Europa entra en una nueva fase militar

El fuerte desgarro con el histórico aliado empuja a la UE a un rearme que le dé autonomía, aunque sin romper con Washington. El martes se reúnen en París los jefes del Estado Mayor

Ursula von der Leyen y António Costa, el jueves en Bruselas.Foto: C. PETIT (EFE) | Vídeo: EPV

Europa se ha adentrado en una nueva era, la del rearme, en medio de la incertidumbre global de un paisaje geopolítico incendiado, en el que los viejos aliados, como Estados Unidos, ya no lo son tanto, y los enemigos, como Rusia, se crecen por la sacudida al orden mundial basado en reglas. La Unión Europea, que se creó como un proyecto de paz tras la II Guerra Mundial, está dinamitando un tabú mayúsculo y avanza...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Europa se ha adentrado en una nueva era, la del rearme, en medio de la incertidumbre global de un paisaje geopolítico incendiado, en el que los viejos aliados, como Estados Unidos, ya no lo son tanto, y los enemigos, como Rusia, se crecen por la sacudida al orden mundial basado en reglas. La Unión Europea, que se creó como un proyecto de paz tras la II Guerra Mundial, está dinamitando un tabú mayúsculo y avanza hacia una unión de la defensa que cubra las grietas de una potencial retirada del paraguas de seguridad que hoy proporciona Washington. Europa cruza otra frontera y se dispone a dar el salto militar.

La guerra de Rusia contra Ucrania, la mayor en Europa desde 1945, se libra a 1.500 kilómetros de París, a 400 de Varsovia, a 1.000 de Berlín y a 3.000 de Madrid. Pero para muchos europeos es algo lejano. Así, los ecos del rearme, la negociación sobre el despliegue de tropas europeas para garantizar la seguridad en la Ucrania de la posguerra, los planes de compra de defensas antiaéreas y la emisión de deuda conjunta europea para comprar armas suponen un cambio de paradigma mayúsculo. Una metamorfosis acelerada por el desgarro con Estados Unidos que implica la inversión de miles de millones de euros, transformaciones políticas, económicas, militares y sociales.

La invasión rusa a gran escala sobre Ucrania llevó a Europa a dar pasos de gigante: financiar armas para el país invadido, la entrada sin control de refugiados ucranios que permitió la acogida de cuatro millones de personas, el corte de importaciones desde Rusia. Ahora, las políticas de Donald Trump, su desprecio por la UE, sus dudas sobre la OTAN pese a que Estados Unidos es la columna vertebral de la organización, su afinidad con el autócrata ruso Vladímir Putin y sus amenazas a Ucrania, han llevado a Europa a despertar. Ya no es solo que se haya quedado sola en sus sostén a Kiev sino que puede verse abandonada por Washington. “Si Europa quiere sobrevivir, tiene que avanzar hacia desarrollar, reforzar, un pilar europeo dentro de la OTAN”, remarca por teléfono Josep Borrell, hasta hace unos meses alto representante para Política Exterior y Seguridad de la UE. “Al servicio de la OTAN, pero existiendo por nosotros mismos”, añade.

Europa no tiene capacidades de defensa para sustituir las que Estados Unidos tiene en Europa. Ni siquiera para reemplazar los 20.000 soldados que Washington envió como refuerzo tras la invasión rusa de Ucrania. Tampoco para suplir su sofisticado armamento —sobre todo, de precisión, en defensa aérea y de misiles integrada—, logística y sistemas de vigilancia y reconocimiento. Pero, además, políticamente, afrontar esas carencias y la idea de desarrollar ese pilar europeo es delicada. “Los europeos debemos mantener un equilibrio muy fino. Tenemos que avanzar en la autonomía estratégica, desarrollar el pilar europeo dentro de la OTAN y mejorar nuestras capacidades para no ser dependientes por fin, pero no darle a Trump ningún motivo ni coartada para que retire su paraguas de seguridad”, dice una alta fuente de la Alianza Atlántica. “Y ese equilibrio está en desarrollarse, invertir y avanzar para ser un socio, un aliado apetecible”, añade la fuente.

