Los tanques de la OTAN, la clave para que los ucranios lancen su nueva ofensiva
Oficiales y soldados en el frente oriental aseguran que es imposible liberar más territorio ocupado por Rusia sin los Leopard europeos y los Abrams estadounidenses
Conducir un Leopard es el sueño de Víktor Siabrenko. Lo explica con la sonrisa de un niño que recibe un regalo de Reyes. Posa frente al tanque que maneja desde el inicio de la guerra en Ucrania, un T-72 soviético. “3.000 kilómetros hemos hecho juntos desde el inicio de la invasión [el 24 de febrero de 2022], desde Kiev hasta aquí”, dice Siabrenko desde la base temporal de la 3ª Brigada Blindada ucrania, en una aldea en los límites entre las provincias de Járkov y Lugansk. Las posiciones rusas se encuentran a 15 kilómetros, en el este del país. Los vehículos de la 3ª Brigada se ocultan en zonas...
Conducir un Leopard es el sueño de Víktor Siabrenko. Lo explica con la sonrisa de un niño que recibe un regalo de Reyes. Posa frente al tanque que maneja desde el inicio de la guerra en Ucrania, un T-72 soviético. “3.000 kilómetros hemos hecho juntos desde el inicio de la invasión [el 24 de febrero de 2022], desde Kiev hasta aquí”, dice Siabrenko desde la base temporal de la 3ª Brigada Blindada ucrania, en una aldea en los límites entre las provincias de Járkov y Lugansk. Las posiciones rusas se encuentran a 15 kilómetros, en el este del país. Los vehículos de la 3ª Brigada se ocultan en zonas ahora huérfanas del trasiego agrícola. Los campos de la zona, de maíz y girasol, siguen sin cosechar, con sus frutos ennegrecidos y aplastados bajo las orugas de los tanques. Pese al vínculo emocional con su T-72, Siabrenko no duda en que lo cambiaría ahora mismo por un Leopard alemán.
Estados Unidos y varios países europeos de la OTAN han abierto un nuevo capítulo en el aprovisionamiento de armamento a Ucrania, el de los blindados. Desde el pasado diciembre se están sucediendo los anuncios de envío de blindados ligeros de combate y transporte de infantería a Ucrania: Washington ha puesto en marcha el suministro de 50 unidades Bradley; Alemania, 40 Marder; además de Francia, que entregará los todavía más potentes AMX-10. Pero para que Ucrania emprenda una nueva ofensiva que le permita recuperar territorio perdido, necesita tanques. Sin estos, su ejército no avanzará, aseguran oficiales ucranios de la 3ª Brigada Separada Blindada y de la 92ª Brigada Mecanizada entrevistados por EL PAÍS en el frente de Járkov.
Los dos tanques que desea con urgencia Kiev son los Leopard alemanes y los Abrams estadounidenses. Los expertos aseguran que la mejor opción, por razones geográficas, son los Leopard, porque es el blindado pesado más común en la Europa continental —2.000 unidades, según datos del Financial Times. El problema es que, para su exportación, los países que cuentan con estos vehículos —entre ellos España— requieren por contrato de la aprobación de Berlín, porque han sido producidos en Alemania. El Gobierno de Olaf Scholz ha considerado hasta ahora que enviar tanques pesados sería elevar la tensión con Rusia, pero se ha abierto a dar la autorización si Estados Unidos hace lo mismo con sus Abrams. El Reino Unido anunció este sábado el envío de tanques Challenger 2.
Los números que barajan los aliados de Kiev son, de momento, modestos, comparados con los requerimientos ucranios. El comandante en jefe de sus Fuerzas Armadas, Valeri Zaluzhni, indicó el pasado diciembre que para que sus tropas puedan reconquistar el territorio perdido desde el 24 de febrero, requieren de la OTAN 300 tanques, 700 vehículos blindados de infantería y 500 piezas de artillería. Ucrania tenía al principio de la invasión 900 tanques, según el centro de estudios militares británico RUSI, y Rusia contaba en su ofensiva con 3.200 blindados. Según el grupo de análisis militar Oryx, Ucrania perdió en 2022 cerca de 500 tanques y Rusia, 1.500.
