La viuda de Navalni, la nueva voz que aspira a aglutinar a la golpeada oposición rusa
El anuncio de Yulia Navalnaya de que continuará la lucha de su marido crea cierta ilusión en parte de la disidencia, pese a que las amenazas del Kremlin le impedirán hacer política en su país
La nueva voz de la oposición rusa ha recibido el apoyo expreso de otros disidentes, incluso de aquellos que en los últimos años han protagonizado los enfrentamientos más agrios con la organización de Alexéi Navalni. Yulia Navalnaya (Moscú, 47 años) anunció este lunes que continuará el trabajo de su marido, muerto rep...
La nueva voz de la oposición rusa ha recibido el apoyo expreso de otros disidentes, incluso de aquellos que en los últimos años han protagonizado los enfrentamientos más agrios con la organización de Alexéi Navalni. Yulia Navalnaya (Moscú, 47 años) anunció este lunes que continuará el trabajo de su marido, muerto repentinamente en una prisión del Ártico justo un mes antes de las elecciones presidenciales rusas. Sectores de la disidencia democrática rusa han aplaudido su mensaje por ver en la viuda de Navalni una figura capaz de aglutinar los distintos movimientos contra el Kremlin. Otros, sin embargo, han permanecido en silencio.
“Su declaración significa que a priori hay una líder en la oposición rusa, que el movimiento de Navalni, todo lo que hizo, no se ha desvanecido en el aire”, ha subrayado Maxim Katz, el polémico bloguero y exmiembro del partido liberal Yábloko a quien Navalni “mandó al infierno” en septiembre del año pasado en un comunicado por haber propuesto “una gran coalición de la oposición” de cara a las presidenciales de marzo. “Rusia Unida y Putin siempre han robado votos. La pregunta era si los cogeríamos. Ahora, gracias al voto electrónico, es imposible pillarlo”, explicaba Navalni al considerar que los comicios del Kremlin están amañados.
Pese al tenso enfrentamiento en redes sociales entre Katz y otros miembros del equipo de Navalni, el disidente ha tendido la mano a Yulia Navalnaya en un vídeo publicado en su canal. “La oposición seguirá coordinada. La gente verá que existe una persona tras la oposición. Millones de rusos que querían ver una alternativa a Putin la seguirán viendo. Yulia es segura, es accesible”, ha aseverado Katz, antes de destacar que la viuda de Navalni tiene “24 años de experiencia a su lado” y “acceso a los políticos y medios europeos”.
Algunos disidentes que arrastran decenas y cientos de miles de seguidores en sus redes sociales mostraron su apoyo inequívoco a Navalnaya. “¡Yulia, fuerza y paciencia! ¡Puedes contar con mi apoyo!”, publicó desde el exilio el exdiputado de la Duma Estatal Dmitri Gudkov.
La intervención de Navalnaya ha sido aplaudida por la cúpula de la organización que fundó su marido. “Creo que he visto el vídeo ya cinco veces. Y cada vez sigue siendo increíblemente difícil, pero da esperanza”, afirmó Georgi Albúrov, máximo responsable de las investigaciones de la Fundación contra la Corrupción de Navalni.
Enfado en el Kremlin
Navalnaya, además de tomar el testigo de su esposo, acusó a Vladímir Putin de su asesinato, y sus palabras han molestado enormemente al Kremlin. “Sin comentarios. Se trata de acusaciones soeces y absolutamente infundadas al jefe del Estado ruso, pero dado que Yulia Navalnaya enviudó literalmente días antes, no haré comentarios”, declaró este martes el portavoz del mandatario, Dmitri Peskov. “Se han sentido muy ofendidos”, valoró quien fuera la portavoz de Navalni, Kira Yarmish.