La UE presentó su estrategia europea de defensa hace un año. Fue el inicio de un paso de gigante que contemplaba un sistema de compras conjuntas, la reposición de arsenales y el desarrollo de las empresas militares europeas. Pero ha ido lento. En ese entonces, los informes de inteligencia revelaban que Putin, el gran desestabilizador, preparaba algún tipo de agresiones en suelo europeo en un plazo de un lustro para poner a prueba la fidelidad de la OTAN. Los sabotajes, los ciberataques y la guerra encubierta del Kremlin se habían intensificado en Europa. Y, desde entonces, no han cesado.

Ahora, ese escenario sigue inalterado, pero Europa está en una nueva fase. A la guerra en Ucrania, la amenaza rusa, la crisis en Oriente Próximo y la asertividad de China se suma el divorcio no deseado con el Estados Unidos de Donald Trump. Esta semana, la UE ha dado un paso histórico al respaldar un plan de rearme que aspira a movilizar 800.000 millones de euros y que, por primera vez, da vía libre a emitir deuda común (150.000 millones) en forma de préstamos garantizados con el presupuesto europeo para compras conjuntas de armas y grandes proyectos miliares paneuropeos.

Europa, dice Kristina Kausch, subdirectora para el sur del centro de análisis German Marshall Fund, debe hacerse cargo de su propia defensa. No solo por Trump, que ha llegado a poner en duda el principio de defensa de un aliado de la OTAN en caso de ataque —algo que está en el corazón de la Alianza—. La razón es, sobre todo, la autonomía estratégica. “Ahora la defensa europea colectiva no está en posición de aguantar mucho tiempo para defender a Ucrania, protegernos a nosotros e incluso rechazar una agresión nuclear de Rusia”, señala.

El plan de rearme de la UE busca ayudar a desarrollar la industria de defensa europea, tras años de declive e infrafinanciación, y también ensanchar el gasto militar de los Estados miembros. Veintitrés de los 27 son parte de la OTAN, que debate ahora acordar un nuevo compromiso de inversión en defensa, hoy del 2% del PIB. Mark Rutte, el nuevo secretario general de la organización militar ha lanzado que esa nueva cifra tendrá que superar el 3%. Aunque hay países, como España (aliado desde 1982) que no alcanzan ese 2%. El presidente español, Pedro Sánchez, ha anunciado que acelerará para llegar a esa meta de inversión antes de 2029, la fecha que se había marcado.

Los planes de inversión militar buscan no solo reforzar a los Estados. Quieren, además, que las capitales aumenten sus envíos de armamento a Ucrania. Todo, en un momento extremadamente delicado, en el que EE UU ya ha iniciado negociaciones con Rusia y ha congelado el suministro de armas e información de inteligencia a Kiev tras la bronca de Trump al presidente ucranio, Volodímir Zelenski, en el Despacho Oval la semana pasada.

“Nuestra prosperidad y seguridad se han vuelto más inciertas”, lanzó el presidente francés, Emmanuel Macron, el miércoles en un discurso histórico. “Estamos entrando en una nueva era”, advirtió el líder del Elíseo, que remarcó que en este mundo de peligro “sería una locura” permanecer de brazos cruzados. Macron, el único líder de la UE con interlocución directa con Trump, preparaba así a los franceses, a los europeos, de los enormes cambios que están por llegar. Y ofreció abrir el debate para extender el paraguas nuclear de Francia —es el único europeo, junto al Reino Unido, con armas nucleares— a los aliados en Europa. “El plan de rearme es solo el principio”, vaticina una alta fuente comunitaria.

En las últimas semanas, en los corredores diplomáticos y en los despachos de los líderes se vive un ritmo frenético para tejer una respuesta europea al proceso de paz con Rusia. Europa, a la que Trump ha dejado fuera de una mesa de diálogo en la que Ucrania entra solo de refilón, diseña ahora una arquitectura de seguridad para blindar el país invadido tras la guerra e impedir otra agresión rusa. Incluso desplegando tropas sobre el terreno. La iniciativa se construye en torno a una “coalición de voluntarios” liderada por Francia y el Reino Unido, que buscan sumar a otros. Y pese a que los europeos buscan la implicación de Washington en la misión para sumarse abordo, avanza a una velocidad hipersónica. El martes, los jefes de Estado mayor de los países dispuestos o interesados en enviar soldados al terreno se reunirán en la capital francesa, convocados por Macron.