El centro de mando de la 3º Brigada Blindada se ha establecido en los cuartos de una humilde granja. En la estrechez de las habitaciones se agolpan los oficiales, los equipos de transmisión, mapas, ordenadores y reservas de alimentos. En el exterior la temperatura baja de los 12 grados bajo cero; en el interior, las estufas de leña convierten el espacio en un paraíso. Alkut es el nombre en clave del coronel que comanda un batallón de la 3ª Brigada. Tiene 59 años y es veterano de la guerra de Donbás de 2014, también sirvió en Irak y Afganistán, en batallones ucranios que dieron apoyo a la ocupación estadounidense. Alkut se formó en la década de los setenta como tanquista en una academia soviética. En aquella década entraron en servicio los Leopard 2, los vehículos que ahora tanto desea Ucrania. ¿Por qué son estos mejores que los tanques soviéticos también de aquellos años? “Yo me formé con un T-72, y ya por entonces los Leopard eran mejores. La URSS no primaba la calidad sino la cantidad. Pero es que, además, los países occidentales fueron modernizando estos mismos tanques, a diferencia de los soviéticos”.
Desde las derrotas que sufrió Moscú el pasado septiembre y octubre en los frentes de Járkov y Jersón, el ejército invasor ha tenido tiempo para fortificar sus líneas de defensa. Alkut pone varios ejemplos de las ventajas de los Leopard y los Abrams que los harían imprescindibles para romper estas líneas en el frente de Lugansk: su coraza; la maniobrabilidad y potencia de motor es mejor, lo que garantiza la seguridad tanto de los soldados que los operan como el de las columnas de infantería que les siguen detrás en el ataque; su ergonomía es incomparablemente mejor que los tanques soviéticos, y esto es determinante en combates de muchas horas. Cuentan con visores nocturnos y tecnología que calcula el movimiento del objetivo enemigo para disparar con mayor precisión.
Andrii Krivonos, comandante en un T-72 de la 3ª Brigada, explica que sus tanques no tienen nada que hacer contra los blindados modernos de Rusia, como los T-80 BVM o los T-64 BV, que sí disponen de ópticas de última generación y motores comparables a los Abrams. “Cuando capturamos uno, lo celebramos”, dice Krivonos. Su superior, Alkut, estima que un Abrams equivale en potencia de ataque a dos o tres tanques soviéticos.
“¿Son los blindados pesados una reliquia del pasado?”. Este era el título de una mesa redonda celebrada el pasado octubre en el Foro de Seguridad de Varsovia. En este encuentro se citaron tres de los generales más importantes de la OTAN. Mark Carleton-Smith, jefe del Estado Mayor del Reino Unido hasta el año pasado, hizo un alegato por ejércitos con menos tanques pero con un nivel tecnológico desarrollado al máximo, una posición que compartió Andreas Marlow, vicejefe del Estado Mayor de Alemania. La tendencia hasta la guerra en Ucrania, según Carleton-Smith, había sido reducir la inversión en tanques para potenciar ámbitos como los drones y las defensas antiaéreas móviles. “Pero los ucranios nos dicen que los tanques son imprescindibles, y son ellos los que están combatiendo a los rusos”, admitió este general británico.
El coronel Alkut secunda las palabras de Carleton-Smith, pero subraya que Ucrania necesita más unidades de lo que un ejército de la OTAN requeriría —este, especializado en unidades ligeras y rápidas— porque es una guerra a gran escala y poque ellos también están utilizando tanques como artillería, debido a la escasez de obuses que tienen.
