A bordo del USS John L. Canley: así refuerza Estados Unidos su presencia militar en el Pacífico
La Armada estadounidense comisiona en San Diego una nueva embarcación que navegará en la Séptima Flota, una gran área del Pacífico donde se encuentran los grandes rivales de la potencia: China y Rusia
Cuando el capitán Thomas Mays entra al comedor del USS John L. Canley, ordena al grupo de periodistas que le siguen descubrirse la cabeza. El militar, vestido con uniforme de fatiga camuflado, explica que honra de esta forma una vieja tradición naval. Los barcos pequeños no tenían enfermería, por lo que los marineros heridos en la batalla eran curados y operados en los espacios más grandes de las naves, generalmente dedicados a socializar. El gesto persiste a pesar de que el espacio no es uno de los problemas del Canley, un buque de ocho niveles que tiene una plataforma de casi 5.000 metros cu...
Cuando el capitán Thomas Mays entra al comedor del USS John L. Canley, ordena al grupo de periodistas que le siguen descubrirse la cabeza. El militar, vestido con uniforme de fatiga camuflado, explica que honra de esta forma una vieja tradición naval. Los barcos pequeños no tenían enfermería, por lo que los marineros heridos en la batalla eran curados y operados en los espacios más grandes de las naves, generalmente dedicados a socializar. El gesto persiste a pesar de que el espacio no es uno de los problemas del Canley, un buque de ocho niveles que tiene una plataforma de casi 5.000 metros cuadrados, la tercera más grande entre los barcos de la Armada de Estados Unidos.
El Canley, construido en San Diego (California), se ha sumado esta semana al catálogo de 291 barcos de guerra de la principal potencia mundial. Durante los próximos 40 años, el buque de casi 240 metros de largo y 50 de alto, que tiene un desplazamiento de 90.000 toneladas, defenderá los intereses militares de Washington en las aguas internacionales. En julio se sumará a la Séptima Flota, una vez que los 350 miembros de la tripulación se certifiquen para misiones humanitarias y de combate. Su nuevo hogar será entonces una tan tensa como gigantesca zona de operaciones de 124 millones de kilómetros cuadrados en el Pacífico occidental que incluye a los rivales más importantes de los estadounidenses: China, Rusia y Corea del Norte.
La Séptima Flota de la Armada está conformada por entre 50 y 70 embarcaciones, incluidos submarinos, unos 150 aviones y unos 27.000 militares de los 40.000 destacados por el mundo. Los analistas de Defensa consideran probable que Washington envíe en los próximos meses a la zona dos portaviones más. Con otras tres naves operando ya en la región, sería la primera vez que cinco de once portaviones estarían desplegados en la región en un gesto de fuerza ante Pekín y Pyongyang. Hasta mediados de este mes había 104 barcos desplegados estadounidenses en todo el mundo, una tercera parte del total. A principios de octubre había ocho barcos en activo menos, de acuerdo con el Instituto Naval.
“Daremos apoyo a los Marines como una base adjunta que servirá de pista alternativa de aterrizaje o cualquier cosa que necesiten. El barco se moverá alrededor del teatro de guerra en misiones de baja intensidad como pueden ser de aviación, búsqueda de minas y operaciones especiales de apoyo a drones y a otros vehículos aéreos no tripulados”, aseguró el comandante Mays, originario de Texas. El militar asegura que la plataforma del Canley puede soportar cuatro helicópteros aterrizando al mismo tiempo y almacenar otros dos en la cubierta.
Un vistazo rápido al camarote de Mays muestra que la Armada ha cambiado. Una pequeña bandera LGTBIQ+ cuelga junto al marco de su cuarto. El espacio está amueblado con lo básico y apenas hay detalles personales. La cama está perfectamente hecha y hay algunas fotos familiares en los muros metálicos. En la esquina un monitor muestra nueve escenarios captados por las cámaras de videovigilancia. Hay también un marco con una frase motivacional: “trabaja como un capitán”. De no ser por esta decoración sería difícil saber que se trata de la habitación del comandante del USS John Canley.
