La extrema derecha ve esfumarse su sueño de gobernar en Francia
El Reagrupamiento Nacional vuelve a crecer en la Asamblea Nacional, pero el tercer puesto deja al partido lejos de la mayoría necesaria para formar gobierno y supone un golpe duro a la formación
El sueño de la extrema derecha de llegar al poder en Francia ha vuelto a pinchar. Y a lo grande. De verse ya formando gobierno por primera vez en la V República y con mayoría absoluta, ha pasado a quedar en un lejano tercer lugar, tras el bloque de izquierdas y hasta de las fuerzas macronistas, a las que había dado prácticamente por muertas. El ambiente en el salón de eventos de París, donde el Reagrupamiento Nacional (RN) pensaba celebrar a lo grande su esperado éxito, pasó en pocos m...
El sueño de la extrema derecha de llegar al poder en Francia ha vuelto a pinchar. Y a lo grande. De verse ya formando gobierno por primera vez en la V República y con mayoría absoluta, ha pasado a quedar en un lejano tercer lugar, tras el bloque de izquierdas y hasta de las fuerzas macronistas, a las que había dado prácticamente por muertas. El ambiente en el salón de eventos de París, donde el Reagrupamiento Nacional (RN) pensaba celebrar a lo grande su esperado éxito, pasó en pocos minutos a ambiente de funeral, conforme iban saliendo unos resultados que, aunque demuestran que la formación de Marine Le Pen sigue aumentando su fuerza parlamentaria, alejan más que nunca la ilusión del poder que habían llegado a acariciar las últimas semanas.
Por una vez, el siempre controlador Jordan Bardella no lograba ocultar su frustración. El delfín de la líder del RN, que se veía ya como el primer jefe de Gobierno de la extrema derecha llegado al poder por la vía democrática, salió solo para denunciar la “alianza contra natura” que, según él, ha “privado a millones de franceses de su deseo de recomponer Francia” y lanza al país “a los brazos de [Jean-Luc] Mélenchon”, el líder del partido de izquierda radical La Francia Insumisa. Con todo, Bardella aseguró que no tira la toalla. “Todo comienza esta noche”, prometió. “Ante el partido único”, en referencia a la “alianza del deshonor” entre macronistas y partidos de izquierdas, Bardella lanzó entre aplausos lacónicos de los asistentes: “Seguiré aquí, para vosotros, hasta la victoria. Esta noche, un viejo mundo ha caído y nada puede frenar a un pueblo que vuelve a tener esperanza”.
Y es que para cuando salió a hablar, la mayoría de los alrededor de medio millar de militantes invitados habían empezado a irse o se concentraban en el bar instalado al fondo de la sala, apurando las bebidas con gesto derrotado. Las banderas ―todas francesas, ninguna europea― que varios voluntarios habían repartido poco antes colgaban desangeladas de la mano, o habían sido directamente guardadas.
“Sí, hemos logrado menos de lo esperado porque se han unido todos contra nosotros”, lamentaba Nicolas Fouché, un militante “de toda la vida”, mientras aferraba su copa de vino. “Pero vamos a seguir hasta llegar al poder. Somos el bloque más unido”, se animaba a sí mismo y a quien quisiera escucharle.
La líder del partido, Marine Le Pen, fue breve tras conocerse las proyecciones de resultados. “La situación de Macron es insostenible”, declaró a la cadena TF1. “Nuestra victoria ha sido retrasada”, continuó Le Pen, que también criticó el cordón sanitario de la izquierda, centristas y parte de la derecha para cortarle el paso al Gobierno. Y auguró “unos años más de inmigración y de perder poder adquisitivo”. “Pero si hay que hacerlo así…”, agregó.
Aunque el batacazo final ha sido una sorpresa para prácticamente todos, la euforia de una victoria sin precedentes, apoyada por los resultados de las elecciones europeas y los de la primera vuelta de las legislativas, el 30 de junio, se había ido diluyendo la última semana, conforme se iba afianzando el cordón sanitario que hasta ahora siempre ha logrado frenar a los ultras in extremis.
Las elecciones triangulares, donde el voto queda más disperso, habrían beneficiado al RN. Pero más de 200 desistimientos (la renuncia del tercer candidato clasificado en la primera vuelta para concentrar los votos en la segunda en el oponente con más posibilidades de batir al del RN) hicieron que, desde mediados de semana al menos, los principales institutos demoscópicos empezaran a alejar cada vez más al partido de Le Pen de la cifra soñada de la mayoría absoluta de 289 escaños.
