exige límites a los estudiantes extranjeros, la posible “abolición de las unidades institucionales que castigan, menosprecian e incluso provocan violencia contra las ideas conservadoras”, y políticas que consagren “que la libertad académica no es absoluta”, entre otras condiciones. Es decir, condiciones que en su mayoría dinamitan la libertad y autonomía académicas. Al contrario, el documento, cuyo contenido muchos atribuyen a la inspiración del multimillonario libertario Marc Rowan, afirma que las escuelas son “libres de desarrollar modelos y valores” distintos a los propuestos por la Administración de Trump si deciden “renunciar a las prestaciones federales”.

Trump ha escrito en las redes sociales que “gran parte de la educación superior ha perdido el rumbo y ahora está corrompiendo a nuestra juventud y a nuestra sociedad con ideologías woke, socialistas y antiamericanas”, y que “las instituciones que quieran volver rápidamente a la búsqueda de la verdad y los logros” están “invitadas a firmar un acuerdo con visión de futuro con el Gobierno federal para ayudar a lograr la edad de oro de la excelencia académica en la educación superior”.

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