El Partido Popular Europeo endurece su discurso para frenar la fuga de votos a la extrema derecha
Los conservadores lanzan su ofensiva electoral para las europeas con un discurso por una UE blindada a la inmigración y que aboga por una política de seguridad más destacada
El Partido Popular Europeo (PPE) gira a la derecha para tratar de retener el voto más conservador. El primer grupo político en el Parlamento Europeo endurece su discurso y lanza su ofensiva electoral de cara a las elecciones de junio con el objetivo de frenar la fuga de votos hacia los partidos de extrema derecha y populistas que ya vaticinan las encuestas. Los populares, que se reúnen este jueves y viernes en Bucarest, han encapsulado sus id...
El Partido Popular Europeo (PPE) gira a la derecha para tratar de retener el voto más conservador. El primer grupo político en el Parlamento Europeo endurece su discurso y lanza su ofensiva electoral de cara a las elecciones de junio con el objetivo de frenar la fuga de votos hacia los partidos de extrema derecha y populistas que ya vaticinan las encuestas. Los populares, que se reúnen este jueves y viernes en Bucarest, han encapsulado sus ideas para la próxima legislatura en torno a un discurso de apoyo firme a Ucrania frente a Rusia, pero también focalizado en la seguridad, en una Europa blindada, con elementos muy duros sobre inmigración y control de las fronteras y en defensa de las familias y los “valores cristianos”.
Con la promesa de trabajar por una Europa con menos regulación, los populares cargan también contra lo que consideran dogmatismo de los socialdemócratas y los Verdes en la agenda medioambiental contra la crisis climática. Con un manifiesto muy escorado a la derecha, el PPE marca, además, el camino a Ursula von der Leyen, su candidata para presidir (por segunda vez) la Comisión Europea. “Nuestra identidad nacional está abierta, pero no a la venta”, dicen.
“Hacemos frente a muchos desafíos”, ha comentado el presidente del partido y del grupo de los populares en la Eurocámara, Manfred Weber (alemán, de la CSU) en Bucarest, donde ha advertido contra “populismos y extremismos”. El PPE, que ahora tiene una decena de jefes de Estado o Gobierno en la UE y aspira a hacerse con algunos de los puestos más jugosos en el próximo Ejecutivo comunitario que alumbrarán las elecciones europeas de junio, acoraza sus argumentos sobre inmigración y reclama triplicar el personal de Frontex, la agencia de fronteras de la UE —de 10.000 a 30.000 personas—. Además, pretende que se transforme en “una verdadera guardia europea de fronteras y costas”.
Los Veintisiete acordaron un nuevo pacto migratorio —devolverlo a la agenda y aprobarlo fue una de las grandes apuestas de la Comisión de Von der Leyen— tras años bloqueado, pero aun así, el manifiesto popular reclama un “cambio fundamental” de la ley de migración y asilo. Con un discurso duro, habla de “detener la migración descontrolada para que no se sature la capacidad de Europa para integrar”. Los populares, además, abogan por ampliar los acuerdos con países de fuera de la UE para evitar las llegadas, como el actual con Túnez, y transferir solicitantes de asilo a centros en el exterior de países considerados “seguros”, en un modelo similar al polémico acuerdo de Italia con Albania o el aún más controvertido pacto del Reino Unido con Ruanda para deportar allí a solicitantes de asilo.
Aumento de la ultraderecha
Los partidos del PPE saben que el nuevo Parlamento será un caleidoscopio en el que las derechas pueden marcar la agenda y con equilibrios difíciles, y no quieren cerrarse puertas para llegar a acuerdos. Las últimas encuestas —como una de Europe Elects encargada por Euractive— auguran que el PPE tendrá el grupo más grande, igual que ahora, pero también pronostican un aumento de partidos euroescépticos y de ultraderecha, como los pertenecientes a la familia de Identidad y Democracia (ID) —es el caso de Fidesz, el partido del húngaro Viktor Orbán— o los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) —en el que están los ultraconservadores polacos de Ley y Justicia (PiS)—. Los sondeos dan un aumento de votos a partidos ultras como Alternativa para Alemania (AfD) o el francés Reagrupamiento Nacional (RN), de Marine Le Pen.
En la hoja de ruta de los populares europeos solo hay un pequeño toque de atención a la ultraderecha, a la que reclaman más pragmatismo para temas migratorios y, en cambio, muchos palos a los partidos de izquierda y sociales. “El Pacto Verde no es una nueva ideología como la defendida por los Verdes o los Socialistas, es el sello distintivo de la Europa más próspera, innovadora, competitiva y sostenible que imagina el PPE”, reclaman. Una mayoría de eurodiputados del PPE, que ha copiado parte del discurso euroescéptico —”Tenemos que abstenernos de tendencias hacia una regulación excesiva sin considerar las tres dimensiones de la sostenibilidad: económica, ecológica y social”, dicen—, votó la semana pasada contra la Ley para la Restauración de la Naturaleza, otra de las medidas estrella de Von der Leyen. Sin embargo, la norma fue aprobada en el pleno del Parlamento Europeo pese al boicot conservador por los apoyos de socialistas, verdes, liberales y también por algunos legisladores del PPE que se desmarcaron.
El PPE está señalando también el camino a su candidata a presidir la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que quiere repetir mandato y que será proclamada con toda probabilidad este jueves como spitzenkandidat (candidata principal) del PPE en Bucarest. La jefa del Ejecutivo comunitario (del partido alemán CDU), que ha sido percibida durante casi toda la legislatura como una política demasiado social y que ha cambiado un poco su discurso para endurecerlo en las últimas semanas, ya dejó abiertas opciones a forjar alianzas con un gran abanico de formaciones más a la derecha al apuntar que no pactaría con “los amigos de [Vladímir] Putin”.
Eso quizá cierra la puerta al partido de Orbán o a los radicales de Marine Le Pen, pero deja espacio para Ley y Justicia, Fratelli d’Italia, el partido de la ultra Giorgia Meloni, o incluso a los euroescépticos de Vox, que no suelen mencionar el asunto en Europa. De hecho, algunos eurodiputados ultras que ahora están en ID y ECR se pasarán al PPE y los populares europeos ya gobiernan con (o gracias al apoyo de) partidos de extrema derecha en Italia, Finlandia y Suecia —también en algunas regiones y ayuntamientos de España, con los ultras de Vox—, mientras negocian para una coalición en Países Bajos.
Los socialdemócratas han advertido a Von der Leyen sobre las alianzas con la ultraderecha, que puede poner en peligro la gran coalición —cada vez más dañada— de los dos grandes partidos. “Los conservadores deberían reflexionar y aclarar qué quieren y si eso es romper la alianza y empezar a trabajar con la extrema derecha”, dijo este fin de semana Iratxe García, presidenta del grupo de los socialistas y demócratas en la Eurocámara.
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