La elección de Sinwar como líder de Hamás aleja aún más un alto el fuego en Gaza
El nombramiento elimina los escasos contrapesos a su poder y acerca al movimiento islamista a Irán
El nombramiento de Yahia Sinwar como máximo líder político de Hamás aleja aún más la posibilidad de un alto el fuego en Gaza, que los mediadores internacionales tratan de impulsar estos días contra reloj. Es la varita mágica con la que Washington confía en generar un efecto dominó para que Irán y Hezbolá modulen su anunciada represalia a Israel y evitar el riesgo de guerra regional.
Sinwar, que pasó dos d...
El nombramiento de Yahia Sinwar como máximo líder político de Hamás aleja aún más la posibilidad de un alto el fuego en Gaza, que los mediadores internacionales tratan de impulsar estos días contra reloj. Es la varita mágica con la que Washington confía en generar un efecto dominó para que Irán y Hezbolá modulen su anunciada represalia a Israel y evitar el riesgo de guerra regional.
Sinwar, que pasó dos décadas de sus 61 años de vida en prisiones israelíes, es un líder más duro, al que Israel no quiere vivo, solo muerto; y que carece de la capacidad de negociar una tregua en persona, ya que lleva escondido los 10 meses de guerra. Ya tenía la última palabra sobre los borradores de pacto, pero su predecesor, Ismail Haniya ―al que presumiblemente el Mosad asesinó la pasada semana en Teherán― era más pragmático, podía viajar y residía principalmente en uno de los tres países negociadores, Qatar. “¿Cómo puede dar frutos una mediación cuando una de las partes asesina al negociador de la otra?”, se quejó entonces el primer ministro del emirato, Mohammed bin Abdulrahman al Thani.
El secretario de Estado de EE UU, Antony Blinken, ha quitado este miércoles hierro al reemplazo: “Como sucede desde hace tiempo, en realidad [el acuerdo] realmente depende de él”. Se le olvidó, o no quiso, citar otro nombre: el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
La elección, anunciada escuetamente por el movimiento islamista a última hora del martes en un comunicado, supone una afrenta a Israel, por tratarse del cerebro del ataque masivo sorpresa del 7 de octubre de 2023, que dejó casi 1.200 muertos y más de 250 rehenes (de los que casi la mitad siguen en Gaza, decenas de ellos sin vida). “Es otro motivo convincente para eliminarlo rápidamente y barrer esta vil organización de la faz de la tierra”, ha reaccionado su ministro de Exteriores, Israel Katz.
Sinwar es el mismo hombre que, un año antes, cuando se mostraba abiertamente en las calles de Gaza, pronunció estas frases en un discurso en la capital de la Franja. “Llegaremos a vosotros, con la ayuda de Dios, en un diluvio rugiente. Llegaremos a vosotros con innumerables cohetes, con innumerables soldados. Llegaremos a vosotros con millones de nuestra nación, marea tras marea”. Es una descripción del ataque (Israel la tomó en su momento por una bravuconada más) usando la palabra diluvio, que aparece en el nombre que recibió, Diluvio de Al Aqsa.
El anuncio de la “gloriosa operación” correspondió, en un mensaje de audio (su identidad es secreta), a su otro gran cerebro: el líder del brazo armado de Hamás, Mohamed Deif. Israel aseguró el mes pasado que lo mató en un bombardeo en Gaza que dejó casi 100 muertos. El grupo islamista no lo confirma, ni lo desmiente. Netanyahu también da por cadáver al número tres, Marwan Issa, con otra enorme explosión que se llevó decenas de civiles por delante. “Solo hay un sitio para Sinwar y es junto a Mohamed Deif y el resto de los terroristas del 7 de octubre. Es el único sitio que le preparamos y le tenemos reservado”, aseguró este martes el portavoz del ejército israelí, Daniel Hagari, en una entrevista.
Avi Issajarof, comentarista de asuntos palestinos en el diario israelí Yediot Aharonot y uno de los creadores de la famosa serie de televisión Fauda, interpreta el nombramiento como “la subordinación efectiva a Sinwar de la rama política de Hamás en su totalidad”. “Hasta anoche [martes], había cierta separación, una distribución de poder, una división de trabajo entre los altos funcionarios de Hamás en el extranjero (Haniya y otros) y los de Gaza. Ahora todo el movimiento de Hamás obedece a Sinwar en Gaza, incluso en teoría”, escribe. Haniya, que fue brevemente primer ministro de la Autoridad Nacional Palestina y gobernó Gaza durante una década, admite, ostentaba un poder más simbólico que efectivo desde que se estableció en Qatar, en la década pasada. “Pero su palabra”, matiza Issajarof, “siguió teniendo peso y conservó cierta influencia política. Ahora nadie se atreverá a estar en desacuerdo con el todopoderoso líder que se ve a sí mismo como un salvador y posiblemente como el mesías de los palestinos”, señala en referencia a Sinwar.
La rama política en el exilio (Qatar, Líbano…) mantenía una tensa relación con el liderazgo de la Franja, en manos de Sinwar, que tiene una enemistad personal con Jaled Meshaal, uno de los nombres que sonaban con más fuerza como sustituto de Haniya. La elección del primero sobre el segundo acerca a Hamás a Teherán y lo aleja del Golfo. También convierte las dos ramas casi en indistinguibles. Sinwar, que ejecutó a palestinos por cooperar con el enemigo israelí y vivió de la facción armada, ha pasado 23 de sus 61 años de vida en prisiones israelíes. Salió en 2011, en el canje de más de 1.000 reclusos por un soldado israelí capturado por Hamás cinco años antes, Guilad Shalit.
Nada se ha acordado sobre Gaza estos meses sin su luz verde. Los analistas de inteligencia dan por hecho que sigue en la Franja, que no ha huido a Egipto por uno de los túneles. Tampoco usa medios electrónicos, para que no lo localice Israel, con todos los sistemas de espionaje movilizados para encontrar a su enemigo número uno. Netanyahu sueña con entregar su cabeza al público israelí como consumación de la venganza y carta electoral. Quienes lo han tratado definen a Sinwar como un hombre frío, directo, de pocas palabras y mirada penetrante. Estos días, confía en un número muy reducido de personas para pasar mensajes orales de la forma tradicional.
Ahora, uno de los principales puntos de contención de un acuerdo de alto el fuego es una cláusula para que las tropas israelíes mantengan tras la guerra el control de la frontera entre Gaza y Egipto, conocida como Corredor Filadelfia. Supondría recuperar una presencia militar permanente, como la que tuvo entre la Guerra de los Seis Días de 1967 y la evacuación unilateral de colonos y soldados en 2005, decidida por Ariel Sharon. Es el único paso fronterizo de Gaza que no da a Israel, que da por hecho que el armamento empleado el 7 de octubre llegó a través de los túneles que la cruzan.
Netanyahu, sin interés alguno en concluir la guerra y apuntalado por socios ultraderechistas más interesados en vaciar Gaza de palestinos lo más posible y recolonizarla que en devolver a sus casas a los rehenes, añadió esa cláusula a la propuesta inicialmente presentada por la delegación israelí. Es la que el presidente de EE UU, Joe Biden, hizo pública en mayo (con más énfasis en las partes que le interesaban) para intentar forzar al primer ministro a decidirse. Le salió mal la apuesta y Netanyahu siguió adelante. Luego llegó el desastre de Biden en el debate, su forzada renuncia y todo pasó a un segundo plano.
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