Los fuegos comienzan a dar una tregua en Portugal
El secretario general de la ONU, António Guterres, relaciona la ola incendiaria que asola el país desde el domingo con el cambio climático
Después de cuatro jornadas en las que las llamas se multiplicaban por todas partes en el norte y el centro de Portugal, la mejoría de las condiciones meteorológicas dieron un respiro en las últimas horas a los equipos que participan en la extinción. La madrugada fue la menos extenuante para los bomberos, que encadenan cuatro noches consecutivas bregando contra fuegos de tal magnitud que colorean la oscuridad de rojo, d...
Después de cuatro jornadas en las que las llamas se multiplicaban por todas partes en el norte y el centro de Portugal, la mejoría de las condiciones meteorológicas dieron un respiro en las últimas horas a los equipos que participan en la extinción. La madrugada fue la menos extenuante para los bomberos, que encadenan cuatro noches consecutivas bregando contra fuegos de tal magnitud que colorean la oscuridad de rojo, disparan las partículas nocivas en el aire y acaban envolviendo en humo parte del cielo en Galicia. El aumento de la humedad y la disminución de intensidad del viento han sido aliados necesarios para aliviar la situación. El cambio invita a cierto optimismo en Protección Civil, donde confían en lograr dominar todos los siniestros entre jueves y viernes.
A las 18.00 (hora española) de este jueves había 118 fuegos, pero por primera vez, una gran parte estaba bajo control. La Autoridad Nacional de Emergencia y Protección Civil consideraba que 67 estaban en fase de conclusión y otros 11 en vías de resolución, entre ellos, algunos de los que han avanzado durante días en Oliveira de Azeméis y Sever do Vouga, en el distrito de Aveiro. Había otros 19 activos sobre los que se concentraban los esfuerzos, con 24 medios aéreos y 2.227 efectivos, a los que se suman 22 incendios en fase inicial. En total, las fuerzas desplegadas por el país eran de 4.426 efectivos, 1.300 medios terrestres y 26 medios aéreos.
La gravedad de esta ola incendiaria ha hecho que 2024 pase de ser uno de los años más benignos a uno de los peores de la última década, solo superado por el trágico 2017, cuando además de devastar 563.000 hectáreas, murieron 66 personas. En esta ocasión, según datos del Sistema Europeo de Información de Incendios Forestales, se han quemado desde enero 139.000 hectáreas, la mayoría (106.000) en estas últimas cuatro jornadas.
El secretario general de la ONU, el portugués António Guterres, alertó sobre la influencia del cambio climático en la multiplicación de episodios devastadores como los fuegos o las inundaciones. “Es totalmente evidente que el agravamiento de los incendios en Portugal, o el agravamiento de las inundaciones en la Europa central y oriental o en Nigeria, así como un conjunto de otros desastres que vemos multiplicar por todas partes en el mundo tiene una relación directa con el agravamiento de la crisis climática. Hoy nadie tiene dudas al respecto”, declaró a la agencia Lusa.
El Gobierno portugués ha declarado a los municipios afectados zona catastrófica para tratar de agilizar las ayudas. Además de siete víctimas mortales (cuatro bomberos y tres vecinos), los fuegos han destruido casas, almacenes, coches, establos y naves. Se han cerrado colegios y residencias de mayores. Y numerosas personas han tenido que ser realojadas en pabellones improvisados. En las localidades próximas a las áreas quemadas, los vecinos se está volcando en suministrar alimentos, ropa y objetos esenciales a las personas que lo han perdido todo.
La Policía Judicial detuvo este jueves a dos personas como sospechosas de haber causado incendios en Odivelas y Viana do Castelo en diferentes jornadas de agosto y septiembre. Según el último informe del Sistema de Gestión de Información de Incendios Forestales (SGIF), hasta el pasado martes 17 de septiembre se habían registrado 5.982 incendios, que habían calcinado 87.277 hectáreas. Comparado con los 10 ejercicios anteriores, representa un descenso drástico en el número de fuegos (hay un 44% menos) y, sin embargo, crece el área quemada (un 8% más), lo que denota que los siniestros son más peligrosos e incontrolables.