Los talibanes prohíben a las mujeres acceder a los parques de Kabul

El Ministerio afgano de la Virtud y Prevención del Vicio alega que no se respetaban las reglas que prohíben cruzarse con hombres en el mismo espacio

Atracción en el parque Habibullah Zazai, en las afueras de Kabul, el pasado miércoles 9 de noviembre.WAKIL KOHSAR (AFP)

Los talibanes han prohibido a las mujeres afganas acceder a los parques y jardines de Kabul, uno de los últimos espacios de libertad que tenían ante las severas restricciones impuestas por el régimen fundamentalista islámico. A principios de semana, los fundamentalistas, en el poder desde agosto de 2021, pidieron a los responsables...

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Los talibanes han prohibido a las mujeres afganas acceder a los parques y jardines de Kabul, uno de los últimos espacios de libertad que tenían ante las severas restricciones impuestas por el régimen fundamentalista islámico. A principios de semana, los fundamentalistas, en el poder desde agosto de 2021, pidieron a los responsables de parques y jardines que cerraran sus puertas a las mujeres. Hasta ahora se habían instalado horarios y días diferenciados para que hombres y mujeres no se cruzaran.

“En numerosos lugares, las reglas fueron violadas”, justificó el miércoles el portavoz del Ministerio de Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio, Mohammad Akif Sadeq Mohajir. “Había mezcla y el hiyab [el velo que cubre la cabeza y el cuello] no se respetaba. Es por eso que se ha tomado esta decisión”, añadió.

La nueva norma excluye aún más a las mujeres de un espacio público cada vez más reducido. Ya se les prohíbe viajar sin escolta masculina y se les obliga a llevar hiyab o burka siempre que salgan de casa. Las escuelas secundarias para niñas también llevan más de un año cerradas en la mayor parte del país.

Wahida es una de tantas mujeres afectadas por esta nueva prohibición de los talibanes. Observa a sus niños jugar en Kabul a través de un cristal, pero no puede acompañarlos. Está sentada en un restaurante con vistas a un parque de la ciudad. “No hay escuela, no hay trabajo, deberíamos tener al menos un lugar donde entretenernos”, se queja la madre, contrariada después de que le negaran la entrada al parque.

Los talibanes impusieron una interpretación fundamentalista del islam desde su regreso al poder en agosto de 2021, tras veinte años de guerra y la retirada de las tropas estadounidenses. Las autoridades no dejaron de recortar las libertades de las mujeres: están obligadas a llevar velo integral, no pueden acceder a la educación secundaria y tienen prohibido viajar solas fuera de su localidad. Los parques eran uno de los últimos espacios de libertad, según el diario británico The Guardian.

“Necesitamos un lugar donde divertirnos, está en juego nuestra salud mental. Ya tenemos suficiente de estar en casa todo el día, estamos cansadas de todo esto”, se desespera Wahida, sin trabajo, igual que su marido. En la mesa contigua, Raihana, de 21 años, comparte el mismo pesar. “Estábamos muy ilusionadas con la idea de venir al parque. Estamos hartas de estar en casa”, dice la joven que degusta un helado con sus hermanas. Estudiante de derecho islámico, Raihana se ofusca ante esta nueva medida. “Evidentemente que el islam permite salir y visitar parques”, dice.

A varios kilómetros de distancia, en la parte alta de Kabul, la noria del parque más importante de Afganistán está paralizada. También los columpios, los vagones y otras atracciones de ocio del complejo. Solo un puñado de hombres se pasea por las calles silenciosas del parque Zazai, creado hace más de seis años. Antes de las restricciones de los talibanes podía acoger hasta 15.000 visitantes diarios en fin de semana. Su gestor no entiende esta decisión que lo condena a terminar con el negocio en el que invirtió 11 millones de dólares y que da trabajo a unas 250 personas. “Sin mujeres, los niños no vendrán solos”, dice Habib Jan Zazai. “Me habría gustado que los talibanes nos dieran razones convincentes”, lamenta. “En el islam estás autorizado a ser feliz. El islam no permite encarcelar a la gente en su domicilio”, señala este hombre en la treintena. “Con estas decisiones, van a desincentivar a los inversores. ¿Y sin empresarios que paguen impuestos cómo pueden funcionar?”, se interroga.

Mohammad Tamim, profesor en una escuela coránica en la ciudad de Kandahar, feudo talibán, de 20 años, condena “esta mala noticia” mientras saborea un té con unos amigos en el parque. “Cada humano necesita psicológicamente divertirse, estudiar... Los musulmanes necesitan divertirse, especialmente tras 20 años de guerra”, defiende.

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