Cuando no está capitaneando un barco, Mays es conocido también como autor de género de cierto renombre para un nicho. Este veterano con 28 años en las fuerzas armadas escribe novelas donde cruza ciencia ficción con historias de estrategia militar. “Todos quienes me conocen saben que amo una gran historia. Tenemos la posibilidad de añadir más honores de los merecidos elevando el nombre de John L. Canley”, aseguró Mays en una ceremonia con 1.600 invitados. Es la tercera vez que está al frente de una comisión de la Armada.
El gigantesco buque toma su nombre de un sargento negro de la Armada nacido en Arkansas que luchó en la batalla de Hué, una de las más largas y cruentas de la Guerra de Vietnam. Canley fue condecorado con la Cruz Naval en un principio, pero las fuerzas armadas cambiaron de opinión en la Administración Trump. En 2018, 50 años más tarde, elevaron la distinción al máximo valor: la Medalla de honor. Esto convirtió a Canley en el primer afroamericano de la Armada que recibe en vida esta presea. El exmilitar murió en mayo de 2022. Un mes después, su hija bautizó la nave rompiendo una botella de champaña en la proa.
El Canley es el sexto barco de su tipo, una base naval expedicionaria (ESB, por las siglas en inglés). Su diseño está basado en los cargueros de crudo construidos por NASSCO, un fabricante estadounidense de embarcaciones. A diferencia de los destructores, los ESB tienen una misión de apoyo al ampliar las capacidades de operaciones aéreas y marítimas. El diseño del Canley refleja la creciente demanda de un mundo en conflicto. Otras naves de este tipo podían alojar a unas 100 personas, mientras que este diseño dobla la capacidad de la gente que puede llevar bajo la cubierta. El Canley tiene una tripulación híbrida compuesta por militares y personal civil, quienes son los que navegan el imponente navío.
La Armada de Estados Unidos cayó por debajo de las 300 embarcaciones hace 20 años. La flota a las órdenes de Washington se ha mantenido desde agosto de 2003 entre los 270 y los 300 buques. Un plan de Defensa anterior a las Administraciones de Biden y Trump se fija como objetivo elevar el inventario a 355 embarcaciones. El Departamento tiene para este año un fondo de 32.800 millones de dólares para la construcción de nueve barcos, entre ellos el potente submarino USS Columbia, que no estará listo hasta el 2031. En los próximos 12 meses se planea retirar once navíos que han llegado al final de su vida útil. Tomará unos 35 años llegar a 331 barcos en la flota a menos que haya un importante aumento presupuestario, de acuerdo con un informe del Congreso fechado en enero de este año.
El Kremlin asegura, en cambio, que tiene una fuerza militar con más de 300 embarcaciones. Otras versiones, como la del Instituto Naval de Estados Unido, fijan la verdadera cifra en 265. El verano pasado, Vladímir Putin aseguró que su país recibiría 30 barcos nuevos en 2023. La de Pekín, en cambio, es muy superior. De acuerdo con un informe reciente del Pentágono, el aparato de Defensa chino cuenta con 370 buques de guerra. Este grupo crecerá a 395 para finales del año pasado y llegará a 435 para el 2030.
Con esto en mente, el Ejecutivo estadounidense ha comenzado a presionar a los contratistas que están construyendo barcos actualmente. Carlos del Toro, el secretario de la Armada, lanzó un duro mensaje en un evento de la industria de defensa celebrado a mediados de este mes en San Diego. “No pueden pedir a los estadounidenses que pagan sus impuestos a hacer un mayor esfuerzo cuando ustedes continúan, en algunos casos, inflando el precio de los títulos con recompras de acciones, difiriendo inversiones de capital y haciendo otras maniobras de contabilidad que parecen priorizar el precio de las acciones y elevar las compensaciones antes que hacer las muy necesarias inversiones en la industria en un momento donde nuestra nación necesita estar al frente”, aseguró el funcionario, nacido en La Habana y llegado a Estados Unidos en 1962. El ministro tiene experiencia asesorando en la construcción de embarcaciones a través de su empresa, SBG Technology, una contratista del Gobierno. Unos días después, del Toro presidió la ceremonia de comisión del USS John L. Canley.
-”Detrás de mí hay 239 metros de acero de combate nombrados en honor de un héroe increíble. La filosofía del sargento Canley era ‘si hoy es mi día, ven a por mí’. Este barco podrá navegar pronto rumbo al peligro”.
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