Pulso en Alemania por la fecha de las elecciones anticipadas

El canciller Scholz se muestra abierto a discutir con la oposición una fecha anterior a finales de marzo y disipar cuanto antes la incertidumbre política

El canciller alemán Olaf Scholz durante una rueda de prensa en la cumbre de la UE Budapest, este viernes.Bernadett Szabo (REUTERS)

Alemania, tras la ruptura esta semana del Gobierno de coalición, se aboca a unas elecciones legislativas anticipadas, pero no está claro cuándo podrán celebrarse. La fecha ha desatado un pulso entre el todavía canciller Olaf Scholz, y la oposición, incluidos los liberales que, hasta esta semana, eran socios de Scholz en el tripartito alemán junto a los socialdemócratas y los ecologistas.

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Alemania, tras la ruptura esta semana del Gobierno de coalición, se aboca a unas elecciones legislativas anticipadas, pero no está claro cuándo podrán celebrarse. La fecha ha desatado un pulso entre el todavía canciller Olaf Scholz, y la oposición, incluidos los liberales que, hasta esta semana, eran socios de Scholz en el tripartito alemán junto a los socialdemócratas y los ecologistas.

El socialdemócrata Scholz se ha mostrado este viernes abierto a consensuar un calendario más acelerado que el que contemplaba él inicialmente, y que preveía una moción de confianza el 15 de enero y elecciones a finales de marzo. Es una mano tendida ante las críticas por dejar a la primera economía europea más de cuatro meses con un Gobierno en minoría y con una capacidad reducida para legislar y reaccionar a las crisis internacionales.

“Sobre la fecha debemos debatir con calma”, admitió Scholz en Budapest, donde participaba en una cumbre europea. “Sería bueno que los grupos democráticos alcanzasen un acuerdo en el Bundestag sobre qué leyes pueden aprobarse todavía este año. Este acuerdo permitiría responder a la pregunta sobre cuál es el momento adecuado para las nuevas elecciones.”

En una carta al canciller, la presidenta de la Comisión electoral, Ruth Brand, ha alertado, sin embargo, de los “riesgos incalculables” que podría entrañar, para la organización logística de los comicios, convocarlos precipitadamente y con las vacaciones navideñas en medio. Sin la ruptura de la coalición, las elecciones se habrían celebrado el próximo septiembre, al final de la legislatura de cuatro años.

Scholz prevé dirigirse el miércoles al Parlamento federal, ocasión que el jefe de la oposición, el democristiano Friedrich Merz, cree que debe servir para presentar la moción de confianza que activaría el calendario electoral. En vez de finales de marzo, Merz, claro favorito en los sondeos para suceder a Scholz, quiere elecciones el 19 de enero, justo antes de la investidura de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. “Alemania necesita ahora un Gobierno con capacidad para actuar”, dice.

Al anunciar el miércoles la destitución de su ministro de Finanzas, el líder liberal Christian Lindner, y quedarse así en minoría, Scholz presentó un plan electoral en tres etapas.

La primera consiste en adoptar, antes de la pausa parlamentaria navideña, “proyectos de ley inaplazables” para compensar los efectos de la inflación o para reflotar la industria en crisis. Para ello el canciller necesitará la cooperación de Merz, a quien también ha ofrecido cooperar en dos cuestiones que considera prioritarias: la economía —Alemania vive su segundo año seguido de recesión y su poderosa industria pierde competitividad y afronta posibles reestructuraciones— y el presupuesto militar y la guerra en Ucrania. El jueves ambos mantuvieron una reunión, sin resultados.

Sin Gobierno mayoritario se complica la aprobación de los Presupuestos para 2025. Scholz ha sustituido a Lindner en el Ministerio de Finanzas por uno de sus consejeros de confianza en la Cancillería: Jörg Kukies, antiguo responsable de Goldman Sachs en Alemania.

La segunda etapa se abriría con la moción de confianza el 15 de enero, la vía prevista en a Constitución para permitir la disolución del Parlamento federal y las elecciones anticipadas. La moción de confianza es una herramienta bastante excepcional. Esta sería la sexta desde la fundación de la República Federal en 1949.

Sin mayoría parlamentaria, es previsible que Scholz la pierda y entonces, de acuerdo con el artículo 68 la ley fundamental, el presidente federal dispondrá de un plazo de 21 días para disolver el Bundestag. Y, una vez disuelto el Bundestag, las elecciones se celebrarán en un plazo de 60 días, según el artículo 39. Así es como se llega a la fecha de “finales de marzo, a más tarde”, que citó el canciller en su discurso.

Merz, en cabeza

Después de las elecciones, se abriría una tercera etapa, la de las negociaciones para formar una coalición. Los democristianos de Merz encabezan los sondeos, pero la fragmentación del hemiciclo y la pujanza de la extrema derecha —Alternativa para Alemania (AfD) podría ser segunda o tercera fuerza parlamentaria tras las elecciones— complicará la formación de una mayoría. Las negociaciones podrían durar hasta junio, según Jana Puglierin, jefa en Berlín del laboratorio de ideas European Council on Foreign Relations.

“Esto significa que Alemania no será capaz de tener un papel de liderazgo a escala europea”, dice Puglieren en una nota de análisis. “Aunque Alemania tampoco se ha distinguido en este terreno en los últimos tres años, ahora veremos desde Berlín todavía menos iniciativa, flexibilidad y predictibilidad.”

Pero también puede verse en otra manera. Sí, la parálisis alemana se prolongará hasta el verano. Y, con el regreso de Trump a la Casa Blanca en enero y Alemania en plena crisis económica e industrial, estos meses pueden darse políticamente por perdidos.

Pero sin la ruptura del Gobierno y sin las elecciones anticipadas, la llamada coalición semáforo (por los colores rojo, verde y amarillo de sus integrantes) habría continuado hasta el otoño de 2025. Y el propio Scholz, en el discurso en el que anunció la destitución de Lindner, le llamó “egoísta” y le acusó de “traicionar” su confianza, dijo que “Alemania necesita rápidamente claridad”. Este argumento —el de la “clarificación”— es idéntico al que el presidente francés Emmanuel Macron usó el pasado junio para justificar la disolución parlamentaria.

La agonía del semáforo, en vez de prolongarse durante casi un año, como habría sucedido sin la destitución de Lindner, solo se prolongará unos meses. En unos días debería aclararse cuántos.

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