Dentro de Rusia, el partido liberal Yábloko, del que fue expulsado Navalni en 2007 por sus opiniones nacionalistas, no se ha pronunciado sobre la aparición de Navalnaya, sobre quien pesa una amenaza velada de detención si regresa a Rusia. La formación, sin presencia en el Parlamento ruso, intenta hacer política desde dentro del sistema de Putin, al que acusó de la muerte del activista “en una cárcel bajo unas condiciones que eran esencialmente una tortura”.
Sin embargo, un destacado miembro de Yábloko, Lev Shlósberg, ha advertido de que no se puede equiparar a Navalnaya con otra líder política con la que ha sido comparada estos días: Svetlana Tijanóvskaya, la candidata que la oposición bielorrusa presentó en las presidenciales de 2020 contra Alexandr Lukashenko después de que su marido, Serguéi Tijanosvki, fuera detenido antes de los comicios. El régimen se apuntaría un 80% de los votos, desatando así unas protestas masivas por el fraude electoral.
“El liderazgo político no se hereda —ha señalado Shlósberg al diario Jólod—. Yulia no puede venir a Rusia y hacer una actividad política aquí. No puede crear ninguna estructura política en nuestro país, sería arrestada al ingresar y privada de su libertad, y sus niños se quedarían no solo sin padre, sino también sin madre”.
Otras figuras opositoras en el exilio, como el ajedrecista Gari Kaspárov y el empresario Mijaíl Jodorkovski, considerados por los rusos demasiado distantes de la realidad política interna, no se pronunciaron directamente sobre la intervención de Navalnaya, aunque la difundieron y han abogado estos días por la necesidad de estar unidos. “Nuestra reacción ante su asesinato tiene que ser unir fuerzas, llevar adelante su trabajo juntos y asegurarnos de que la esperanza de una Rusia democrática no muere con él”, dijo en sus redes sociales el antiguo dueño de la petrolera Yukos.
Por su parte, otros opositores que también han sido encarcelados por el Kremlin, como Ilia Yashin y Vladímir Kara-Murza, no comentaron el paso dado por su viuda debido a que las noticias les llegan con días de retraso, aunque ambos lamentaron la muerte de su compañero de disidencia. “Hay que detenerlo [a Putin]. Solo la sociedad rusa puede hacer esto”, dejó escrito Kara-Murza, envenenado en dos ocasiones en la última década.
En cualquier caso, sobre Navalnaya recae ahora una gran responsabilidad. “Dependerá de lo que ofrezca”, escribe en su canal de Telegram la politóloga Tatiana Stanovaya, que detalla: “No como viuda de un destacado político que fue torturado hasta su muerte, sino como figura independiente. El tiempo lo dirá”.
Presión sobre la familia
La madre de Navalni llegó el pasado sábado a la ciudad de Jarp, a casi 2.000 kilómetros al noreste de Moscú, en busca de los restos mortales del opositor y de una explicación. El Kremlin se los ha negado. “Déjenme ver por fin a mi hijo”, ha clamado en una grabación pública Liudmila Navalnaya, protegida del clima extremo y las lágrimas por unas gafas oscuras, con la cárcel IK-3, en el círculo polar ártico, de fondo.
“Ya es el quinto día que no puedo verlo, no me entregan su cuerpo, ni siquiera me dicen dónde está. Me dirijo a usted, Vladímir Putin. La solución a este problema depende solo de usted. Déjeme ver a mi hijo por fin”, ha reclamado la madre de Navalni al mandatario ruso. “Exijo que nos entregue inmediatamente el cuerpo de Alexéi para poder enterrarlo de forma humana”.
Horas después de la difusión del vídeo, el Gobierno ruso respondió con otra amenaza para su familia. El Ministerio del Interior incluyó en su lista de buscados al hermano del opositor fallecido, Oleg Navalni, por “cargos penales” que no han sido especificados. Su paradero es desconocido desde que dejó el país en el otoño de 2021, después de haber sido condenado a un año de cárcel bajo la acusación de violar las restricciones por el coronavirus al participar en protestas contra el Kremlin.
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