El esquema de esa “coalición de voluntarios”, coordinada por París y Londres da una idea de la estructura de la red europea. Y de lo que podría ser el desarrollo de ese pilar continental dentro de la OTAN. El viernes, tras la cumbre de la UE en la que se avanzó hacia el rearme, la cúpula de las instituciones comunitarias se reunió por videoconferencia con los líderes de Turquía, Canadá, Noruega, Reino Unido e Islandia. Sobre la mesa, las fórmulas para colaborar en proyectos de defensa y el apoyo a Kiev.

“Es una paradoja que 500 millones de europeos pidan a 300 millones de estadounidenses que los protejan de 140 millones de rusos”, apuntó el primer ministro polaco, Donald Tusk, el jueves durante la cumbre de la UE. El líder polaco ha lanzado en los últimos días que el país del este debería analizar la adquisición de armas nucleares y armas modernas convencionales, y anunció una nueva regulación para que todos los hombres adultos del país reciban entrenamiento militar obligatorio para estar preparados en caso de guerra. Polonia se convertiría así en otro de los países europeos en volver a alguna forma de reservista.

Un cambio que se suma a otros signos de ese cambio de era. Como Alemania, en otra época adalid de la austeridad, que ha anunciado un giro en política fiscal para permitir el gasto sin tope en defensa e infraestructuras y que defiende ahora en Bruselas un cambio en las reglas fiscales para que no se penalice los déficits en inversión militar ya no durante cuatro años, como ha propuesto la Comisión Europea, sino durante más tiempo.

Mutaciones cruciales que se producen mientras se calienta el debate sobre la unión europea de la defensa, la unión militar o el desarrollo de ese pilar europeo dentro de la OTAN. Un denso informe del Centro Belfer, de la Harvard Kennedy School, analiza esas fórmulas. “Europa debe asumir un papel significativamente mayor en su propia defensa, tanto para proteger al continente de la agresión rusa como para garantizar que la OTAN siga siendo una alianza viable y valiosa para Estados Unidos”, dicen sus expertos.

El primer paso para ese pilar europeo es la financiación, que ha empezado a desarrollarse. Pero también hay que abordar otros, señalan: ampliar las fuerzas armadas permanentes y las fuerzas de la reserva, hacer más maniobras sistemáticas a gran escala para lograr y mantener la preparación de las estructuras, adquirir (o desarrollar) nuevas capacidades estratégicas en vigilancia aérea, patrullaje marítimo, transporte pesado, inteligencia, guerra electrónica, supresión de defensa aérea enemiga y defensas aéreas y misiles. También, elementos logísticos cruciales, como construir un inventario de seis meses de municiones, combustible y piezas de repuesto. Además de abordar la enorme fragmentación de la industria armamentística de Europa.

Camille Grand, investigador del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) y uno de los estudiosos que ha aportado al informe de Harvard, habla también de otro punto clave que recoge el estudio: la importancia de desarrollar e invertir en industrias europeas. “Europa tiene capacidad de hacerlo”, incide por teléfono Grand, alto cargo de la OTAN hasta 2022. El informe señala también la colaboración de las industrias de la UE con la de Reino Unido y Turquía —algo que aún es ciertamente polémico— y también con las norteamericanas y asiáticas.

Hans Kribbe, fundador del Instituto de Geopolítica de Bruselas, explica que esa idea del pilar europeo dentro de la OTAN no es nueva. El experto señala que además de la financiación y de abordar la fragmentación de la industria de la defensa, ésta necesita volver más eficiente. “Todo esto también significa que la estructura de mando europea, si hay ejércitos más fuertes en Europa, deben tener una arquitectura dentro de la cual puedan cooperar y, si es necesario, también hacer operaciones de combate, operaciones militares”, señala el experto.

Muchos creen que la tarea de Europa es colosal y difícilmente abordable. Y ha países, como Polonia, los nórdicos o los bálticos que se resisten a romper el cordón umbilical con Washington y tienen esperanzas en que Trump reconduzca sus posturas. En el corto plazo, el objetivo europeo es evitar la capitulación humillante de Ucrania y blindar al país (y la seguridad de Europa) tras la guerra. En el medio y largo plazo, la meta es dejar de ser dependientes de EE UU. “Europa se enfrenta a un peligro claro y presente”, ha dicho la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. “Tenemos que asumir más responsabilidad por nuestra propia seguridad. Porque la urgencia es real”.

Sobre la firma

Más información

Archivado En