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Alain Minc, exasesor del Elíseo: “Macron es el peor presidente de la historia de la V República”

El gran consultor, empresario y escritor, cree que lo mejor para terminar con la crisis sería que se marchase el jefe de Estado, al que considera “indigno”

Solo algunas personas tienen acceso siempre a la sala de máquinas de sus países. Alain Minc (París, 76 años), como le han definido algunos, es el espíritu del sistema. Pocos conocen como él los resortes de la V República francesa, a sus dirigentes, sus defectos y sus virtudes, y los límites que entraña el aparato gubernamental del Estado. Minc tiene un pie en las empresas, en la política, en la literatura, en el arte... Es una de esas personas a la que los presidentes se ...

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Solo algunas personas tienen acceso siempre a la sala de máquinas de sus países. Alain Minc (París, 76 años), como le han definido algunos, es el espíritu del sistema. Pocos conocen como él los resortes de la V República francesa, a sus dirigentes, sus defectos y sus virtudes, y los límites que entraña el aparato gubernamental del Estado. Minc tiene un pie en las empresas, en la política, en la literatura, en el arte... Es una de esas personas a la que los presidentes se acercan para descifrar la música que suena en cada época, para entenderla. Y si uno le preguntara ahora por ese sonido, es posible que diera la respuesta más inquietante: no oye nada.

Minc fue asesor y hacedor de Macron. Pero hoy abomina de su figura y lo que representa para Francia. Ya no responde a sus mensajes y considera que es el peor presidente de la V República. Su análisis, el lunes a mediodía en su imponente despacho, junto a los Campos Elíseos y presidido por una foto en blanco y negro del dramaturgo Samuel Beckett, es duro, implacable y lúcido. Y, sobre todo, absorbe con naturalidad esa idea que hasta hace semanas parecía impensable en un hombre del sistema: lo mejor es que Macron se vaya.

Pregunta. El Gobierno Lecornu bis acaba de nacer. ¿Cuál es su pronóstico?

Respuesta. Podemos decir que ya ha vivido más que el primero, que solo duró 14 horas. Pero no creo que llegue muy lejos. La moción de censura se decidirá por unos pocos votos, sobre todo dentro del grupo socialista, muy dividido. Incluso si Lecornu sobrevive, no llegará al debate presupuestario. La situación no tiene salida. Toda la clase política llamada “razonable” parece haberse puesto de acuerdo en una sola cosa: cómo acelerar la llegada al poder del Reagrupamiento Nacional. El RN ni siquiera necesita moverse, todos trabajan para él. Es indigno. Macron es indigno, y los dirigentes de los grandes partidos son o indignos o ridículos.

P. ¿Por qué, según usted, Macron es “indigno”?

R. Porque ha acumulado errores políticos insensatos. La disolución de la Asamblea fue una locura. Debería, justo después de las elecciones, haber llamado a la primera ministra propuesta por la izquierda para demostrar ante la Asamblea Nacional que no tenía base parlamentaria para gobernar. En lugar de eso, tardó cuatro meses en nombrar a Michel Barnier, saboteando todo desde dentro. Luego se dejó imponer a François Bayrou como primer ministro, y finalmente nombró a Lecornu, uno de sus colaboradores más cercanos. No entendió que, para sobrevivir, debía ceder poder. Pero es incapaz de hacerlo, porque piensa que es mejor que todos los demás. Es un final shakespeariano.

P. Usted asesoró a Macron al principio de su mandato y ahora es extremadamente crítico con él.

R. Creo sinceramente que es el peor presidente de la V República. François Hollande, en comparación, fue un presidente honorable. Macron, en cambio, es el peor. Y lo más grave es que no sé si las instituciones se recuperarán de esta crisis. Es una situación inimaginable.

P. ¿Francia se parece cada vez más a Italia?

R. A la Italia de antes, no a la de hoy. La Italia actual tiene un poder estable, incontestable. Nosotros vivimos un hiperparlamentarismo sin tener su cultura. No sabemos negociar, no buscamos compromisos. A Francia le falta la sutileza del transformismo. No tenemos esa cultura de adaptación política que siempre ha tenido Italia.

P. ¿Ya no aconseja al presidente Macron?

R. No. Ya no le respondo. Pero si todavía tuviera que darle un consejo, le diría que se retire. O que se vaya.

P. ¿Cree usted que su dimisión, como pide Édouard Philippe, ex primer ministro de Macron, sería beneficiosa para Francia?

R. Son dos planos distintos. Philippe se equivocó al pedir la dimisión de Macron. No se debilita la función a la que uno aspira. Pero, visto el estado actual de no gobernanza, la única manera de reactivar las instituciones sería una elección presidencial anticipada.

P. Si el Gobierno Lecornu cayera, ¿qué haría Macron?

R. Tendría dos opciones: la disolución de la Asamblea Nacional y convocar elecciones legislativas de nuevo o su propia dimisión. Elegirá la disolución. Pero sería una tragedia para Francia. Macron podría sobrevivir institucionalmente con un Gobierno del Reagrupamiento Nacional, en una forma de cohabitación. Pero la perspectiva de ver al RN en el poder me aterra.

P. ¿Cree que el RN ganará las próximas elecciones?

R. Tiene más posibilidades en las legislativas que en las presidenciales. Pero a condición de que los moderados presenten un solo candidato común. En ese caso, llegaría a la segunda vuelta y podría ganar. Si hubiera dos candidatos moderados, correríamos el riesgo de una segunda vuelta Mélenchon–Le Pen o Bardella.

P. La situación francesa preocupa cada vez más a Europa...

R. Si la crisis francesa se agrava, toda la Unión Europea se vería desestabilizada. Y todo eso podría volverse irreversible hasta el día en que pasemos bajo la tutela del BCE y de la Comisión, como lo estuvieron España e Italia. Y entonces nos veremos obligados a hacer, bajo presión, las reformas que fuimos incapaces de hacer por nosotros mismos. Es un escenario posible, e incluso diría que deseable.

P. ¿Deseable?

R. Sí. Porque fuera de la esfera gubernamental, el país no está tan mal. La tasa de ahorro es demasiado alta, pero eso es un signo de riqueza. Tenemos el sistema bancario más sólido del continente. El desempleo baja, y los servicios públicos, pese a las quejas, aún funcionan. La sustancia del país es sana. Pero solo respetaremos las reglas económicas cuando una crisis financiera nos obligue, como ocurrió con Italia.

P. ¿Se refiere usted al Gobierno Monti?

R. Cuando tengamos que pedir al BCE una línea de apoyo, este exigirá contrapartidas. Será un regreso al espíritu del Gobierno Monti, no al de Draghi. Draghi gobernaba para recibir dinero; Monti, para imponer sacrificios. Esperábamos que una potencia como Francia pudiera escapar a ese destino, pero ya no lo creo.

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