El Partido Laborista promete a los británicos seguridad económica y pasa de puntillas sobre el Brexit

La mayoría de los empresarios del Reino Unido prefiere un Gobierno liderado por Keir Starmer, cuyo partido celebra en Liverpool su congreso anual

El líder del Partido Laborista, Keir Starmer, junto a la portavoz de Economía, Rachel Reeves, este lunes en el congreso anual que la formación celebra en Liverpool.ADAM VAUGHAN (EFE)

Una de las primeras misiones en las que se embarcó Keir Starmer cuando fue elegido líder del Partido Laborista del Reino Unido, hace ya tres años y medio, fue la de erradicar todo rastro ...

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Una de las primeras misiones en las que se embarcó Keir Starmer cuando fue elegido líder del Partido Laborista del Reino Unido, hace ya tres años y medio, fue la de erradicar todo rastro del antisemitismo que había aflorado en la formación durante los años de su predecesor, Jeremy Corbyn. Que Israel haya sufrido el peor ataque en medio siglo a manos de la milicia palestina Hamás a la vez que comenzaba en Liverpool el congreso del partido se ha convertido en la prueba definitiva para comprobar si los laboristas, a los que todas las encuestas sitúan ya en la senda de la victoria electoral, controlan finalmente sus fantasmas internos.

A las puertas del Estadio y Centro de Convenciones de Liverpool (ACC, en sus siglas en inglés), donde celebran esta semana su congreso anual —el último antes de unas elecciones generales—, apenas 30 personas con banderas palestinas denunciaban el apartheid que, según ellos, practica en estos territorios el Gobierno de Benjamín Netanyahu. Dentro del edificio, el Grupo Laborista de Amigos de Israel hacía lleno completo en una de las salas de reunión. La consigna era clara y fue obedecida. Nada de ruido ni estridencia.

El Partido Laborista de Starmer promete crecimiento económico de la mano de empresarios y sindicatos; mayor inversión pública sin desequilibrar las cuentas del país; o acercamiento a la UE sin quitarse de encima el espantajo del Brexit.

Justo a la vez que se ponía en marcha el congreso laborista, la empresa Savanta publicaba el resultado de una encuesta en la que había consultado a 750 pequeñas empresas y 250 medianas y grandes compañías por todo el Reino Unido. Un 45% de los consultados prefería un Gobierno laborista, encabezado por Starmer, frente un 32% que se inclinaba por los conservadores.

“Si se produce un cambio de Gobierno y el laborismo se hace con las riendas, veremos mayor voluntad de negociar y de implicarse con nuestros socios. Un cambio de tono. Menos arrogancia. Nada de considerar al Reino Unido como una excepción en el mundo”, explica esperanzada a EL PAÍS Naomi Smith, la directora ejecutiva de Best for Britain, una organización que se creó para hacer campaña contra el Brexit y hoy trabaja en análisis y propuestas para que no se rompan los vínculos con el continente.

“Creo que con Starmer veremos una diplomacia de adultos, dispuesta a cooperar con otras democracias liberales del mundo, en vez de competir con ellas”, añade Smith. Su organización ocupa uno de las decenas de puestos que pueblan todo el centro de convenciones de Liverpool. Los congresos de los partidos británicos, con los que cada año comienza el curso político, son una feria que congrega a políticos, militantes, periodistas, empresarios, y toda una panoplia de organizaciones que montan por su cuenta actividades y debates paralelos. Son los llamados fringes, o periferia, y suelen ser más interesantes que el programa oficial.

“Cuando Keir Starmer se hizo con las riendas del partido, diseñó en tres fases el cambio que perseguía. En primer lugar, debía lidiar con los líos internos heredados de Jeremy Corbyn. En segundo lugar, debía consolidar en la opinión pública la idea de que podía confiar en el laborismo como opción viable de Gobierno. Finalmente, debía esbozar en qué consistiría ese Gobierno. Este congreso es el momento obligado para cumplir con esa tercera fase”, explica el analista Philip Collins, autor de los mejores discursos de Tony Blair y de algunos de los de Starmer.

Economía de la Seguridad

El equipo del nuevo líder laborista ha descubierto el talón de Aquiles de la mayoría de los votantes británicos. No es la rabia desatada por la crisis financiera, ni por la desigualdad que generaron años de austeridad. Es el miedo derivado de la incertidumbre que han traído consigo el Brexit, la pandemia y más de una década de gobiernos conservadores que han sido incapaces de transmitir seguridad. Por eso, la segunda estrella del partido, la portavoz de Economía, Rachel Reeves, ha bautizado su propuesta securenomics, un juego de palabras que combina seguridad y economía.

Reeves, exanalista del Banco de Inglaterra, ocupó este lunes el estrado central del congreso para presentar su plan. “Es imposible soñar a lo grande si no puedes dormir en paz por la noche. Y esa paz solo llega cuando sabes que cuentas con un fondo para los días de lluvia, y cuando sabes también que, en el caso de que los necesites, habrá unos servicios públicos potentes para ti y para tu familia”, aseguraba la dirigente laborista. Disciplina fiscal, responsabilidad presupuestaria, pero también las gotas adecuadas de lucha de clase, para dejar claro que la prioridad del partido se centra más en los salarios de los trabajadores que en bajar los impuestos de los que ya ganan demasiado.

Google, Meta, la principal cadena británica de supermercados, Sainsbury’s, compañías energéticas y asociaciones empresariales, todas han pujado este año por tener su propia caseta en los aledaños del congreso laborista. La victoria se huele cerca, y las discrepancias, los matices, incluso las batallas internas, se desvanecen.

GMB, el sindicato que ha impulsado durante el último año las huelgas más beligerantes en el Reino Unido, en los servicios de trenes y autobuses —y tuvo su enfrentamiento con Starmer cuando el líder del partido prohibió a sus diputados que se sumaran a las manifestaciones y piquetes—, es el primero en ensalzar ahora desde su caseta en Liverpool los esfuerzos de la nueva dirección.

“Los conservadores han hundido completamente la economía. Los salarios llevan años en un nivel plano, e incluso han bajado. Por primera vez en la historia, los hijos están cobrando menos que los padres”, explica al corresponsal Gavin Sibthorpe, miembro del Comité Ejecutivo Nacional de GMB. “El partido tiene una estrategia industrial clara, sabe dónde se debe invertir para que la economía crezca. A nosotros nos corresponde exigir que ese crecimiento sea compartido y alcance a los trabajadores”, matiza el sindicalista. Starmer está demasiado volcado en convencer a los británicos de que está capacitado para inaugurar una nueva era como para que el Brexit le haga descarrilar. Por eso su discurso sobre Europa se limita a unas pocas buenas palabras sobre cooperación futura y la promesa incierta de renegociar, para mejorar, un tratado comercial que Bruselas tiene muy pocas ganas de reabrir.

Desde la orilla norte del río Mersey se divisa un gran ferry atracado al otro extremo. Une Liverpool con Belfast. Recorre todo el mar de Irlanda para unir dos ciudades del Reino Unido. La naviera, Stena Line, ha escrito en un costado de la embarcación un lema tan contradictorio como irónico: Connecting Europe for a Sustainable Future (Conectando Europa para un Futuro Sostenible). Algunos delegados y militantes del partido observan apoyados en la barandilla las gaviotas que se han posado en los montículos de arena surgidos por la marea baja. La idea de volver a conectarse con Europa, de momento, produce indiferencia en las filas laboristas. Urge más reconectar con el electorado británico.

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