Operación: rescatar al candidato Ron DeSantis

El gobernador de Florida trata de dar un giro de timón a su campaña, que hace agua. Las encuestas otorgan una ventaja de más de 30 puntos a Trump

Ron DeSantis en Des Moines (Iowa), el 14 de julio. Foto: CHARLIE NEIBERGALL (AP) | Vídeo: EPV

El observador externo del gran circo de la política estadounidense aprende rápido que uno de los deportes por equipos favorito en Washington consiste en encumbrar una figura pública a la que después pueda verse cómo cae con estrépito. Más que con la malicia, tal vez tenga que ver con un rasgo distintivo de la personalidad de un país construido a golpe de entusiasmo. El caso es que nadie quiere perderse la subida. Y mucho menos la bajada, como lleva semanas ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El observador externo del gran circo de la política estadounidense aprende rápido que uno de los deportes por equipos favorito en Washington consiste en encumbrar una figura pública a la que después pueda verse cómo cae con estrépito. Más que con la malicia, tal vez tenga que ver con un rasgo distintivo de la personalidad de un país construido a golpe de entusiasmo. El caso es que nadie quiere perderse la subida. Y mucho menos la bajada, como lleva semanas comprobando el gobernador de Florida Ron DeSantis, candidato en apuros a la designación por el Partido Republicano para las presidenciales de 2024.

Tras su aplastante victoria en noviembre en su reelección como gobernador y en vista de que la responsabilidad en los decepcionantes resultados del Partido Republicano en las legislativas nacionales se colgó a Donald Trump, Estados Unidos parecía al fin listo para pasar la página del meteórico ascenso político del magnate inmobiliario, estrella de la telerrealidad. Y DeSantis, para el siguiente paso de su vida de éxitos: la Casa Blanca.

Lo asistía un impresionante currículo (licenciado por Harvard y Yale, veterano de la Marina y excongresista). Pero también había dudas sobre si funcionaría fuera de Florida su perfil de despiadado guerrero cultural o sobre ciertos rasgos de su personalidad ―fría, poco carismática, incómoda en el contacto personal que se le supone a todo candidato―. Ocho meses después de aquello, la imagen de triunfador infalible, una especie de Trump sin tanto drama, alguien capaz de aglutinar al establishment del partido y también alimentar las pasiones populistas de sus bases, ha dejado paso a la de un aspirante en horas bajas. Temido por sus políticas extremistas en asuntos como el aborto, la inmigración o los derechos de las personas trans, parece incapaz de remontar frente a su principal competidor, que lo aventaja en las encuestas con una diferencia que hoy por hoy se antoja insalvable. Según el último promedio del agregador Real Clear Politics el expresidente le lleva 33,5 puntos.

El anteúltimo síntoma de que su empresa hace agua y de que los nervios del capitán empiezan a agotarse llegó este pasado fin de semana con el despido de una decena trabajadores de su campaña para, se ha señalado desde su entorno, ajustar costes. Ha demostrado una notable capacidad para conseguir dinero, pero también para gastarlo. El Comité de Acción Política montado en torno al gobernador (PAC son sus siglas en inglés) ha recaudado más que el resto de los candidatos conservadores, incluido Trump, en una carrera a la que se han apuntado ya 10 contendientes.

Los últimos movimientos de DeSantis para reanimar su campaña incluyen el uso de una herramienta de inteligencia artificial que emula la voz del expresidente en un anuncio electoral, un ataque ad hominem que se suma a otro reciente, en el que el gobernador recordaba que su oponente había defendido en el pasado a los colectivos LGTBI. También decidió conceder una entrevista este martes a CNN, una cadena de inclinación liberal que se encuentra entre sus dianas favoritas. Los medios son, para DeSantis, el enemigo: en Florida, ha apoyado la eliminación protecciones legales para los reporteros, se ha rodeado de directores de comunicación siempre listos para atacarlos sin piedad y ha creado un ecosistema de cabeceras conservadoras para las que siempre está disponible, como siempre ha estado al otro lado del teléfono cuando llamaban de Fox News, una cadena cuyo propietario, Rupert Murdoch, parece haberle retirado parte de su confianza.

