Funeral de Estado de Isabel II: el mayor desafío logístico de Londres en las últimas décadas
Más de 500 jefes y exjefes de Gobierno se concentrarán en la capital británica entre el domingo y el lunes
¿Cómo se explica al presidente de Estados Unidos que debe desplazarse hasta la abadía de Westminster en el mismo autobús que otros dignatarios internacionales? De ningún modo. Las autoridades británicas han hecho la vista gorda, para que Joe Biden puede llegar el lunes hasta el funeral de Estado de Isabel II a bordo de su vehículo oficial (The Beast, la Bestia, como se conoce al descomunal coche), con la esperanza de que el agravio comparativo no sea tenido en cuenta por el resto de líderes mundiales. Cerca de 500 jefes y exjefes de Estado y de Gobierno se van a concentrar en la capital...
¿Cómo se explica al presidente de Estados Unidos que debe desplazarse hasta la abadía de Westminster en el mismo autobús que otros dignatarios internacionales? De ningún modo. Las autoridades británicas han hecho la vista gorda, para que Joe Biden puede llegar el lunes hasta el funeral de Estado de Isabel II a bordo de su vehículo oficial (The Beast, la Bestia, como se conoce al descomunal coche), con la esperanza de que el agravio comparativo no sea tenido en cuenta por el resto de líderes mundiales. Cerca de 500 jefes y exjefes de Estado y de Gobierno se van a concentrar en la capital británica entre el domingo y el lunes. Entre ellos, los reyes de España, Felipe VI y Letizia, y el emérito Juan Carlos I junto a la reina Sofía. Todos ellos acudirán al Royal Chelsea Hospital, un centro de atención para militares veteranos y jubilados en el oeste de Londres, desde donde varios autobuses los trasladarán hasta la abadía.
Cerca de 2.000 invitados asistirán al servicio religioso, que comenzará a las 11.00 del lunes (las 12.00, horario peninsular español). Junto a los representantes de todas las naciones invitadas —fuera han quedado Siria, Venezuela, Afganistán, Rusia, Bielorrusia y Birmania—, se concentrarán en la abadía miembros del Gobierno británico, parlamentarios, altos funcionarios, miembros de la judicatura y representantes de las instituciones públicas más relevantes del país, como el venerado Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en inglés). Desde el primer minuto, el Ministerio de Exteriores británico impuso un límite en el número de asistentes a la ceremonia por cada delegación, y dejó claro que no había hueco para las parejas. “Lamentamos informar de que, dado el limitado espacio en el funeral y en eventos asociados, ningún miembro de la familia del invitado principal, así como de su entorno de asistentes, será admitido”, advertía en la nota enviada a todas las embajadas a principios de esta semana.
10.000 policías se han incorporado al despliegue de seguridad por toda la ciudad, junto a unos 1.500 militares. Cientos de voluntarios desplegados por Londres ofrecen su ayuda a los visitantes. Se calcula en cerca de un millón el número de personas que ha viajado hasta la capital británica.
Los servicios que han preparado toda la logística del fin de semana —que supone multiplicar por varios centenares todos los complejos operativos que implica cualquier visita de Estado— habilitarán espacios temporales para que los dignatarios internacionales que lo deseen puedan pasar por Westminster Hall, el majestuoso vestíbulo donde permanecerá el féretro de Isabel II hasta las ocho de la mañana (nueve de la mañana, horario peninsular español) del lunes. La cola de ciudadanos que esperan pacientemente para despedirse de la monarca se extendía a lo largo de más de ocho kilómetros, y había llegado al límite de capacidad previsto por el equipo logístico del Gobierno. Durante seis horas se ha cerrado el acceso y ha sido imposible incorporarse a la fila. Desde el principio de la semana ya se previó que, en algún momento del sábado o el domingo, se impedirían nuevas incorporaciones, para evitar la frustración final de miles de ciudadanos a los que se tendría que echar atrás, a pesar de sus largas horas de espera.
Las 12 últimas horas de solemnidad
A las 10.35 de la mañana (11.35 en la Península), el grupo de soldados responsable de transportar el féretro de la monarca lo trasladará desde el catafalco donde habrá permanecido durante cuatro días al armón militar que lo llevará hasta la abadía de Westminster. Es un recorrido corto, de apenas unos centenares de metros. El mismo armón que transportó el ataúd de la reina Victoria o de Winston Churchill. 142 miembros de la Marina Real lo llevarán hasta la abadía. Por delante, desfilarán los gaiteros de los regimientos de Escocia e Irlanda, una brigada de gurjas (el histórico ejército mercenario de la Compañía Británica de las Indias Orientales) y 200 miembros de la banda de música de la RAF (Real Fuerza Aérea). Detrás del féretro, caminarán Carlos III, sus dos hijos, Guillermo y Enrique, y otros miembros de la familia real.
Al final de la ceremonia religiosa, a las 11.58 (12.58 en la Península), se guardarán dos minutos de silencio en la abadía y por todo el Reino Unido en homenaje a la monarca fallecida. Romperá el duelo el himno nacional, y los acordes del gaitero de la Reina, Scott Methven.
El último cortejo fúnebre que podrán presenciar los miles de personas concentradas en el centro de Londres será el que traslade el féretro de Isabel II desde la abadía de Westminster hasta el Arco de Wellington. Desde allí, será ya un coche fúnebre el que lleve el ataúd hasta el castillo de Windsor, donde la monarca pasó recluida los años de la pandemia. Allí, en la capilla de San Jorge, fue enterrado su esposo, Felipe de Edimburgo, que falleció en abril de 2021. Y allí, después de una nueva procesión hasta la capilla, se celebrará un último servicio religioso abierto al público. A las 19.30 de ese lunes (20.30 en la Península), los miembros de la familia real asistirán a una ceremonia religiosa privada. Será el adiós definitivo e íntimo a Isabel II.
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