Una nueva delegación estadounidense viaja a Taiwán en plena escalada de tensión con China
El gobernador de Indiana encabeza la tercera visita a la isla de altos cargos de EE UU, 20 días después del viaje de Pelosi que enfureció a Pekín
La presidenta de Taiwán, Tsai Ing Wen, ha recibido este lunes a una nueva delegación de altos cargos estadounidenses justo cuando se cumplen 20 días del viaje de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a la isla que enfureció a Pekín, que considera a Taiwán parte inalienable de su territorio. Esta nueva visita, la tercera incluyendo la que pr...
La presidenta de Taiwán, Tsai Ing Wen, ha recibido este lunes a una nueva delegación de altos cargos estadounidenses justo cuando se cumplen 20 días del viaje de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a la isla que enfureció a Pekín, que considera a Taiwán parte inalienable de su territorio. Esta nueva visita, la tercera incluyendo la que protagonizó Pelosi, está encabezada por el gobernador de Indiana, el republicano Eric Holcomb, y amenaza con atizar la cólera que China dejó patente al iniciar el 4 de agosto las mayores maniobras de su historia alrededor de Taiwán. La llegada de la delegación coincide además con la reanudación de unas importantes maniobras conjuntas de EE UU y Corea del Sur, las primeras de gran formato desde 2018, bajo la atenta mirada de Pyongyang.
El objetivo de la visita de dos días de Holcomb, acompañado por funcionarios del Estado y representantes de la Universidad de Purdue -puntera en investigación científica y tecnológica-, es fortalecer las relaciones económicas y académicas. Desde Taipéi, la delegación viajará a Seúl, otra pieza clave en la política asiática de la Casa Blanca y que el gobernador visitará por segunda vez. El viaje a Taipéi se produce después de que el gigante taiwanés de semiconductores MediaTek anunciara en junio una asociación con la Universidad de Purdue para crear un nuevo centro de diseño de microchips.
Tras conocerse la presencia de la delegación en Taiwán, el Ministerio de Defensa de la isla informó de que cuatro aviones militares chinos habían atravesado la mediana del estrecho de Taiwán, una frontera no oficial con la China continental que, sin embargo, ambas partes respetaban antes de la visita de Pelosi. También justo después de la visita de la segunda delegación de congresistas estadounidenses a la isla, el pasado 14 de agosto, China llevó a cabo nuevos ejercicios militares en las cercanías de Taiwán.
La breve visita de la demócrata Pelosi del 2 de agosto fue tolerada con malestar por la Casa Blanca que ve peligrar sus esfuerzos diplomáticos para frenar a Pekín. Sin embargo, el viaje de la mujer que ocupa el tercer cargo institucional más alto del país norteamericano obtuvo un apoyo evidente en las filas republicanas en las que milita el gobernador de Indiana. Durante su reunión con la presidenta taiwanesa, Holcomb se comprometió a seguir colaborando con la isla durante los próximos años y firmó un memorando de entendimiento con el Ministerio de Asuntos Económicos de Taiwán destinado a facilitar la cooperación empresarial, comercial y científica.
En cualquier caso, no son solo los halcones republicanos los partidarios de una política más dura hacia China. También destacados congresistas demócratas, como el veterano Bob Menendez, presidente del comité de Exteriores del Senado, han pedido a la Casa Blanca menos ambigüedad en su apoyo a la isla frente a las amenazas chinas, con el argumento de que Pekín puede repetir en Taiwán el escenario provocado por Moscú en Ucrania. El giro hacia Asia que ha impreso la política exterior de la Administración demócrata gira en gran parte en torno a la isla.
Taiwán y Estados Unidos son “aliados clave en materia económica y de seguridad y los aliados democráticos deben permanecer unidos”, afirmó por su parte la presidenta Tsai Ing-wen. “Taiwán se ha enfrentado a las amenazas militares de China, en y alrededor del Estrecho de Taiwán”, aseguró Tsai al gobernador Holcomb durante la reunión que tuvo lugar en su despacho oficial en Taipéi.
“La seguridad económica es un importante pilar de la seguridad nacional y regional”, prosiguió Tsai, que aludió a su vez a una cuestión clave: la escasez y los problemas de suministro de los semiconductores, de cuya fabricación la isla es líder. La empresa Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) es el fabricante de chips más poderoso del planeta, con el 90% de la producción de los chips considerados superavanzados. Según TrendForce, el 64% de los chips globales proceden de esta empresa. Altos responsables chinos han abogado en el pasado por tomar el control de esta compañía con importantes intereses también en Estados Unidos. TSMC está construyendo una planta de producción de semiconductores en Arizona valorada en 12.000 millones de dólares (unos 12.000 millones de euros).
“Taiwán está dispuesto y es capaz de fortalecer la cooperación con los socios democráticos en la construcción de cadenas de suministro sostenibles de chips”, aseveró Tsai, que definió a estos semiconductores como “democráticos”. Taiwán quiere asegurarse de que sus socios tengan suministros de semiconductores, frente a las las eventuales amenazas de China, incluidos los periódicos confinamientos de ciudades por brotes de covid. Aunque el Congreso aprobó recientemente una ambiciosa ley para fomentar la industria estadounidense de microchips, la dependencia de Taiwán y otros países del sudeste asiático como Corea del Sur sigue siendo notable.
El pasado 17 de agosto, Washington anunció un acuerdo para negociar un amplio pacto comercial y de inversión con Taiwán, cuya primera ronda de negociaciones está prevista para inicios del otoño. El 1 de junio, Estados Unidos y la isla habían anunciado su intención de desarrollar una ambiciosa hoja de ruta para esas negociaciones. China ha mostrado su descontento ante estas conversaciones pese a que, en el pasado, en momentos más distendidos de su relación con Taipéi, Pekín firmó a su vez convenios de cooperación económica similares con las autoridades taiwanesas.
Entre las represalias anunciadas por China tras las visitas de Pelosi y la posterior de congresistas —encabezada por el senador demócrata por Massachusetts Ed Markey—, están las sanciones “de por vida” a siete funcionarios y políticos taiwaneses acusándoles de promover una agenda independentista para la isla. Estas sanciones les impedirán entrar en la China continental, Hong Kong y Macao. Entre los sancionados, no se encuentra la presidenta Tsai, aunque, desde diciembre de 2021, Pekín sí incluye en su lista negra al primer ministro taiwanés, Su Tseng-chang y al ministro de Exteriores, Joseph Wu, entre otros altos cargos definidos como “separatistas”.
Taiwán no es una región administrativa especial de China, como Hong Kong y Macao, sino que funciona como un Estado de facto, que cuenta con un Gobierno elegido democráticamente, una Constitución y un ejército con unos 300.000 militares. China, sin embargo, considera a la isla una provincia “rebelde” cuyo Gobierno es “ilegítimo”.
Las relaciones diplomáticas del gigante asiático con el resto de los países se basan en el principio de una sola China, que significa que China solo hay una, y esta incluye Taiwán. Las declaraciones de Washington desde la polémica visita de Pelosi en las que la Casa Blanca ha reiterado que no tiene intención de favorecer un cambio del statu quo de la isla ni tampoco de desafiar la política de una sola China no han servido hasta ahora para apaciguar la ira de Pekín.
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