Fallece Pedro Suárez-Vértiz, el rockero peruano que se quedó sin voz, pero no sin palabras

Símbolo del rock-pop peruano, se retiró de los escenarios y la vida pública hace más de una década a causa de una enfermedad que le impedía articular palabras

El cantautor peruano de rock Pedro Suárez-Vertiz, en una imagen de 2010.THAIS LLORCA ((EPA) EFE)

A mediados de 2011, Pedro Suárez-Vértiz fue pifiado durante un concierto en la ciudad portuaria de Chimbote. El rockero peruano de más vuelo internacional experimentaba por primera vez la desaprobación del público que lo había aclamado durante 25 años de carrera. Los abucheos no eran gratuitos: Suárez Vértiz balbuceó todas sus canciones. Su concierto fue un largo tarareo, donde no pudo articular palabra alguna. La gente se marchó decepcionada y furiosa pensando que aquel problema de dicción se...

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A mediados de 2011, Pedro Suárez-Vértiz fue pifiado durante un concierto en la ciudad portuaria de Chimbote. El rockero peruano de más vuelo internacional experimentaba por primera vez la desaprobación del público que lo había aclamado durante 25 años de carrera. Los abucheos no eran gratuitos: Suárez Vértiz balbuceó todas sus canciones. Su concierto fue un largo tarareo, donde no pudo articular palabra alguna. La gente se marchó decepcionada y furiosa pensando que aquel problema de dicción se debía a algún exceso. Varias copas de más o incluso drogas.

Sus representantes lo negaron. Meses antes el artista había admitido que sufría de una deficiencia desde niño que le dificultaba el habla, pero no el canto. Sin embargo, las alarmas se encendieron cuando Suárez-Vértiz comenzó a cancelar sus giras. Aunque su entorno descartó que abandonara la música, acabó haciéndolo aquel año. No se trataba de una complicación pasajera. Padecía de parálisis bulbar, una enfermedad neurológica degenerativa que afecta los nervios que controlan los músculos de la masticación, la deglución y el habla. Pedro Suárez-Vértiz, que falleció este jueves a los 54 años de un paro cardiaco, pasó a integrar la lista cruel de los cantantes que se quedan sin voz. No de aquellos que ya no llegan a las notas más altas por una laringitis o un cambio brusco de temperatura. Tampoco por un pólipo o alguna lesión severa en las cuerdas vocales, sino de quienes son castigados irreversiblemente. La vida le mutiló sin clemencia su principal don.

Suárez-Vértiz, el líder del cuarteto Arena Hash y de una carrera no menos exitosa como solista, abandonó los escenarios y la vida pública. Como escribió después en su libro Yo, Pedro (Planeta, 2013), que se reeditó hace unos meses, lo hizo para evitar el morbo. “Decidí no alimentar ese inevitable fenómeno y detuve toda presentación por el bien de mi imagen, de mi música y, principalmente, por el bien de mi salud… Mi mensaje jamás sería más llamativo que mis defectos al hablar. Y eso sería penosamente explotable”, afirmó.

El cantautor de hits como Cuando pienses en volver, Me estoy enamorando o No pensé que era amor se quedó sin voz, pero no sin palabras. Halló en las redes sociales un refugio para seguir conectado con su público que se enfrentó a un dilema: seguir queriéndolo a pesar de sus reflexiones o dejarlo en el baúl de los recuerdos por discrepar rotundamente con sus ideas. Desde luego existe un gran sector que no ha necesitado separar al artista del opinólogo y lo ha seguido idolatrando. Basta navegar un rato por la plataforma X para corroborarlo en el día de su partida: mientras unos colocan fragmentos de sus canciones con devoción, otros descalifican sus posteos hasta llegar a la burla.

Se le critica por no haber incomodado a los políticos de turno ni tampoco haber denunciado las desigualdades e injusticias de Perú. A la vez que se la destaca por haber hecho más llevaderos los convulsionados ochenta y noventa. El multiinstrumentista Lucho Quequezana prefiere catalogarlo así: “Nos deja el sonido de una generación”. El cantautor Gianmarco se ha despedido de él con un recuerdo de su última conversación el mes pasado: “Es que tú eras así, no había medias tintas contigo, ocurrente, creativo, amante absoluto de las guitarras. Podías quedarte horas hablando de la vida, de los Rolling Stones, de sus formas y colores. Tu genialidad consistía en ponernos a todos en el límite y pensar más allá de lo normal”.

Víctor Ruiz Velazco, editor de Planeta, estuvo a cargo de los proyectos literarios de Pedro Suárez-Vértiz post-retiro: Ignacio y el árbol, un cuento para niños; La vida me sabe bien, una biografía ilustrada bajo el trazo de Omar La Hoz; y la reedición de Yo, Pedro, sus memorias. “Cuando trabajamos en su biografía ilustrada le propuse varios nombres que eran en realidad títulos de sus canciones. Pero ninguno le convenció del todo. Un día, de la nada, dijo que ya lo tenía resuelto. Se llamaría La vida me sabe bien, como el último verso de su canción La vida me sabe a nada. Pedro llevaba retirado de los reflectores casi 10 años, pero nunca dejó de trabajar, de crear, de disfrutar y de darse a sus fans. Ese título era la constatación de que la enfermedad no determinaba quién era. Quiero decir que no ‘la padecía’, era una condición que le impedía ciertas cosas, pero él había descubierto otras que lo llenaban y le hacían estar en paz con el mundo”, cuenta.

Manuel Garrido Lecca, productor de casi toda la discografía de Pedro Suárez Vertiz, recuerda el vínculo que forjó con el guitarrista: “Es compleja la relación artista-productor: por lo general trabajas varios meses de forma muy intensa, con lágrimas y risas de por medio. Compartes sueños y de repente un buen día acabas el disco, ellos lo promueven, se van de gira y desaparecen. Con Pedro fue diferente. Nunca dejamos de comunicarnos un solo día. Siempre me pedía que le descargara videos de distintos artistas y me mandaba canciones con sus comentarios religiosamente, todos los días, a las 7 y media de la mañana. Nuestra amistad ha sido estrechisima”. Suárez-Vértiz se inspiró en una experiencia de Garrido Lecca, quien estuvo a punto de morir cuando era un niño, para escribir el tema Me elevé.

Suárez-Vértiz se presentó por última vez en octubre de 2014, en un concierto a lo grande en el Estadio Nacional, donde tocaron artistas de la talla del chileno Jorge González, voz líder de Los Prisioneros. Pero fue en octubre de este 2023 que se produjo el milagro: su regreso a la música con Amor yo te perdí la fe, un tema donde se le puede escuchar otra vez gracias a la inteligencia artificial. Ha partido Pedro Suárez-Vértiz. Que cada quien escoja su recuerdo, según le dicten las tripas o la conciencia.


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