El funeral de Isabel II en Westminster, una ceremonia cargada de emoción con puntualidad británica
El cortejo fúnebre por Londres ha cerrado una despedida redonda, envuelta de toda la pompa y el boato británico
Puntualidad, precisión, pompa. Nada ha faltado, todos los ingredientes que anunciaba la casa real británica para el funeral de Isabel II, celebrado este lunes 19 de septiembre en la abadía de Westminster (en un día declarado festivo en todo el Reino Unido), han estado presentes. También, con cierta sorpresa tras más de 10 días de agotador luto, la emoción. ...
Puntualidad, precisión, pompa. Nada ha faltado, todos los ingredientes que anunciaba la casa real británica para el funeral de Isabel II, celebrado este lunes 19 de septiembre en la abadía de Westminster (en un día declarado festivo en todo el Reino Unido), han estado presentes. También, con cierta sorpresa tras más de 10 días de agotador luto, la emoción. Los cuatro hijos de la reina, sus ocho nietos (y sus parejas) y dos de sus bisnietos han sido, con permiso de la difunta monarca, los protagonistas del acto.
El deán de la abadía de Westminster ha conducido una sobria y completa ceremonia donde también han leído y hablado destacados miembros de la Commonwealth, la actual primera ministra, Liz Truss, autoridades de la Iglesia de Escocia, y la arzobispo de Londres y el de Canterbury. La música, también, ha sido escogida con precisión: desde un himno compuesto para la coronación de Isabel II, en 1953, hasta la fuerza de la música del gaitero real y el inevitable God Save the King .
A las 10.44, hora de Londres y tal y como estaba marcado desde hace días, el ataúd de la reina salía del palacio de Westminster hasta la abadía del mismo nombre. Tras él, el rey Carlos III, los otros tres hijos de la monarca (Ana, con uniforme militar) y tres de sus nietos: Guillermo, el heredero y también vestido de uniforme militar; Enrique, sin él, y Peter Phillips, el hijo mayor de Ana, también de traje oscuro. A la llegada a la catedral, los esposos de la princesa Ana y de Eduardo, así como las esposas de Guillermo y Enrique —Catalina, princesa de Gales, y Meghan Markle, ambas, como Camila, con joyas prestadas o regaladas por la reina—, y el resto de nietos, han procesionado tras el féretro de la reina. Destacaba la presencia de dos niños: Jorge, de nueve años, primogénito de los ya príncipes de Gales y segundo en la línea de sucesión al trono, con traje y corbata; y la tercera, Carlota, vestida de negro y tocada con un sombrero a sus solo siete años. La ceremonia y sus protocolos eran iguales para todos, independientemente de la edad.
Después de 55 minutos de servicio religioso, lecturas e himnos, el cierre ha sido el momento más destacado de la ceremonia. Los dos minutos de silencio poco antes de las 12 en punto de la mañana, hora de Londres, unido al canto final del God Save the King, han sido el broche redondo a un funeral solemne pero también muy personal, con la figura de la reina y de su familia ocupando un lugar central. Y eso pese a haber sido congregados 2.000 invitados, entre ellos 500 jefes y ex jefes de Estado, a los que las cámaras de la impecable BBC (que ha dado la señal global de la retransmisión) han querido prestar la justa importancia durante el acto. Se ha visto a los reyes Felipe y Letizia junto a los reyes eméritos Juan Carlos y Sofía; a Harald y Sonia de Noruega; a Alberto de Mónaco con Charlene; a Guillermo y Máxima de Países Bajos con la emérita Beatriz… pero solo en los amplios planos de la catedral. Eran parte del paisaje que daba empaque a la ceremonia, pero no han sido destacados como protagonistas; de hecho, las cámaras no han captado su llegada al acto. Al final del mismo se ha visto emoción en los hijos de la reina: el semblante más serio que nunca del rey Carlos, la tristeza de Camila, la reina consorte, y hasta las lágrimas de Eduardo (el hijo pequeño de Isabel II) y su esposa, Sofía.
La salida de Westminster para continuar a pie por Londres durante una hora, con el ataúd seguido por toda la familia real (entre ellos Jorge y Carlota, que después han continuado en coche con Camila y con Kate), ha cerrado una ceremonia redonda, cargada de toda la pompa y el boato británico. El cierre lo ha puesto una procesión de una hora por el Mall de Londres, pasando por delante del palacio de Buckingham, para ya marchar camino a Windsor, donde tendrá lugar el entierro y acabarán, tras más de 10 días, el luto oficial y las despedidas Un cariñoso y grandioso último adiós a Su Graciosa Majestad, tal y como ella lo había planeado y como lo habría querido.
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