Su cara más amable

La entrevista de 15 minutos en la CNN se la hizo uno de los locutores estrella, Jake Tapper, en Columbia, Carolina del Sur, en un escenario que no estaba elegido al azar: el Estado meridional es uno de los que primero votan en las primarias. Tapper, que no fue capaz de reaccionar ante las mentiras de DeSantis, cuando aseguró que hay Estados que permiten el “aborto hasta después del nacimiento”, le interrogó por los apuros de su campaña, y el gobernador, que se mostró más amable que de costumbre, se defendió diciendo que está acostumbrado a que lo subestimen.

Echó la culpa de sus males a “la atención mediática” que se posó sobre él después de su histórica reelección, antes de tiempo, según sus cálculos. “Aún me quedaba terminar mi trabajo como gobernador antes de que acabara la sesión legislativa [del Parlamento de Tallahassee]”. Los electores de todo el país pudieron ver así en directo cuáles eran sus prioridades, y algunos donantes de su campaña expresaron su preocupación al ver cómo cundía la imagen de un político extremista.

Por lo demás, DeSantis se mostró confiado en la entrevista de que ganará en los caucus de Iowa, en vista de que Trump, que ha dicho que no participará en el primer debate de candidatos republicanos del próximo mes, no registra sus mejores números en las encuestas de ese Estado. También presumió de que, de salir elegido, será el primer presidente veterano de guerra desde 1988 (George H. W. Bush), defendió la decisión de los republicanos de la Cámara de atacar las políticas del Pentágono de ayuda a las soldados que quieran abortar, pese a las consecuencias que algo así pueda tener en las cifras de reclutamiento en un momento de alta tensión geopolítica, y cargó de nuevo contra el colectivo trans (un millón de personas en Estados Unidos, según Tapper). “[Si fuera presidente] Respetaría a todo el mundo, pero lo que no haría es dar la vuelta a la sociedad para dar cabida a un porcentaje muy, muy pequeño de la población”, advirtió.

La aparición del gobernador en la CNN quedó ensombrecida, con todo (y de nuevo), por las noticias sobre la posible tercera imputación de Trump. Este recibió el domingo una carta del fiscal especial Jack Smith en la que se le notificaba que estaba siendo investigado por un gran jurado por su papel tras las elecciones de noviembre de 2020 y los hechos que condujeron al ataque al Capitolio el 6 de enero de 2021.

Esa revelación, hecha por el propio expresidente en su red social Truth, aparcó el resto de las conversaciones políticas el martes en Estados Unidos, un día en el que el gobernador de Florida esperaba centrar unas cuantas. Y obligó a DeSantis a salir en su defensa en la entrevista. “Ese es el problema, este país va camino de criminalizar las diferencias políticas”, declaró a Tapper, haciendo suyos los argumentos del magnate de que todos los procesos judiciales que hay abiertos contra él solo obedecen a una “caza de brujas” y a una operación para sacarlo de la carrera presidencial.

Cada vez que se ha abierto un nuevo frente en los juzgados ante Trump, las perspectivas de este han mejorado en las encuestas. Esta vez no parece que vaya a ser distinto. El equipo de campaña de DeSantis, que se está dejando la piel en la carretera, visitando Estados clave, insiste en que la que lleva a las elecciones de noviembre de 2024 es una carrera de fondo, que aún es muy pronto para dar por resuelta la contienda, y que tienen la vista puesta en el comienzo de las primarias. O, como expresó le propio DeSantis en una entrevista reciente a Fox News: “Mi objetivo está en enero o en febrero. Es a eso a lo que me presento, no a ser el favorito en las encuestas”.

Sigue toda la información internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.

Sobre la firma

Más información

Archivado En