Suecia relanza su ‘ejército’ de civiles para ayudar en la defensa ante una posible agresión extranjera

El país escandinavo, nuevo miembro de la OTAN, potencia la formación de reservistas y el servicio militar obligatorio con la amenaza rusa en ciernes

Un grupo de voluntarios de la Guardia Nacional de Suecia ensayan en un campo de tiro, el pasado viernes en Kungsängen.Filippa Lundgren

Una veintena de hombres y tres mujeres se ponen de rodillas y apuntan con sus rifles a unos blancos de cartón que representan a tropas enemigas. Todos son voluntarios de la Guardia Nacional de Suecia, y la mayoría ha tenido que esperar más de 20 meses desde que solicitaron su ingreso en la fuerza de reserva. “¡Vaya grupo me ha tocado hoy, fresco y bueno!”, exclama uno de los instructores tras la primera ráfaga de disparos. Los fl...

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Una veintena de hombres y tres mujeres se ponen de rodillas y apuntan con sus rifles a unos blancos de cartón que representan a tropas enemigas. Todos son voluntarios de la Guardia Nacional de Suecia, y la mayoría ha tenido que esperar más de 20 meses desde que solicitaron su ingreso en la fuerza de reserva. “¡Vaya grupo me ha tocado hoy, fresco y bueno!”, exclama uno de los instructores tras la primera ráfaga de disparos. Los flamantes reservistas que ensayan con temperaturas bajo cero en el campo de tiro de Kungsängen, 30 kilómetros al noroeste de Estocolmo, la capital, se suman a las decenas de miles de suecos que han mostrado interés en aportar su granito de arena a la defensa total del país, un concepto que surgió durante la II Guerra Mundial y ha resucitado con fuerza desde la invasión rusa de Ucrania.

“No dudé ni un instante. Cuando comenzaron los bombardeos en Ucrania, tuve claro que debía alistarme”, asiente orgulloso Max Grimborg, de 23 años, el más joven del grupo que recibe esta semana el curso de formación en la base de la Región Militar Central. El primer día, los voluntarios recogen su equipamiento militar y asisten a unas clases teóricas — “sobre lo que implica la adhesión a la OTAN [formalizada el pasado jueves] y las amenazas que representa Rusia”, resume Grimborg—. Las dos jornadas siguientes se centran en el manejo de armamento, y la última se dedica casi exclusivamente a la limpieza de las instalaciones.

“Han sido dos años de espera, pero me alegra mucho que por fin haya llegado el momento. Mi familia me ha apoyado en todo; mi novia, por miedo, no tanto”, subraya Grimborg, quien profesionalmente se dedica al sector de los videojuegos y a partir de ahora tendrá la obligación de emplear al menos nueve días al año en mejorar su preparación en la Guardia Nacional, fuerza militar reservista. El joven, natural de Estocolmo, se siente cómodo en este ambiente. Como muchos otros de los miembros que han sido admitidos en la Guardia Nacional en los dos últimos años, ya contaba con la experiencia del servicio militar obligatorio.

Magnus Lüning, comandante de la Región Militar Central, sostiene que la Guardia Nacional no tiene capacidad para aceptar a todos los ciudadanos que pretenden incorporarse. El capitán, sonriente, enérgico y con más de 40 años de experiencia en la Armada, describe que faltan instalaciones, instructores y material para poder formar a la avalancha de voluntarios que se han inscrito en los últimos 24 meses. En 2022 recibieron 29.000 solicitudes, un 700% más que el año anterior.

El comandante incide, en su despacho en el cuartel de Kungsängen, en que, tras el colapso de la Unión Soviética, las Fuerzas Armadas de Suecia quedaron disminuidas al mínimo, el Ejército de Tierra se redujo en un 90% y sus fuerzas navales y aéreas en casi un 70%. La inversión anual en defensa cayó del 3% del PIB a cerca del 1%. “En los últimos años se ha revertido por completo la tendencia, pero un giro de esta magnitud lleva su tiempo”, desarrolla Lüning, quien constantemente muestra su satisfacción con el reciente ingreso en la Alianza Atlántica.

