La doble respuesta de China a las protestas: acelerar la vacunación de los mayores y descabezar las manifestaciones
Las autoridades sanitarias admiten que las fuertes restricciones por la pandemia han dejado “quejas por ser excesivas” y que han alterado “la vida normal”
Cientos de jóvenes chinos perdieron el miedo y hablaron alto y claro en las calles de las principales ciudades del país el pasado fin de semana. “Queremos libertad, queremos recuperar nuestra vida”, corearon. Algo tan simple como ir al cine, salir a cenar a un restaurante o pegarse una escapada de fin de semana resulta complicado en muchos puntos del gigante asiático —y prácticamente imposible en otros— desde el esta...
Cientos de jóvenes chinos perdieron el miedo y hablaron alto y claro en las calles de las principales ciudades del país el pasado fin de semana. “Queremos libertad, queremos recuperar nuestra vida”, corearon. Algo tan simple como ir al cine, salir a cenar a un restaurante o pegarse una escapada de fin de semana resulta complicado en muchos puntos del gigante asiático —y prácticamente imposible en otros— desde el estallido de la pandemia. Y se ha hecho especialmente cuesta arriba desde la aparición de la variante ómicron a principios de este año, que provocó que las autoridades asumieran una postura aún más firme a la hora de aplicar su política de covid cero.
Frente a las protestas que han sacudido el país en los últimos días oponiéndose a las férreas medidas antipandémicas, Pekín parece tener claro su plan: descabezar las manifestaciones con el despliegue de un duro dispositivo policial y acelerar la vacunación de las personas mayores, cuyas tasas de inmunidad son aún demasiado bajas.
Cientos de personas pudieron congregarse el sábado y el domingo en diferentes puntos de China para mostrar su rechazo a la política de covid cero —que consiste en el aislamiento de todos los contagiados, campañas masivas de pruebas PCR, confinamientos y estrictos controles fronterizos—. Pero el lunes el Gobierno ya demostró que no iba a tolerar que las protestas se extendieran. Las autoridades torpedearon la organización de nuevas reuniones vallando las zonas donde se habían concentrado en la jornada anterior los manifestantes y desplegando a las fuerzas del orden para invitar a que abandonaran el lugar todos aquellos con actitud de reunión. Las exigencias de los agentes han llegado al punto de reclamar los teléfonos móviles a los transeúntes e, incluso, a los pasajeros del metro de Shanghái, para comprobar si se tienen instaladas aplicaciones como Twitter o Telegram, cuya descarga solo puede realizarse dentro del país usando una VPN (redes virtuales privadas, por sus siglas en inglés).
En un momento en el que China registra cifras récord de contagios, la Comisión Nacional de Salud se ha comprometido este martes a “acelerar la vacunación de los ancianos mayores de 80 años, y a seguir aumentando la tasa de vacunación de las personas de 60 a 79 años”. A pesar de ser el grupo más vulnerable para contraer la covid-19, los ancianos chinos han sido los más reticentes a inocularse. De los 35,8 millones de mayores de 80 años (según el último censo, de 2020), solamente un 65,7% ha recibido la pauta completa de la vacuna y un 40% la dosis de refuerzo, según datos proporcionados por el Consejo de Estado el 11 de noviembre en una rueda de prensa en la que se anunciaron 20 medidas “para optimizar la prevención y el control de la epidemia”.
Al contrario que en otras partes del mundo, la campaña de vacunación contra el coronavirus no comenzó con los mayores. En China —a excepción de cuando se detectaron los primeros casos en Wuhan— no ha habido una sensación de estar expuestos realmente al virus hasta este 2022. Los bajos niveles de contagios y decesos en los dos primeros años de pandemia —incluso las cifras actuales son ínfimas si se comparan con las de otros países— ayudaron a que no se generara una sensación de urgencia para recibir la inyección.
Durante la ola de primavera, algunos gobiernos locales recurrieron a ofrecer cupones de descuento, regalos e incluso dinero en efectivo para intentar convencer a los ancianos de que se vacunasen. Este martes, la Comisión Nacional de Salud anunció un grupo de trabajo para “fortalecer” la vacunación de ese grupo. El plan parece limitarse a “educar en la importancia y los beneficios que tiene inocularse” y rebajar el plazo para ponerse la dosis de refuerzo, que pasará a ser de tres meses después de completar la pauta.
Ya con las protestas silenciadas, China parece estar mandando señales de una posible relajación de las medidas, aunque estas han sido tomadas con escepticismo por algunos usuarios de Weibo, la mayor red social de microblogging del país. El medio Beijing News, afiliado al Partido Comunista, ha publicado este martes un extenso reportaje en el que personas que han pasado la covid expresan que todo está bien después de la enfermedad. Por su parte, el polémico Hu Xijin, exredactor jefe del diario nacionalista chino Global Times, ha escrito en su cuenta de Twitter: “La nueva variante ómicron se está extendiendo rápidamente y está obligando a hacer ajustes a la respuesta anticovid en muchas partes de China. La tasa de casos graves por covid es de un 0,25%. La mayoría de los chinos no tiene miedo a contagiarse. Puede que China salga de la sombra de la covid-19 antes de lo esperado”.
Quizás como guiño a las protestas, los funcionarios de salud han asegurado que las fuertes restricciones han dejado “quejas por ser excesivas” y han reiterado que “todas las localidades deben aplicar estrictamente las normas nacionales”. A pesar de los mencionados reajustes de los protocolos que se publicaron el día 11, los gobiernos locales han continuado tomándose la justicia por su mano a la hora de imponer confinamientos, por miedo a que una flexibilización excesiva provoque un aumento aún mayor y a más velocidad de los contagios.
Ante la pregunta de si el Gobierno está realmente planteándose un cambio en la estrategia, Mi Feng, portavoz de la Comisión Nacional de Salud, aseguró: “Estamos ajustando constantemente las medidas contra la covid”. Reconoció que los cierres “han afectado la vida normal” de la gente y su salud mental, además de la economía. “Las medidas de prevención no han sido precisas y la información no ha sido suficiente y oportuna, lo que ha causado malentendidos”, aseguró el portavoz, según recoge la agencia Efe.
Alicia García Herrero, economista jefe de Natixis, opina que las protestas no van a extenderse y que todo apunta a que China seguirá un modelo similar al de Hong Kong, con “confinamientos exprés”. “Creo que de esta manera reducirán un poco la presión, pero la clave está en acelerar rapidísimamente la vacunación, porque en Hong Kong sigue habiendo muchísimos casos y se llegó a colapsar el sistema sanitario”, continúa. En cuanto a la economía, García Herrero mantiene la previsión de crecimiento del PIB del 4,3% para el próximo año. “Creo que, aunque haya idas y venidas con aperturas y confinamientos, las autoridades van a apostar por la vacunación para evitar un escenario en el que sigan las protestas”, concluye.
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