Lula, operado de emergencia de una hemorragia cerebral tras una caída en octubre en su residencia

El presidente de Brasil, de 79 años, está despierto y estable, monitorizado en la UVI de un hospital de São Paulo, adonde fue trasladado en un avión militar

El presidente Lula en la cumbre de Mercosur la semana pasada en Montevideo (Uruguay).Foto: Santiago Mazzarovich/Getty | Vídeo: EFE

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, de 79 años, descansa en la unidad de cuidados intensivos de un hospital de São Paulo tras ser sometido a una intervención quirúrgica de emergencia para drenar un hematoma intracraneal, según ha informado este martes a primera hora el Hospital Sirio-Libanés. La lesión es fruto del fuerte golpe que se dio en la cabeza hace dos meses, al caerse de espaldas en su residencia oficial, en Brasilia.

El mandatario fue sometido de madrugada a “una craneotomía para drenar un hematoma. La cirugía transcurrió sin incidentes. En este momento el presidente se encuentra bien, monitorizado en una cama de la UVI”, explica el parte del centro médico privado, el Hospital Sirio-Libanés. Lula, que el lunes al final del día sufrió un intenso dolor de cabeza mientras despachaba con normalidad, fue intervenido esta madrugada tras ser trasladado de urgencia en un avión de las Fuerzas Aéreas desde Brasilia a São Paulo. Los médicos han recalcado que Lula “no ha sufrido daño cerebral”.

El médico personal del presidente, Roberto Kalil, ha comparecido este martes por la mañana ante la prensa junto al resto de los profesionales que atienden al jefe del Estado. Kalil, cardiólogo, ha explicado que Lula está despierto, habla y se alimenta con normalidad. También ha dicho que el líder de la izquierda brasileña y fundador del Partido de los Trabajadores (PT) permanecerá unos días en observación en la UVI y que, por el momento, no hay fecha para el alta. “Si todo va bien, podrá regresar a Brasilia al inicio de la semana próxima” para volver a trabajar poco a poco. Los médicos no esperan secuelas ni complicaciones.

Ha añadido el jefe del equipo médico que habrá un parte diario —el próximo, mañana, miércoles— salvo que haya novedades imprevistas. “El presidente ha ordenado que se dé información clara y directa sobre su estado de salud”, ha añadido Kalil. Lula está acompañado por su esposa, Janja da Silva, socióloga y una de sus principales asesoras políticas.

El veterano político tenía un hematoma frontoparietal, entre el cerebro y una membrana de la meninge. Dos horas duró la intervención quirúrgica, a la que llegó lúcido y orientado, aunque durante la tarde se había quejado de un cierto malestar, náuseas y síntomas de gripe. El equipo que lo atiende ha recalcado que una hemorragia cerebral como esta es una complicación frecuente tras caídas como la sufrida por Lula.

Medios de comunicación esperan en el exterior del hospital Sirio-Libanés de São Paulo, este martes.Isaac Fontana EFE (EFE)

El pasado 19 de octubre Lula se cayó en un cuarto de baño de su residencia, el palacio de la Alvorada, en Brasilia, y se dio un fuerte golpe al que siguió una hemorragia. Trasladado al hospital, le pusieron cinco puntos en la nuca y le recomendaron reposo. Tuvo que cancelar el viaje a Rusia, que iniciaba en solo unas horas, para participar en una cumbre de los BRICS porque su médico le recomendó evitar tomar aviones. Esa recomendación también le impidió viajar a São Paulo para votar en las elecciones municipales.

Este lunes, el presidente Lula sintió malestar mientras despachaba en el palacio de Planalto, donde se reunió a lo largo del día con varios ministros y los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado. Se quejó ante sus interlocutores de dolor de cabeza y somnolencia, según la prensa local. Su equipo médico decidió que fuera al hospital a someterse a unas pruebas. Una resonancia magnética detectó la hemorragia intracraneal.

Inmediatamente, fue movilizado un avión de la Fuerza Aérea en el que anoche recorrió los más de mil kilómetros entre Brasilia y São Paulo. Durante el viaje estaba consciente, según la médica que lo acompañó. Trasladado al Hospital Sirio-Libanés, entró en quirófano.

El vicepresidente del Gobierno, Geraldo Alckmin, de centroderecha y antiguo rival de Lula, asume sus funciones hasta que este se recupere. Alckmin ha sido el encargado de recibir al primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, de visita oficial.

Desde que ganó las elecciones, en octubre de 2022, Lula ha sido operado en tres ocasiones. En noviembre de 2022 le extirparon un nódulo en la laringe, tras una intensa campaña electoral y años después de curarse de un cáncer de garganta. En septiembre de 2023, le colocaron una prótesis de cadera (y de paso se hizo una cirugía estética en los párpados) y ahora le han drenado un hematoma cerebral. Pese a su edad, el mandatario brasileño es muy activo. Hace ejercicio a diario, un hábito que adquirió durante el año y medio que pasó encarcelado por una condena anulada después.

Lula, que está en el ecuador de su tercer mandato presidencial, mantiene una intensa agenda con múltiples viajes al extranjero. El último mes ha sido agitado. A finales de noviembre, acogió el gran acontecimiento político del año en Brasil: la reunión del G-20 en Río de Janeiro, a la que acudieron los mandatarios de los países más desarrollados. Y la semana pasada estuvo en Paraguay, donde la Unión Europea y Mercosur culminaron la negociación del acuerdo que creará la mayor área de libre comercio del mundo.

A Lula le quedan dos años de mandato. Aunque la retirada del estadounidense Joe Biden, tres años mayor, le causó una profunda impresión, el brasileño no descarta presentarse a la reelección. Al menos hasta que entró de nuevo en quirófano este martes. Le encanta decir que tiene intención de vivir 120 años. El líder del PT siempre se ha resistido a construir un buen sucesor por miedo a que le hiciera sombra. Sin expresarlo abiertamente, los indicios apuntan a que su favorito es Fernando Haddad, ministro de Finanzas y candidato presidencial cuando estuvo en la cárcel. Pero carece de carisma y su mentor, por el momento, no ha dado ninguna señal de que jubilarse entre en sus planes para los próximos años.

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