El Reino Unido juzga por primera vez a un soldado por la matanza del ‘Bloody Sunday’ en Irlanda del Norte
14 activistas defensores de la no violencia murieron en Londonderry por los disparos de miembros del Regimiento Paracaidista
Bloody Sunday. Domingo Sangriento. La matanza de activistas civiles defensores de la no violencia, llevada a cabo por un grupo de soldados británicos del Regimiento Paracaidista en Londonderry (Derry, para los católicos), el 30 de enero de 1972, se convirtió en un símbolo de la ...
Bloody Sunday. Domingo Sangriento. La matanza de activistas civiles defensores de la no violencia, llevada a cabo por un grupo de soldados británicos del Regimiento Paracaidista en Londonderry (Derry, para los católicos), el 30 de enero de 1972, se convirtió en un símbolo de la causa irlandesa, inmortalizada por el grupo U2 en su canción Sunday Bloody Sunday. 14 personas fallecieron por el fuego indiscriminado de los militares. Por primera vez en más de medio siglo, un soldado se ha sentado este lunes en el banquillo, en un tribunal de Belfast, para responder a la acusación de dos asesinatos (los de James Wray y William McKinney) y de otros cinco intentos de asesinato.
El soldado F., cuya identidad permanece en el anonimato para garantizar su seguridad, se ha declarado no culpable de todos los delitos de los que se le acusa.
A primera hora de la mañana, familiares de las víctimas y ciudadanos que deseaban expresarles su apoyo han desfilado hacia el edificio del tribunal detrás de una pancarta que rezaba “Hacia la Justicia”.
El hermano de uno de los asesinados, McKinney, ha sido tajante en celebrar el momento histórico: “Dentro de nada nos sentaremos en la sala del tribunal con orgullo, con nuestras cabezas bien altas y muy conscientes de que, sea cual sea el resultado final, estamos en el lado correcto de la historia”.
La comisión independiente de investigación, encabezada por el juez Mark Saville, exoneró en 2010 de cualquier culpa a los activistas. Conclusiones de gobiernos anteriores habían sembrado dudas y condonado la actitud del ejército. “Lo ocurrido no tuvo justificación y fue imperdonable. Nunca, nunca debió haber sucedido. Pido mis más sinceras disculpas”, dijo entonces el primer ministro conservador, David Cameron, en el Parlamento británico, en un momento en el que la semilla de la reconciliación comenzaba a dar su fruto en Irlanda del Norte.
Sin embargo, los responsables de aquella tragedia nunca respondieron ante la justicia, y gobiernos conservadores posteriores maniobraron para lograr la inmunidad de los soldados británicos que participaran en aquel conflicto del lado de los paramilitares protestantes. Boris Johnson impulsó la llamada Legacy Act (Ley del Legado), un intento poco disimulado de hacer borrón y cuenta nueva a través de una “comisión de la verdad” de la que podrían lograr la condonación de sus responsabilidades penales aquellos que contaran su participación en atentados y crímenes. El último primer ministro conservador, Rishi Sunak, logró sacar adelante la ley.
Fue una rara ocasión en la que todos los partidos políticos de Irlanda del Norte, unionistas, republicanos y otros, junto al Gobierno de Irlanda, estuvieron de acuerdo. Nadie quería una ley que suponía dar la espalda a las víctimas y acabar con cualquier promesa de justicia. El Tribunal Superior de Belfast anuló la parte más controvertida del texto, y el actual primer ministro británico, Keir Starmer, se comprometió desde un primer momento a revocar la medida. Y aunque todavía no lo ha hecho, esa voluntad se ha trasladado a la hora de impulsar el caso del soldado F., que ha acabado sentado en el banquillo.
Un juicio que provoca división
A la sala han acudido también ciudadanos que querían expresar su apoyo al acusado, así como denunciar el proceso legal. Algunos miembros del Regimiento Paracaidista, con sus boinas granates, se han presentado en la sala. David Johnstone, el comisionado para los Veteranos de Irlanda del Norte, ha acusado a una parte de la sociedad norirlandesa de demonizar a los soldados que fueron enviados a combatir en ese conflicto, y ha dejado claro que “para que haya alguna reconciliación en esta provincia, deberá realizarse primero un proceso justo y equilibrado de revisión del legado” que dejaron tras de sí los años de los troubles (los disturbios, como se llamó a décadas de violencia sectaria).
No será un juicio con jurado, a pesar de tratarse de dos presuntos asesinatos. Y el soldado F. escuchará las vistas detrás de una cortina negra que protegerá su identidad.
En nombre de la acusación, el abogado Louis Mably ha descrito un escenario en el que un grupo pacífico de activistas se manifestaba en la zona residencial de Glenfada Park, en Derry. Los soldados “abrieron fuego con sus armas de asalto y dispararon a los civiles mientras huían”, ha relatado. “El tiroteo estuvo injustificado, los civiles no suponían amenaza alguna para los soldados, ni resulta concebible que los soldados los vieran como amenaza”, ha señalado.
Los soldados que participaron en la matanza han insistido siempre en que respondieron a los disparos supuestamente procedentes de los manifestantes. Los grupos unionistas y los veteranos han considerado durante todo este tiempo un acto de traición la idea de sentar en el banquillo a cualquier militar que participó en el conflicto.