Occidente asegura que exigirá responsabilidades a Putin por los ataques indiscriminados contra ciudades ucranias
El G-7 reclama investigar los “crímenes de guerra” cometidos por las tropas del Kremlin mientras que la OTAN insiste en que respaldará a Kiev “tanto tiempo como sea necesario”
Occidente eleva más aún el tono contra Vladímir Putin. Los líderes del G-7 han asegurado este martes que exigirán al presidente ruso responsabilidades por los “crímenes de guerra” perpetrados en la escalada de ataques de Moscú contra ciudades y objetivos civiles en el conflicto en Ucrania. En una reunión extraordinaria por videoconferencia, en la que también ha participado el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, los siete líderes que forman este club de países ricos han...
Occidente eleva más aún el tono contra Vladímir Putin. Los líderes del G-7 han asegurado este martes que exigirán al presidente ruso responsabilidades por los “crímenes de guerra” perpetrados en la escalada de ataques de Moscú contra ciudades y objetivos civiles en el conflicto en Ucrania. En una reunión extraordinaria por videoconferencia, en la que también ha participado el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, los siete líderes que forman este club de países ricos han reafirmado su apoyo a Kiev en todos los campos posibles, del militar al económico. En Bruselas, la OTAN ha emitido este martes el mismo mensaje: la alianza respaldará a Ucrania “tanto tiempo como sea necesario”.
El lenguaje de las potencias occidentales ha sido tan contundente como podía ser dentro de los cauces diplomáticos. Muestran así la indignación generalizada ante la oleada de misiles del lunes, que dejó al menos 19 muertos y que este martes se ha repetido con menor intensidad, sobre todo tipo de infraestructuras civiles y barrios residenciales en las ciudades ucranias. Estos ataques han sido la respuesta de Putin a la explosión del puente de Kerch en Crimea el pasado sábado.
El comunicado de los siete líderes es también un indicio de la preocupación que suscitan las repetidas amenazas del Kremlin sobre el uso de armas atómicas, una posibilidad que el presidente estadounidense, Joe Biden, calificaba la semana pasada de “Armagedón”. Pese a esta honda preocupación, tanto el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, como el coordinador de comunicaciones estratégicas del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, han insistido en respectivas ruedas de prensa en Bruselas y Washington en que —de momento— ni la Alianza Atlántica, que observa y analiza las fuerzas nucleares rusas, ni los servicios de inteligencia estadounidenses han detectado cambios en la postura nuclear de Moscú ni preparativos para que vaya a haberlos próximamente.
“Condenamos estos ataques en los términos más contundentes posibles”, subraya el comunicado final de la reunión de naciones industrializadas, que apunta a Putin como “responsable” de una escalada “deliberada” que incluye, además de las amenazas nucleares, la movilización de reservistas en Rusia. “Reafirmamos que cualquier uso de armas químicas, biológicas o nucleares encontrará graves consecuencias”, añade el comunicado.
Los siete países —Estados Unidos, Canadá, Alemania, el Reino Unido, Italia, Francia y Japón— han subrayado su apoyo incondicional a Ucrania, a la que va a seguir aportando asistencia de todo tipo: “financiera, humanitaria, militar, diplomática y legal”. Kiev cuenta con el “derecho legítimo” de recuperar sus fronteras después de que Moscú haya declarado la anexión de cuatro regiones ocupadas, aseguran. Y el G-7 mantiene su compromiso “decidido y firme” con la soberanía y la integridad territorial de Ucrania.
“Seguimos dispuestos a llegar a acuerdos con los países e instituciones interesadas y con Ucrania sobre una seguridad duradera y otros compromisos para ayudar a Ucrania a defenderse, a garantizar su futuro libre y democrático y disuadir futuras agresiones rusas”, sostiene el grupo.
La OTAN mantiene sus maniobras nucleares
Por su parte, la OTAN no ha cambiado su situación de alerta. La Alianza Atlántica mantendrá sus maniobras militares anuales de preparación nuclear Steadfast Noon pese a las amenazas cada vez más duras de Putin de utilizar cualquier material de defensa disponible para defender el territorio que considera Rusia (incluidas las cuatro regiones ucranias anexionadas ilegalmente). Esto incluye también sus armas nucleares.
