Pulso de credibilidad entre los tres bloques que se disputan el poder en Francia
Sin grandes sorpresas, el primer debate televisado de campaña de cara a las elecciones legislativas en Francia es usado por los candidatos para intentar mostrar su capacidad de gobernar
El primer cara a cara entre los representantes de los tres bloques que se disputan el poder en Francia en las inminentes elecciones legislativas se ha convertido, tras una campaña vertiginosa repleta de acusaciones de “extremismo” y de agitación de miedos, en un pulso...
El primer cara a cara entre los representantes de los tres bloques que se disputan el poder en Francia en las inminentes elecciones legislativas se ha convertido, tras una campaña vertiginosa repleta de acusaciones de “extremismo” y de agitación de miedos, en un pulso de credibilidad y respetabilidad para demostrar que, el 7 de julio, serán capaces de gobernar el país. Una posibilidad cada vez más cuestionada en vista de que los sondeos no dan la mayoría absoluta a ninguna de las fuerzas y estas, por ahora, tampoco se muestran dispuestas a formar alianza alguna, ni siquiera para frenar a la pujante extrema derecha.
En hora y media de debate televisado, los aspirantes a primer ministro de la extrema derecha, Jordan Bardella; del bloque macronista de centro, Gabriel Attal, y el representante de la alianza de izquierdas, Manuel Bompard, han desgranado, sin grandes sorpresas ni novedades, sus programas en materia económica —la gran batalla de estas elecciones, con planes fuertemente cuestionados por su alto coste en un país altamente endeudado—, seguridad e inmigración, caballo de batalla de Reagrupamiento Nacional (RN). Centrados sobre todo en problemáticas nacionales, han ignorado las grandes cuestiones de política internacional, como la guerra en Ucrania o el conflicto en Oriente Próximo, pasando muy de refilón por los posibles choques de sus programas con la UE.
En lo único que los tres han estado de acuerdo en un debate por momentos tenso, aunque en un tono bastante comedido y sin grandes ataques personales, es en que las elecciones del 30 de junio y 7 de julio supondrán un antes y un después en Francia.
Bardella, que no ha perdido ocasión de hablar de sí mismo como “primer ministro”, ha dicho que los franceses tienen la “ocasión histórica de pasar la página de siete años de macronismo (…) y de la indiferencia ante la angustia del fin de mes, ante la inseguridad y dificultad de acceso a servicios públicos”. Y ha planteado su fórmula, la del partido de extrema derecha que preside, el RN, junto con una escisión de la derecha conservadora, como “la única” que puede impedir el “peligro” que representaría que la “extrema izquierda” llegue al poder y haga “primer ministro a Jean-Luc Mélenchon”, el líder de Francia Insumisa (LFI).
No era un comentario al aire, y menos al usarlo en su último turno de palabra. Bardella es consciente de que Mélenchon está siendo uno de los mayores quebraderos de cabeza de la alianza de izquierdas. Su capital de votos es fundamental para frenar al RN, pero sus posturas, y sobre todo el propio Mélenchon, con sus ganas apenas disimuladas de tener un papel de liderazgo tanto en la campaña como en el panorama político que se configurará tras el 7 de julio, son un repelente para los votantes más moderados.
Precisamente por ese sambenito, si el desafío de Bardella era mostrarse, como ha dicho, “creíble, razonable y responsable”, el del representante de la alianza de izquierdas Nuevo Frente Popular (NFP), Manuel Bompard, coordinador nacional de LFI (al segundo y último debate, el jueves, acudirá el jefe de los socialistas), ha sido evitar todo gesto o palabra que pudiera sonar a radical. Mientras los otros candidatos no han dudado en lanzarse ataques, Bompard ha sido el que menos descalificaciones ha realizado y ha mantenido un tono calmado en todo momento.
Bompard también ha planteado las elecciones como una oportunidad de “abrir una nueva página en la historia de Francia” si los franceses “no se resignan” a caer en el “abismo del miedo” que supone la extrema derecha y su programa. “Desde la disolución de la Asamblea Nacional, muchos viven en el miedo de ver a la extrema derecha llegar al poder, en el miedo al cuestionamiento de nuestras libertades fundamentales y derechos, incluso de tener que abandonar el país que los ha acogido. Se puede impedir que ese miedo se convierta en realidad”, ha afirmado en su alegato final para pedir el voto al NFP.