Max Grimborg, en el curso introductorio de la Guardia Nacional, el pasado viernes.Filippa Lundgren

El ejército de civiles que compone la Guardia Nacional es una de las muchas patas del sistema de defensa total. Kristina Syk, miembro de la Asociación Sueca de Defensa, se ha dedicado durante los últimos 15 años al desarrollo de la defensa total —o integral—. “Cuando comencé, era un concepto muerto. La base legal seguía vigente, pero nadie trabajaba en ello y la mayoría de la ciudadanía había olvidado su existencia”, sostiene por teléfono. La experta agrega que en la segunda mitad del siglo pasado, “toda la población era consciente de que debía involucrarse en caso de guerra”.

La defensa total comenzó a resurgir en 2014, el año en que Rusia se anexionó ilegalmente la península ucrania de Crimea y comenzaron los combates en la región de Donbás. Tres años después se recuperó el servicio militar obligatorio para hombres y mujeres, aunque en la actualidad afecta a una pequeña proporción de los jóvenes que cumplen la mayoría de edad, seleccionados cada año en función de diversos criterios. Se prevé, no obstante, que la cifra de reclutas aumente progresivamente hasta 2035.

Ministerio de Defensa Civil

El Gobierno de derechas que se formó en otoño de 2022 dio un nuevo impulso a la defensa integral. Ulf Kristersson, el primer ministro conservador, declaró poco después de llegar al poder que “los componentes civiles de la defensa total han caído en el olvido” y anunció que su Ejecutivo fomentaría “la resiliencia de la población frente a las amenazas híbridas, como los ciberataques”. Claro ejemplo de ello fue la creación del Ministerio de Defensa Civil, un caso único en la Unión Europea y un paso que Kristina Syk describe como “crucial”.

El ministro de Defensa Civil, Carl-Oskar Bohlin, de 38 años, ha insistido en que su objetivo es lograr que, en caso necesario, “el conjunto de la sociedad se alinee con el esfuerzo de resistencia frente al agresor” para “preservar la existencia del Estado”. A finales de enero, Bohlin anunció que los jóvenes con experiencia en el ámbito de los primeros auxilios o la producción y el transporte de electricidad deberán realizar unos cursos formativos para poder asistir a los gobiernos locales si estalla una guerra.

Kristersson, Bohlin y otros miembros del Gobierno sueco han reiterado en los últimos tres meses que existe un riesgo real de enfrentarse a Rusia en los próximos años. “Si no estás dispuesto a defender a Suecia, no seas ciudadano sueco”, declaró el primer ministro en enero, antes de añadir que “la nacionalidad sueca no es solo un documento que te permite viajar por el mundo”. La líder de la oposición, la ex primera ministra socialdemócrata Magdalena Andersson, ha sido muy crítica con los mensajes alarmistas del Gobierno que, según ella, “generan mucha ansiedad”, sobre todo, entre los menores de edad. “La situación es muy grave, pero debe quedar claro que no estamos al borde de entrar en una guerra”, manifestó Andersson.

Si Suecia sufriera una agresión extranjera, el Gobierno podría legalmente movilizar a cualquier ciudadano de entre 16 y 70 años; la jornada laboral se extendería a 60 horas semanales, las vacaciones quedarían suspendidas, y únicamente se mantendrían en funcionamiento los servicios esenciales.

El Gobierno sueco también ha anunciado que la inversión en las Fuerzas Armadas se elevará un 30% este año, alcanzando el 2% del PIB, el objetivo mínimo de gasto fijado por la OTAN. Un estudio de opinión realizado este año por el Ministerio de Defensa señala que el 81% de los suecos avalan el incremento del presupuesto militar. Además, distintas encuestas recientes sitúan a Finlandia y Suecia como los dos miembros de la UE en los que una mayor parte de la población estaría dispuesta a “luchar por el país” (en torno al 65%, más del triple que en Alemania, Italia o España).

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