A medida que pasaban los días y se disparaban los rumores de posibles alianzas inéditas entre partidos que hasta entonces se habían tirado todos los trastos posibles, incluso la posibilidad de una mayoría relativa “sólida” del RN pronosticada hasta entonces, en torno a los 270 diputados, comenzó a reducirse sensiblemente. Pero nadie esperaba que se quedaran tan lejos de la meta soñada.
El nerviosismo empezó a hacerse patente ya entonces entre el RN. Hasta el punto de que un Bardella que hasta entonces se veía como primer ministro —idea que ha repetido cada vez que ha tenido un micrófono delante— empezó a denunciar la maniobra como una “alianza del deshonor”. Y calificó a la alianza en torno a su formación como el “verdadero frente republicano”, en referencia al nombre con el que en Francia se conoce al cordón sanitario que hasta ahora ha logrado frenar a la extrema derecha. En su último mensaje en las redes sociales antes de que concluyera la campaña exprés, el viernes, Bardella llamó a los suyos a movilizarse este domingo para “no dejarse robar la victoria”.
También una Le Pen cada vez más irritada denunció las maniobras de un “partido único” conformado por los que “quieren conservar el poder contra la voluntad del pueblo”, aunque, en último término, sea ese pueblo el que se ha pronunciado con su voto anti-RN.
Además de las alianzas anti-RN, el partido lepenista ha cometido sus propios errores. No midió bien el impacto de propuestas como su plan de impedir a los binacionales obtener puestos sensibles en materia de seguridad nacional (tanto en defensa como en centrales nucleares, por ejemplo). Aunque teóricamente solo afectaría a unas decenas de personas y es una práctica asumida en muchos países, fue denunciada como una prueba de ese espíritu antiinmigración que inunda todo el partido de extrema derecha. Y en Francia son más de tres millones de personas las que tienen dos pasaportes.
Bardella tampoco estuvo especialmente fino al intentar minimizar como un puñado de “ovejas negras” los casos de candidatos del RN controvertidos que no han parado de surgir, sobre todo los últimos días de campaña: una candidata a diputada posando con una gorra militar nazi aquí, otra postulante que había sido condenada por una toma de rehenes en una alcaldía allá; un candidato que minimiza en televisión las palabras del fundador del partido, Jean-Marie Le Pen, calificando las cámaras de gas como un “detalle” de la historia, otra que niega ser racista porque “su dentista es musulmán y su oculista judío”.
Tampoco ayudó a la formación el apoyo explícito (con una foto de Le Pen celebrando los buenos resultados de la primera vuelta) del Ministerio de Exteriores ruso a finales de semana. Aunque el RN se apresuró a distanciarse del mensaje en X, este ha vuelto a poner de relieve la gran cercanía que el partido, empezando por la propia Le Pen, ha mantenido durante años con el Kremlin. Una cercanía —la revista L’Obs asegura que uno de cada tres eurodiputados del RN fue invitado por Vladímir Putin en la legislatura precedente— que reaviva las suspicacias en momentos en que Rusia es percibida, tras su invasión de Ucrania, como la mayor amenaza a la seguridad europea.
Con todo, el resultado de este domingo confirma el avance, también sin precedentes, de una formación que hasta hace poco era prácticamente un partido apestado. Ahora no solo vuelve a aumentar su fuerza en la Asamblea Nacional, también ha conseguido convertirse en un partido al que muchos franceses reconocen abiertamente votar, algo que antes no hacían.
A eso se aferraba Cécile, una militante de 31 años de La Courneuve, en las afueras de París, invitada a la fiesta aguada del RN. “No importa tanto el resultado, estoy contenta porque en los últimos años hemos ido remontando de forma increíble, también hay muchas nuevas adhesiones. Hay que centrarse en eso, eso es lo positivo”, aseveraba. Mathes, un estudiante de 19 años, dos de ellos de militancia en el RN atraído por el “efecto Bardella”, también trataba de mantener el ánimo. “Son más escaños que en 2022. Y eso solo es un paso para 2027″, afirmaba con la vista puesta en el próximo gran reto para el partido y Francia, las presidenciales que Le Pen siempre planteó como su gran momento. Pero tampoco eso está ya tan claro tras el inesperado batacazo de este domingo.
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