Attal, mientras tanto, que como primer ministro saliente y cara de un bloque, el macronista Ensemble, al que todas las encuestas sitúan como el gran perdedor de las legislativas, ha intentado durante todo el debate desacreditar las propuestas “extremistas” de sus rivales y se ha intentado presentar como la única garantía de que el país no aumentará más aún su déficit ni, tampoco, los impuestos. “Como primer ministro, no tengo ganas de hacer creer en la Luna”, ha dicho respecto de las propuestas de los otros candidatos, que han caído en disputas sobre el costo de sus principales medidas para favorecer el poder adquisitivo —bajar el IVA de energía y carburantes, el RN; bloquear los precios de productos de primera necesidad, el NFP— y hasta en contradicciones sobre cuánto rebajar la edad de la jubilación, otro de los temas estrella de esta campaña tras la reforma de las pensiones del presidente Emmanuel Macron que provocó duras protestas sociales durante meses.
El debate se ha producido cuando empiezan a perfilarse estrategias para la segunda vuelta del 7 de julio. Es ahí cuando los franceses deben decidir si dan la mayoría absoluta, como ha pedido Bardella, al RN para poder gobernar, o si deciden frenar la llegada por primera vez en la historia moderna de Francia de la extrema derecha al poder.
El problema son las múltiples triangulaciones que previsiblemente se producirán tras las elecciones de este domingo en muchas circunscripciones si se clasifican para la segunda vuelta más de dos candidatos. Y ahí está la clave: asumiendo que uno de ellos será, con toda seguridad, del RN, quedará en manos de los otros dos decidir si se alían y acuerdan la retirada de uno de ellos o si, por el contrario, deciden seguir todos adelante. El primer caso es la estrategia privilegiada —y más lógica— para frenar al RN, puesto que evitaría al menos que se dispersaran los votos. Pero hay muchas dudas y recelos en el caso de que la final quede entre un candidato RN y un miembro de LFI.
Conscientes de ese desafío, y que en estas elecciones cada escaño va a contar más que nunca, más de 220 personalidades políticas francesas han firmado este martes una tribuna en Le Monde llamando a pactar desde ya, antes de la primera vuelta, un acuerdo para aclarar lo antes posible cuál será el candidato unido a desafiar al de RN.
“Pese a las profundas divergencias que existen entre las fuerzas democráticas, nos parece indispensable que se entiendan para impedir que el RN obtenga una mayoría en la Asamblea Nacional el 7 de julio”, señalan los signatarios, entre ellos los secretarios generales del PS, Olivier Faure, y de los Verdes, Marine Tondelier, pero también algunos ministros macronistas como Clément Beaune o Agnès Pannier-Runacher. “Eso implica evitar las triangulares en segunda vuelta retirando al candidato o candidata peor situado y de apoyar en todas partes de forma activa al candidato o candidata de las fuerzas democráticas que quede frente al RN. Para acelerar la movilización ciudadana ante el RN, esa decisión debería conocerse ya, sin esperar al 30 de junio, por los responsables de todas las fuerzas políticas, ya sean del NFP, de la mayoría saliente o de la derecha republicana”, sostienen los altos responsables, entre los que no figuran los máximos responsables de LFI o del Partido Comunista, pero sí otras personalidades, como la alcaldesa socialista de París, Anne Hidalgo, que hasta ahora no han apoyado siquiera la alianza de izquierdas.
Parece difícil, sin embargo, que esta propuesta vaya a tener mucho recorrido. Según varios medios, en una reunión telefónica celebrada este martes por Macron con Attal y jefes de partido de las formaciones que forman Ensemble, entre otros, se habría llegado al consenso sobre una la línea “ni-ni”, ni RN ni LFI, en una segunda vuelta, aunque queda por afinar “circunscripción por circunscripción” la estrategia a seguir en caso de que la triangulación sea con un candidato de otra formación de izquierda.
Sigue toda la información internacional en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.