El próximo primer ministro japonés anuncia elecciones anticipadas para finales de octubre
Shigeru Ishiba, que tiene previsto ser investido el martes, busca aprovechar el tirón de popularidad tras hacerse el pasado viernes con las riendas del partido gobernante
Shigeru Ishiba, llamado a ser, a partir de este martes, el próximo primer ministro de Japón, apenas ha perdido un minuto. El lunes, tres días después de haber salido elegido el viernes como presidente del Partido Liberal Demócrata (PLD), ha asegurado que tiene intención de convocar elecciones anticipadas el próximo 27 de octubre. El anuncio se produce un día antes de que Ishiba sea, casi con toda seguridad, investido por el Parlamento como nuevo primer ministro en sustitución de Fumio Kishida, ...
Shigeru Ishiba, llamado a ser, a partir de este martes, el próximo primer ministro de Japón, apenas ha perdido un minuto. El lunes, tres días después de haber salido elegido el viernes como presidente del Partido Liberal Demócrata (PLD), ha asegurado que tiene intención de convocar elecciones anticipadas el próximo 27 de octubre. El anuncio se produce un día antes de que Ishiba sea, casi con toda seguridad, investido por el Parlamento como nuevo primer ministro en sustitución de Fumio Kishida, que renunció en agosto a su reelección como líder del conservador PLD y, por tanto, decidió apearse del Gobierno. Se da por descontado que Ishiba tomará las riendas del Ejecutivo de la cuarta economía del planeta, ya que su partido goza de mayoría parlamentaria con ayuda de otra formación minoritaria.
Con el movimiento, Ishiba busca dar legitimidad a su mandato, y pasar página del escándalo de corrupción que ha sacudido a su partido, el gobernante PLD, y fulminado a Kishida. La campaña, probablemente, arrancaría el 15 de octubre, lo que ha airado al bloque de la oposición, que confiaba en tener más tiempo antes de que se disolviera la Cámara de Representantes (la Cámara baja) y de que el país se metiera en faena electoral. Los comicios, que no tenían fecha, debían celebrarse antes de octubre de 2025.
La apuesta por la rapidez era esperada por los analistas, que observan el movimiento como una forma de aprovechar el tirón de popularidad de Ishiba, un exministro de Defensa y veterano legislador de 67 años que, tras cuatro intentos previos, ha logrado al fin hacerse con la batuta de la formación que ha gobernado Japón casi sin interrupción desde 1955.
Bajo el sistema electoral nipón, los votantes eligen a los miembros de la Cámara de Representantes, y el partido que obtenga la mayoría de los escaños es el encargado de nominar al primer ministro, quien es más tarde designado formalmente por la Dieta Nacional (el Parlamento).
“La nueva Administración debe buscar un veredicto público lo antes posible. Si se dan varias condiciones, quiero que las elecciones generales sean el 27 de octubre”, ha dicho Ishiba en una comparecencia en Tokio este lunes, según ha recogido la agencia japonesa Kyodo. Este medio ha hecho notar lo poco frecuente de que un líder del PLD, que aún ha de ser investido como primer ministro, anuncie los planes para disolver la Cámara. Ishiba ha explicado que su intención ha sido dar tiempo suficiente a las autoridades electorales locales para prepararse: “Me aseguraré de que la gente tenga suficiente información antes de que tomen una decisión”.
Disolución de la Cámara baja
Tras su más que probable investidura, se espera que el próximo primer ministro pronuncie un discurso en el Parlamento el viernes y responda a las preguntas de los diputados de la oposición. El PLD ha propuesto que la sesión parlamentaria termine el 9 de octubre, lo que indica que este podría ser el día en que disuelva la Cámara baja para que los japoneses decidan la composición de sus 465 diputados (está previsto que la Cámara alta, en cambio, se vote el próximo julio). En estos momentos, el partido gobernante cuenta con 258 escaños, y aspira a mantener esa mayoría, algo que no está para nada asegurado, con la popularidad del partido tocando mínimos hace apenas unos meses.
El principal grupo de la oposición, el Partido Democrático Constitucional, de centroizquierda, cuenta con 99 escaños, y se ha preparado para la que era una esperable contienda en las urnas. El pasado lunes la formación eligió al ex primer ministro Yoshihiko Noda, también de 67 años, para presidir la formación y plantar batalla. Noda, uno de los políticos más experimentados de Japón, gobernó fugazmente entre 2011 y 2012, y fue sucedido por Shinzo Abe, del PLD, el jefe de Gobierno más duradero desde la posguerra en Japón, asesinado a tiros en un mitin dos años después de dejar el poder por motivos de salud.
Con el giro de timón, la política japonesa coge velocidad después de tres años con Kishida al frente. El nuevo líder del PLD se enfrenta al reto de renovar su partido, salpicado por el escándalo de corrupción, y de restaurar la confianza ciudadana en un momento en que el crecimiento económico en Japón sigue renqueante. El Banco Central se desenvuelve por primera vez en años en un entorno de tipos de interés positivos, sube el coste de la vida, la deuda está disparada y la región continúa en una tensa situación geopolítica.
La defensa será sin duda uno de los asuntos electorales. El nuevo Gobierno hereda un Japón en fase de revisión de su política militar, considerada tradicionalmente pacifista. Bajo el mandato de Kishida, Tokio ha vivido un acercamiento hacia su principal aliado, Estados Unidos, y ha anunciado el mayor fortalecimiento militar de Japón desde la II Guerra Mundial.
Ishiba, defensor de una especie de OTAN asiática, se ha inclinado a favor del fortalecimiento de las Fuerzas Armadas y de una reforma constitucional que deje claro que el país cuenta con fuerzas de autodefensa. Pero también pretende que la voz de Tokio se oiga más en cuestiones de Seguridad al tratar con su principal aliado, Estados Unidos. Es un perfil atípico: popular entre los líderes locales y rurales de su partido, pero no tanto entre las élites del PLD; más respetado entre el electorado que entre sus colegas legisladores. Fue elegido diputado por primera vez en 1986, a los 29 años, lo que le convirtió entonces en el miembro más joven del Parlamento. Ha prometido trasladar algunos ministerios y organismos gubernamentales fuera de Tokio para ayudar a reactivar las moribundas regiones de Japón, y ha propuesto crear una agencia que supervise la construcción de refugios de emergencia en todo Japón, un país propenso a los desastres.