Problemas de abastecimiento
Dvorkin es comandante de una compañía compuesta por 10 T-64 de la 92ª Brigada Mecanizada. Bajo un pinar cercano al frente, con la artillería rusa golpeando cerca, se ocultan decenas de tanques, la mayoría en mantenimiento. “Todas nuestras máquinas se encuentran en mal estado”, dice este sargento mientras muestra a EL PAÍS las orugas de los tanques, visiblemente gastadas. Las metralletas de algunos tanques ya solo pueden disparar la mitad de las rondas, añade. “Estas armas llevan desde 2014 siendo utilizadas en combate, y estamos bajo mínimos de munición”, apunta Dvorkin. Mikola Timkov, capitán de la 3ª Brigada y su responsable de comunicación, corrobora que tienen problemas de abastecimiento de munición porque incluso las balas para sus cañones procedentes de otros países del este de Europa ya están prácticamente agotadas.
El principal suministrador, involuntario, de blindados para Ucrania ha sido Rusia. Desde finales de marzo, cuando las tropas del Kremlin empezaron a batirse en retirada en Kiev y sus provincias vecinas, las Fuerzas Armadas ucranias habrían capturado cerca de 500 tanques rusos, además de otros vehículos y armamento. Andrii es teniente, tiene 32 años y lidera un pelotón que lucha con un T-64 de la compañía de Dvorkin. Su misión el pasado jueves era intentar reparar un T-72 obtenido como trofeo de guerra a los rusos. “Solo entre un 10% y un 20% de los tanques que nos dejan los rusos pueden volver a utilizarse para combatir, están en condiciones muy malas. En cualquier momento pueden estropearse, pero también los nuestros. La maquinaria soviética es muy pobre”, señala Andrii.
El coronel Alkut calcula que uno de cada tres tanques abandonados por los rusos está siendo utilizados por las Fuerzas Armadas ucranias; el resto se desguaza para utilizar sus componentes en reparaciones.
Carleton-Smith planteaba de forma escéptica la eficacia de basar una ofensiva en grandes divisiones de tanques —y no en unidades ligeras de acción rápida, como las que rompieron el frente de Járkov en septiembre—, y lo hacía ofreciendo el caso de los rusos: aunque es por una pésima estrategia, sus tanques han caído como moscas en la guerra en Ucrania. Una razón de ello, según el teniente Andrii, es la efectividad del fuego ucranio: “Nosotros, de media, para destruir el objetivo necesitamos tres disparos; las unidades rusas, en cambio, disparan aleatoriamente y sin importarles la munición que gastan. Además, Dios quiera que continuemos así, nosotros somo más eficientes en el uso de drones para señalar las coordenadas de los objetivos”.
Dvorkin indica también que los cohetes antitanques portátiles rusos, los RPG, son mucho menos destructivos que las armas antitanque que ha recibido Ucrania de la OTAN, en primer lugar, los javelin estadounidenses. Dvorkin y Alkut coinciden en que tienen tanques que han recibido el impacto de hasta tres misiles de RPG antitanque soviéticos, y los vehículos han continuado combatiendo. Para un tanque principal de la OTAN, según Dvorkin y Alkut, el daño todavía sería menor.
“Según el estado actual de nuestras fuerzas blindadas, no hay duda, no es posible una ofensiva sin recibir tanques occidentales”, concluye Dvorkin. Los planes ucranios pasarían por reiniciar los ataques durante el invierno, cuando el terreno está helado y los tanques pueden rodar mejor. En primavera, la lluvia y el aumento de las temperaturas convierten el campo en un lodazal por el que los blindados requieren más tiempo para avanzar.
También podría ser un contratiempo el que los ucranios tan solo tengan experiencia con blindados soviéticos. Y, además, con los los Leopard o los Abrams haría falta levantar una nueva cadena de suministros de componentes y munición desde la Unión Europea. Pero Dvorkin responde tajante: “Cosas más complicadas hemos conseguido”.
Con las manos todavía en el T-72 ruso que él y sus hombres intentan reparar, Andrii pone su propio ejemplo: “Antes del 24 de febrero, yo no tenía ninguna experiencia militar, trabajaba comercializando aplicaciones para móviles. En 40 días me formaron para conducir un tanque y ahora estoy aquí, plantando cara a los rusos. ¿Por qué no puedo volverlo a hacer con un Leopard?”.
Sigue toda la información internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.