Un informe advierte a la UE del riesgo de caer en el vasallaje ante Trump
El estudio del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores afirma que EE UU ha declarado una guerra cultural a Europa y cuenta con aliados internos como Orbán o Meloni
El trumpismo ha declarado una guerra cultural contra Europa, afirma un informe del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, por sus siglas en inglés), que se publica este martes. Si hubiese que señalar el momento en el que comenzó, argumenta el autor, Pawel Zerka, el día sería el pasado 14 de febrero, y el lugar, la Conferencia de Seguridad de Múnich. Aquel día el vicepresidente estadounidense, ...
El trumpismo ha declarado una guerra cultural contra Europa, afirma un informe del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, por sus siglas en inglés), que se publica este martes. Si hubiese que señalar el momento en el que comenzó, argumenta el autor, Pawel Zerka, el día sería el pasado 14 de febrero, y el lugar, la Conferencia de Seguridad de Múnich. Aquel día el vicepresidente estadounidense, J. D. Vance, sacó toda la artillería ultraconservadora al lanzar un ataque ideológico contra Europa, cuestionando los valores y la democracia del continente. En sus andanadas contra la UE, advierte el documento, el presidente estadounidense, Donald Trump, cuenta con actores que amplifican su discurso y le sirven de aliados, y cita al primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y a sus homólogos, la italiana Giorgia Meloni y el eslovaco Robert Fico.
Frente a los envites, advierte Zerka, la Unión Europea corre el riesgo de caer en el “vasallaje” ante el presidente estadounidense, que explota las debilidades de los Estados miembros y busca “humillar” a la UE. Los ejemplos empiezan a acumularse: la presión para obligar a aumentar el gasto en defensa al 5% del PIB en la cumbre de la OTAN de La Haya, el acuerdo comercial asimétrico en el que Washington impuso aranceles sin reciprocidad, y las negociaciones sobre la guerra en Ucrania en las que excluye a los líderes europeos son solo los más sonados. “Si el liderazgo y la ciudadanía europea interiorizan estas humillaciones, podría derivar en una subordinación cultural”, dice. En su lugar, los jefes de Gobierno europeos tienen que abandonar la estrategia de “adular, apaciguar y distraer” al presidente estadounidense, afirma el análisis. Deberían, sostiene, “proyectar una imagen de confianza e integridad, no de vasallaje”.
“No estoy diciendo que debamos levantarnos de repente y entrar en una gran batalla con Donald Trump, quemar todos los puentes y dejar de llevarnos bien”, aclara el autor en conversación telefónica. Como dice en el estudio La guerra cultural de Europa con la América de Trump, todos los Estados miembros tienen dependencias con Estados Unidos. El problema es que estas son demasiado elevadas en aspectos clave, como la defensa o la tecnología, y como explica, no está nada claro que después de Trump vuelva la normalidad.
El escenario podría incluso empeorar, sugiere, si le sucediese Vance, “más ideologizado”. “No hay vuelta atrás. Pero no veo que ni los líderes ni la opinión pública reconozcan esta realidad. Y una de las demostraciones de ello es el hecho de que ahora, con este nuevo acuerdo comercial con Estados Unidos, no solo aceptamos aranceles altos, también nos estamos comprometiendo a comprar aún más combustible estadounidense”, señala. Es decir, en lugar de reducir la autonomía europea, se intensifica la dependencia.
En el informe en el que recoge las conclusiones de su análisis, realizado con base a encuestas e investigaciones de socios nacionales, el politólogo compara la relación trasatlántica con la película El show de Truman, en la que el protagonista ignora que su vida es en realidad un guion de un reality show que se emite 24 horas al día. En esa analogía, Trump y su Administración serían los productores del programa, mientras Truman Burbank representaría a una Europa entretenida en despejar las crisis que le organizan los guionistas, en lugar de marcar su propia agenda.
Hay mucho en juego. Está por definir el lugar de Europa en un mundo cuyas reglas Trump está reescribiendo. Como sostiene el estudio, además, Washington está buscando activamente interferir en elecciones europeas —se ha visto en Alemania, Rumania, Polonia—; reformular la relación transatlántica en torno a valores conservadores; y posicionar la libertad de expresión como un punto de unión para sus aliados en la Unión Europea, en un intento de cuestionar la democracia europea. Su victoria y vuelta a la Casa Blanca legitima y normaliza la ideología ultra y da alas a los partidos europeos de ese espectro, explica.
El Trumpismo explota además las debilidades de la Unión Europea, con líderes divididos en algunos asuntos clave y una opinión pública que en determinados Estados miembros puede ser favorable a sus tesis. Con todo, Zerka señala que las encuestas demuestran que, en general, el sentimiento europeo —la pertenencia a un espacio común, la visión de un futuro conjunto y valores compartidos— es fuerte y resistente, y los jefes de Gobierno deberían impulsarse y apoyarse en la ciudadanía. También reapropiarse, frente a la extrema derecha y ultraconservadores, de conceptos como “soberanía, nacionalismo y patriotismo”.
Siguiendo con la analogía cinematográfica, el investigador clasifica a los Estados miembros según su posición en esta guerra cultural. El “equipo de dirección” estaría formado por Hungría, Italia y Eslovaquia, dispuestos a facilitar y beneficiarse del impacto del Trumpismo en Europa. En un grupo amplio de países “que normalizan el guion trumpista en la UE, ya sea a través de activismo doméstico al estilo MAGA, de una cultura de humildad hacia Estados Unidos, o de ambas cosas”, coloca a Austria, Bélgica, Chequia, Finlandia, Grecia, Irlanda, Países Bajos, Portugal, Rumanía, España y Suecia. También crea una categoría de “profetas”, “que desempeñan el papel inverso, revelando la verdad y alentando al protagonista —Europa— a liberarse", y en el que solo sitúa a Dinamarca. Otra de “figurantes”, países con poca influencia como Croacia, Estonia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Chipre y Malta. Por último, señala tres que podrían cambiar el curso del guion: Francia, Alemania y Polonia, que se enfrentan sin embargo a problemas internos y la amenaza del auge de la extrema derecha.
El caso español, reconoce Zerka, “es interesante”, porque “Pedro Sánchez es uno de los líderes europeos que están dispuestos a hablar abiertamente sobre la interferencia estadounidense, no solo en la política europea, sino también en la latinoamericana”. El presidente español se opuso al aumento del gasto en Defensa, se mostró dispuesto a contraatacar con medidas en la guerra arancelaria y ha liderado la defensa de la causa palestina. Pero el analista desarrolla: “Un profeta no es solo alguien que dice cosas importantes, sino también alguien que tiene la capacidad de inspirar y liderar a otros”. “Tengo dudas de que eso sea posible en el caso de Sánchez, también porque otras capitales se dan cuenta de lo débil que está en casa”.
Zerka afirma que “no hay ningún argumento de peso que indique que el ‘verano de humillación’ de Europa deba necesariamente traducirse en todo un ‘siglo’ de lo mismo”. “Si los líderes europeos se ponen de acuerdo y actúan con decisión, pueden lograr que el continente prospere, en lugar de sufrir en un orden mundial cuya desestabilización ha sido acelerada por Trump”, opina. Por teléfono, añade: “Hay mucho margen para el optimismo cuando se observa al público europeo, que quiere que Europa dé resultados”. Aunque los líderes “van por detrás en muchos aspectos y son demasiado tímidos para ser ambiciosos con respecto a Europa”. El politólogo les anima, como al personaje de la película, a atreverse a salir del set y recuperar su autonomía.