“Enviaría una señal muy equivocada si de repente canceláramos un ejercicio planificado de rutina desde hace mucho tiempo debido a la guerra en Ucrania”, ha insistido Stoltenberg en vísperas de una reunión de ministros de Defensa de los países aliados. “Si ahora creamos las bases para malentendidos, errores de cálculo en Moscú sobre nuestra voluntad de proteger y defender a todos los aliados, aumentaríamos el riesgo de una escalada”, ha añadido el secretario general.
Las maniobras Steadfast Noon, en las que participarán 14 de los 30 miembros de la OTAN, practican el uso de bombas nucleares estadounidenses con base en Europa —el Pentágono mantiene allí un centenar de estas armas tácticas— con vuelos de entrenamiento, sin armas reales. En los ejercicios también participarán aviones convencionales y vigilancia; y de reabastecimiento de combustible.
En la reunión del G-7, los líderes han escuchado a Zelenski, que pidió una “paz justa”. Esa paz debe incluir, además del respeto a la integridad territorial y soberanía de Ucrania, la preservación de su capacidad de defenderse en el futuro, el castigo de los crímenes de guerra perpetrados por Moscú y garantías para la reconstrucción del país, para la que se podrían “explorar” posibilidades de recurrir a fondos rusos.
El presidente ucranio, que ha descrito las acciones más recientes de Moscú como “una nueva etapa en la escalada”, ha solicitado más sanciones contra el país vecino y enemigo, así como el envío de sistemas de defensa aérea. En su lista de peticiones también ha incluido una misión que supervise la frontera con Bielorrusia, donde las últimas iniciativas del autoritario presidente Aleksandr Lukashenko hacen temer una mayor implicación de ese aliado de Moscú en el conflicto.
Advertencia a Bielorrusia
Occidente cree que el riesgo de que Minsk entre de lleno en la guerra de Rusia en Ucrania es real. Los líderes han mandado este martes una advertencia a Minsk, tanto en Bruselas como en la reunión virtual del G-7. “El presidente Lukashenko debería detener la complicidad de Bielorrusia en este conflicto ilegal”, ha remarcado Stoltenberg. El lunes, tras el día negro de ataques rusos contra Ucrania, Lukashenko ordeno el despliegue de sus tropas junto a las rusas cerca de sus fronteras con Ucrania y declaró que habían iniciado maniobras para evaluar su “preparación para el combate”.
Lukashenko afronta una situación muy complicada en casa, donde ha reprimido a la oposición y a la sociedad civil con extrema dureza desde hace años. Depende enormemente de Putin para subsistir, pero no quiere ceder el poder, con lo que se mantiene en un precario equilibrio. Hasta ahora, Bielorrusia no ha participado con tropas propias regulares en la invasión a Ucrania, aunque al principio de la crisis permitió a las fuerzas rusas adentrarse en Ucrania desde su territorio: ambos países comparten más de 1.000 kilómetros de fronteras que habían sido tradicionalmente muy porosas.
Aunque las fuerzas bielorrusas no supondrían demasiado empuje adicional para el Kremlin ahora, sí podrían abrir otro frente en Ucrania, en el norte, y distraerían fuerzas ucranias de las contraofensivas del sur y del este, apuntan fuentes aliadas.
En un escenario en el que las formas de guerra híbrida se extienden, los ministros de Defensa hablarán estos días en la sede de la OTAN en Bruselas sobre los ataques a infraestructuras críticas, tras los sabotajes a los gasoductos Nord Stream 1 y 2, que la Alianza Atlántica no ha atribuido abiertamente a nadie. “Un ataque deliberado contra la infraestructura crítica de los aliados se encontrará con una respuesta unida y decidida”, aseveró Stoltenberg. En un sentido similar se pronunciaron los líderes de los siete países industrializados, que dieron la bienvenida a las investigaciones, en las que participan las autoridades suecas, danesas y alemanas.
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