Meloni elige seguir con la ultraderecha al otro lado del cordón sanitario

La primera ministra italiana mantuvo hasta el final la duda de si apoyaría o no a Von der Leyen. Su plan es seguir trabajando su excepcionalidad y colaborar de forma puntual con la Comisión Europea

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, con el rey Carlos III de Inglaterra en una reunión de los líderes europeos celebrada este jueves en Oxford.Hollie Adams (REUTERS)

Los tres partidos del Gobierno italiano se presentaron este jueves en Estrasburgo cada uno con una postura distinta en la votación para reelegir a Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión. Forza Italia, a favor. La Liga, en contra. Y el más importante de los tres, Hermanos de Italia, de Giorgia Meloni, depende. Su grupo europeo, Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), fue el único que no aclaró antes su intención de voto. Sol...

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Los tres partidos del Gobierno italiano se presentaron este jueves en Estrasburgo cada uno con una postura distinta en la votación para reelegir a Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión. Forza Italia, a favor. La Liga, en contra. Y el más importante de los tres, Hermanos de Italia, de Giorgia Meloni, depende. Su grupo europeo, Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), fue el único que no aclaró antes su intención de voto. Solo una vez conocido el resultado anunció que habían votado “no”, aunque para entonces esto ya era irrelevante, pues la nueva presidenta tenía votos suficientes con el apoyo de Los Verdes. Ese respaldo, precisamente, fue el argumento que esgrimió el partido de Meloni para explicar su voto contrario, pues aborrece el Plan Verde de la Comisión, que para ellos es una línea roja. “Ha hecho imposible nuestro voto”, explicó su delegación, que enseguida matizó: “Por otra parte, queremos tener una relación extremadamente constructiva” y en la legislatura “la partida se jugará sobre los contenidos”. Es decir, Meloni prefiere seguir al otro lado del cordón sanitario, con la ultraderecha populista europea. Pero con un salvoconducto especial, con derecho a atravesarlo para entrar y salir de vez en cuando, y seguir trabajándose la respetabilidad y su condición de excepción en ese bando.

La primera ministra italiana se ha visto estas semanas en un callejón de difícil salida, atrapada entre su deseo de ser aceptada en la UE como un partido más, con acceso a los acuerdos de reparto de poder, lo que implicaba como señal de buena voluntad apoyar la renovación de la presidenta de la Comisión, y por otro lado, seguir manteniendo el otro pie entre sus socios de la ultraderecha, para no ser considerada una traidora. Todo el grupo de Patriotas por Europa, el tercero de la Cámara, donde están el húngaro Viktor Orbán, Marine Le Pen y Vox, habla de Von der Leyen como el demonio en persona. Para Meloni, alinearse con ella era mucho viaje después de celebrar en las elecciones europeas del 9 de junio el auge de la ultraderecha, proclamar que debía ser tenida en cuenta y escenificar que, no solo no tiene incidencia, sino que ella misma apoya la política tradicional.

“Hemos sido coherentes, no compartimos el método ni el mérito de la elección, pero la colaboración con la Comisión continuará, por ejemplo en inmigración”. Meloni está dolida porque Italia quede en una posición marginal, pese a ser el tercer país por población de la UE, pero mantendrá un canal abierto. Seguirá haciendo lo que Von der Leyen dijo que apreciaba de ella antes de las elecciones, el poder trabajar en asuntos puntuales, cuando aún no sabía si le haría falta su apoyo: “Trabajo bien con Meloni, es una europeísta”. De hecho, tras la reelección, la mandataria italiana le deseó el jueves “lo mejor en su trabajo”. En la práctica, los intentos de la primera ministra de Roma de sacar algo en limpio en Bruselas no han tenido resultado. Solo le queda pelear por un comisario de peso, aunque a Italia en general ya le suele corresponder uno de relevancia por ser el tercer país de la UE. Pretende al menos una vicepresidencia ejecutiva, pero también parece muy cuesta arriba.

Ataques en Italia de su propio socio de Gobierno

En este camino entre dos aguas que Meloni ha seguido estos años buscando una línea propia nadie se lo ha puesto fácil, en ninguno de los dos lados, cuando ha llegado la hora de la verdad. Antes de las elecciones europeas, ante la incertidumbre de los resultados, el Partido Popular Europeo (PPE) jugueteó con la idea de abrirse a pactos con la ultraderecha, pero una vez que tienen los números suficientes, el cordón ha vuelto a extenderse para cerrarle el paso. “No permitiré a los extremistas destruir la UE”, proclamó en su discurso Von der Leyen, que a su vez había recibido vetos contra Meloni de sus aliados, socialdemócratas y liberales. Condicionaban su apoyo a dejarla fuera, igual que Los Verdes. Al mismo tiempo, la jefa del Gobierno italiano ha tenido que soportar un día sí y otro también los ataques de su socio, Matteo Salvini, líder de la Liga, que en busca de protagonismo ha aprovechado para exhibirse como el más ultra del Ejecutivo y la forzaba a tomar postura. Más aún cuando Orbán formó el nuevo grupo Patriotas por Europa, que aglutinó a casi todos los grandes partidos de la ultraderecha, y vació el suyo, dejándola aún más aislada.

Para Meloni, apoyar a Von der Leyen era casi como cambiar de bando. Ganaba tiempo porque aún esperaba obtener algo que vender a su electorado como un logro que hubiera hecho merecer la pena la operación. Calculaba que sus 24 diputados podrían ser valiosos para Von der Leyen ante la posibilidad de deserciones en el voto secreto. Pero al final a la presidenta no le han hecho falta, aunque en la prensa italiana se apunta que bajo ese mismo amparo del voto secreto puede haber pactado garantizarle algunos apoyos. El partido de Meloni lo desmintió secamente: “Somos gente seria, los acuerdos los hacemos a la luz del Sol”.

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Lo cierto es que en los días previos hubo señales de que algo se movía, se abrió momentáneamente el cordón sanitario. El martes, Hermanos de Italia consideró un triunfo casi histórico el haber obtenido una vicepresidencia del Parlamento Europeo, una de las dos asignadas a ECR. Difundió una nota entusiasta: “Por primera vez una representante de la derecha italiana es elegida vicepresidenta” (en realidad es la segunda vez, ya hubo una del partido de Berlusconi). “Se trata de un importante reconocimiento a la acción política desarrollada por Hermanos de Italia en el ámbito europeo (…) Una posición de prestigio que consentirá a nuestro partido y a Italia poder representar mejor los intereses de Italia en Europa”. Esa es la tecla que tocan para hacer ver que sus cesiones y decisiones tienen premio y así podrán tener voz en inmigración, fronteras o agricultura. La nueva vicepresidenta es Antonella Sberna, de 42 años, que precisamente consideró su elección la prueba de que son “una derecha de gobierno, realista, seria y creíble”.

Pero al mismo tiempo Meloni sigue teniendo que cuidar sus relaciones con el otro frente, el campo ultra al otro lado del cordón sanitario. Ya en la primera resolución votada en el Parlamento Europeo, de apoyo a Ucrania, Hermanos de Italia votó en contra de la enmienda que condenaba el viaje de Orbán a Moscú. Y así seguirá, entrando y saliendo a través del cordón, obviando su existencia.

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