La gran sucesión de Berlusconi
La muerte del magnate abre un interrogante en su universo empresarial, valorado en unos 6.000 millones de euros y acechado por una posible venta a un gran grupo francés
El comentario siempre era el mismo. “Si muere, lo anunciarán un viernes por la noche. Hay demasiado en juego”. La segunda parte del enunciado era irrefutable. La primera, se ha demostrado una tontería propia de complotistas. Silvio Berlusconi murió un lunes por la mañana, quizá en el peor momento para que los mercados reaccionaran a una situación así. Y, sin embargo, las acciones de su imperio, donde trabajan 20.000 empleados y que está valorado en unos ...
El comentario siempre era el mismo. “Si muere, lo anunciarán un viernes por la noche. Hay demasiado en juego”. La segunda parte del enunciado era irrefutable. La primera, se ha demostrado una tontería propia de complotistas. Silvio Berlusconi murió un lunes por la mañana, quizá en el peor momento para que los mercados reaccionaran a una situación así. Y, sin embargo, las acciones de su imperio, donde trabajan 20.000 empleados y que está valorado en unos 6.000 millones de euros, llegaron a subir un 10%. Hay incertidumbre, claro. Pero el proceso de sucesión, en el que participarán los cinco hijos y que podría también implicar grandes cambios en el conglomerado de la familia, ha levantado un cierto optimismo en los mercados.
Fininvest, presidida por su hija Marina, es la matriz a través de la que Berlusconi articuló todos sus negocios desde finales de los años setenta. Hoy es un holding que tiene como principal participación a Mediaset (presidido por su hijo Pier Silvio), transformado en un enorme grupo europeo con sede en Países Bajos y llamado MFE. El holding, de hecho, controla casi el 50% de esa empresa. Y es también el principal motor de la galaxia Fininvest. Pero la constelación empresarial está también formada por otros elementos como la casa editorial Mondadori, grandes activos inmobiliarios (en este sector comenzó sus aventuras empresariales en Milán y hoy posee también villas valoradas en más de 500 millones de euros) y propiedades deportivas, como el club de fútbol Monza (hoy, en la Serie A italiana).
El reparto de las acciones estaba hasta el lunes distribuido entre los hijos, que Berlusconi tuvo en dos matrimonios distintos. Il Cavaliere tenía hasta su muerte el 61% de Fininvest, y el resto estaba dividido entre sus cinco vástagos. Los mayores, Marina y Pier Silvio, fruto de su relación con Carla Elvira Lucia Dall’Oglio, tienen un 7,6% cada uno. Después, a través de otro holding, los descendientes nacidos de su matrimonio con Veronica Lario (Barbara, Eleonora y Luigi) poseen el 21,4%. La pregunta clave ahora es en quién recaerá la parte de Berlusconi ―su actual pareja, Marta Fascina, entra en escena y podría romper los equilibrios― y cómo puede su muerte cambiar el mando y el rumbo de la empresa. En suma, si sus herederos preferirán venderla pensando en el dinero y la tranquilidad, o retenerla con la idea de conservar el poder, principalmente en Italia y en España.
En los últimos años, Fininvest ha abandonado activos que ya no consideraba estratégicos, desde el AC Milan hasta participaciones en la empresa de biotecnología Molmed y el banco de negocios italiano Mediobanca. Pero la comunicación ha seguido siendo el gran caballo de batalla de los asuntos empresariales. Berlusconi entendió enseguida ―quizá el primero en Italia― que la publicidad, la televisión y la política funcionaban mejor unidas que separadas. Fue también en eso un pionero. Pero el control del imperio que diseñó y se adueñó del relato de la Italia de las últimas décadas no pasó desapercibido entre los grandes grupos europeos del sector. Vivendi, la empresa propiedad del francés Vincent Bolloré, ha mantenido una tensa relación accionarial con Mediaset en los últimos años que ahora podría escribir un nuevo capítulo.
Berlusconi firmó un acuerdo en 2016 con la empresa francesa para crear una sociedad industrial. Pero las cosas no fueron como esperaban, y Bolloré no apreció posteriormente el trato alcanzado. Tras las tensiones hallaron una fórmula que preveía una lenta salida de Vivendi del grupo, que hoy todavía posee el 23,5% de la propiedad con derecho a voto. ¿Qué sucederá ahora? Podría producirse un acuerdo, opinan fuentes del sector. “Difícilmente Vivendi lanzará una OPA. Y los hijos, de momento, mantendrán la mayor parte del gobierno. Pero Vivendi seguirá interesada, porque la otra empresa italiana donde tiene participación (Telecom) no está respondiendo como esperaba”, apuntan estas fuentes. Sin Berlusconi, sin embargo, la partida está completamente abierta.
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