El estado de alarma decretado por Putin extiende el temor entre la población a una restricción de movimientos por toda Rusia
Los gobernadores piden calma mientras el Kremlin impone en algunas provincias medidas extraordinarias sin final a la vista
Como ocurriera durante los últimos años del poder zarista, Rusia ha entrado en un estado de alerta continuo que abre la puerta a que sus autoridades adopten medidas extraordinarias. El presidente Vladímir Putin aprobó este miércoles dos decretos que permitirán cerrar a dedo sus regiones. Dos años después de la llegada de la pandemia, la amenaza ahora no es el coronavirus, sino “el régimen de Kiev”, en palabras del mandatario, quien consideró una urgencia nacional dar este paso tras esbozar un escenario catastrófico con atentados en sitios públicos y centrales nucleares. Sus gobernadores, sin e...
Como ocurriera durante los últimos años del poder zarista, Rusia ha entrado en un estado de alerta continuo que abre la puerta a que sus autoridades adopten medidas extraordinarias. El presidente Vladímir Putin aprobó este miércoles dos decretos que permitirán cerrar a dedo sus regiones. Dos años después de la llegada de la pandemia, la amenaza ahora no es el coronavirus, sino “el régimen de Kiev”, en palabras del mandatario, quien consideró una urgencia nacional dar este paso tras esbozar un escenario catastrófico con atentados en sitios públicos y centrales nucleares. Sus gobernadores, sin embargo, trataron de calmar a los ciudadanos al comparecer tras el discurso del jefe del Kremlin con las promesas de que todo está bien y no es necesario imponer ninguna restricción de movimientos. Tras décadas de estabilidad, un factor que recalcan siempre las autoridades rusas, el temor a quedar aislados empieza a ser generalizado entre la población.
Los decretos de Putin trajeron a la memoria el Estatuto de medidas para proteger el orden del Estado y la paz pública de 1881. Este, aprobado tras el asesinato de Alejandro II, introducía medidas extraordinarias para un corto periodo de tiempo, pero se alargó hasta la caída del último zar. “El estado de emergencia fue declarado en 60 regiones y la ley marcial, en 25, entre 1905 y 1907. Más de una generación creció bajo este régimen”, describía en un ensayo sobre aquella época el historiador Guennadi Bordiugov.
Las dos órdenes de Putin establecen de facto que todo el país está en estado de alarma. El nivel máximo, la ley marcial, fue declarado en las provincias ucranias anexionadas, en contra de la legalidad internacional, hace menos de un mes: Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia. El siguiente, “nivel medio de respuesta”, afecta a Crimea, anexionada en 2014, y las regiones rusas fronterizas con Ucrania. El tercero, “nivel de preparación alto”, se aplica a los distritos Central y Sur de Rusia, incluida Moscú. En el cuarto escalafón, “nivel de preparación básica”, está el resto del país.
Para el presidente ruso, una enorme amenaza se cierne sobre su país. “Los servicios especiales ucranios organizaron la explosión del puente de Crimea y hemos parado ataques terroristas en otras regiones de Rusia, incluso en zonas con presencia masiva de gente; y contra instalaciones de transporte y energía. Y aquí quiero recalcar centrales nucleares”, afirmó Putin.
Sin embargo, el resto del escalafón político quitó hierro a tales amenazas. “No se ha introducido actualmente ninguna medida que limite el ritmo de vida de la ciudad”, se apresuró a escribir en su blog personal el alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin.
El temor a que se desatasen los nervios entre sus habitantes también llevó al gobernador de San Petersburgo, Alexánder Beglov, a enviarles un mensaje de calma pese a que su territorio se encuentra en el nivel de alerta más bajo. “Se hará todo lo necesario para mejorar la protección de las infraestructuras, pero no se van a introducir medidas restrictivas en la ciudad”, afirmó el alto cargo.
Gran poder a las autoridades locales
La nueva ley otorga un gran poder a las autoridades locales para restringir los movimientos de sus ciudadanos, incluso al impedirles abandonar la región; y para adoptar “medidas civiles de defensa” y cualquier otra iniciativa que atienda las necesidades de personal y suministros de las Fuerzas Armadas.
Una de las regiones de “nivel medio de respuesta” es Rostov. Su gobernador, Vasili Gólubev, también quiso rebajar la tensión con otro mensaje en sus redes sociales. “Recalco que no hay cambios especiales para los ciudadanos. No hay ninguna prohibición de movimiento ni dentro de la región ni hacia el exterior”, escribió el alto cargo, cuya imagen ya resultó muy perjudicada por la movilización masiva en su territorio.
Gólubev anunció a principios de octubre que el reclutamiento ya había finalizado, pero el llamamiento de civiles a las armas ha seguido hasta tal punto que el comisariado militar explicó hace una semana que ha habido “una continuación del trabajo” y no “una segunda ola de movilización”.
Otra de las regiones incluidas en el segundo nivel de respuesta es Kursk. Con la Z, el símbolo de la ofensiva rusa en Ucrania, en la solapa y el retrato de Putin en la pared de su despacho, el gobernador Roman Starovoit grabó una declaración para sus ciudadanos. “Por el momento no se introducen nuevas restricciones, incluida la circulación por toda la región y más allá. En las zonas fronterizas (con Ucrania) existe como antes un régimen de permisos”, apuntó.
En otros oblast (regiones) del Distrito Central, como Vladímir y Tambov, el mensaje de unos y otros gobernadores también fue muy parecido. “Se tomarán todas las medidas necesarias para mejorar la seguridad de las instalaciones civiles” y “no cambiará la vida habitual en la región”, dijeron ambos.
Como ocurriera durante la pandemia, proliferaron los mapas de las regiones con más y menos riesgo de restricciones. Una de ellas es Krasnodar, donde se encuentra la residencia presidencial de Sochi. Preguntado por la agencia Tass si ello afectará al trabajo del mandatario, su portavoz, Dmitri Peskov, fue muy explícito: “No”.
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