El ultraderechista Wilders renuncia a ser primer ministro de Países Bajos por falta de apoyos
El paso a un lado del líder del Partido por la Libertad permite continuar con las negociaciones de una coalición de gobierno, que llevaban estancadas cuatro meses
Geert Wilders, el líder holandés de extrema derecha, cuyo Partido por la Libertad (PVV) ganó las elecciones del pasado noviembre en Países Bajos, ha renunciado a ser primer ministro. No ha logrado el apoyo unánime de los jefes de las otras tres formaciones con las que lleva cuatro meses intentando pactar una coalición. Su decisión permite seguir adelante con unas negociaciones que, en estos momentos, llevan camino de alumbrar un Gobier...
Geert Wilders, el líder holandés de extrema derecha, cuyo Partido por la Libertad (PVV) ganó las elecciones del pasado noviembre en Países Bajos, ha renunciado a ser primer ministro. No ha logrado el apoyo unánime de los jefes de las otras tres formaciones con las que lleva cuatro meses intentando pactar una coalición. Su decisión permite seguir adelante con unas negociaciones que, en estos momentos, llevan camino de alumbrar un Gobierno de tinte tecnócrata, con ministros y secretarios de Estado procedentes de fuera de la política, aunque puedan tener carné de un partido. Según esta fórmula, Wilders permanecería como jefe de su grupo parlamentario. La elección del primer ministro se consensuaría entre los partidos negociadores.
El líder ultraderechista, muy aficionado a utilizar su cuenta de X, ha anunciado su paso atrás con un mensaje a medio camino entre la resignación y el orgullo patrio. “Solo puedo ser ministro si todos los partidos de la coalición lo apoyan. No ha sido así”, dice. Luego añade que desea un Ejecutivo de derechas, “con menos asilo e inmigración”, y termina con una oda al país que deseaba gobernar. “Los holandeses son lo primero. El amor a mi país y a mis votantes es grande y más importante que mi propio cargo. Amo a Países Bajos”, asegura.
Los otros tres partidos en liza para el nuevo Gobierno son los liberales de derecha (VVD), Nuevo Contrato Social (NSC) y el Movimiento Campesino-Ciudadano (BBB). De llegar a un pacto definitivo de coalición, sus líderes se muestran dispuestos a quedarse, como Wilders, en sus escaños y encabezando sus respectivos grupos en el Congreso.
El PVV obtuvo 37 escaños en los pasados comicios de 2023, dando un vuelco a la política holandesa. Wilders llegó a tener 24 escaños en 2010, convirtiéndose en la segunda fuerza nacional, pero no ha conseguido llegar al poder por el cordón sanitario formado por el resto de fuerzas para evitarlo. Nadie quería colaborar con él. Una vez que ganó las elecciones, le correspondía encabezar las negociaciones para una nueva coalición y el proceso no está siendo fácil.
A principios de febrero, el exdemocristiano Pieter Omtzigt, líder del NSC, un partido de nueva planta, se retiró de la primera ronda de contactos porque no se fiaba de que Wilders respetase la Constitución. El líder ultraderechista atemperó su postura contra el islam —aunque no modificó el programa electoral, que seguía colgado en su web— y Omtzigt ha acabado regresando a la mesa.
La renuncia del ultraderechista, y la buena disposición de los otros tres partidos a seguir negociando si él no es primer ministro, ha abierto paso este jueves al informe del exsenador socialdemócrata Kim Putters, que ha mediado en las conversaciones con estos partidos. Putters propone un “Gabinete programático”, basado en “acuerdos de colaboración entre los partidos, y a ser posible con otras formaciones también, para poder elaborar un programa de gobierno con medidas concretas”. Una vez llegado ese momento, se podrá hablar de nombramientos y cargos “con nombres de dentro y fuera de la política”, ha dicho. En su opinión, lo mejor sería que la mitad de los futuros ministros del nuevo Ejecutivo “no tengan lazos con los grupos negociadores”. Lo esencial es que “haya confianza suficiente entre estas cuatro agrupaciones”, ha asegurado.
De pactarse un “Gabinete programático”, sin participación de los líderes de los partidos, el Congreso tendría mayor protagonismo durante la legislatura, y sería preciso llegar a acuerdos puntuales en cuestiones de finanzas públicas, migración y el papel internacional de Países Bajos. No está claro quién será designado nuevo primer ministro, una decisión mancomunada entre los negociadores. El voto de Wilders será, eso sí, decisivo para ese nombramiento. “Está bien que nos miremos a los ojos y podamos debatir en paz”, dijo Omtzigt, poco antes de que Wilders anunciara su paso a un lado.
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