Israel observa con recelo y resignación la reactivación del acuerdo nuclear con Irán
Mientras el Gobierno y analistas políticos rechazan de plano el pacto, la inteligencia militar y expertos en seguridad lo consideran un mal menor
La Unión Europea ve cerca el acuerdo nuclear con Irán y confía en reactivarlo tras 16 meses de negociaciones. Bruselas considera “razonable” la respuesta dada al texto final por Teherán, donde los dirigentes del régimen islámico muestran contenido optimismo, mientras Estados Unidos guarda silencio oficial desde el martes a la espera de presentar una evaluación definitiva. Y el archienemigo regional, Israel, que contempla el desarrollo del pr...
La Unión Europea ve cerca el acuerdo nuclear con Irán y confía en reactivarlo tras 16 meses de negociaciones. Bruselas considera “razonable” la respuesta dada al texto final por Teherán, donde los dirigentes del régimen islámico muestran contenido optimismo, mientras Estados Unidos guarda silencio oficial desde el martes a la espera de presentar una evaluación definitiva. Y el archienemigo regional, Israel, que contempla el desarrollo del programa atómico iraní como una amenaza existencial, observa ya con sentimientos encontrados de recelo y resignación el avance de las conversaciones hacia la reedición del pacto, que languidece desde hace cuatro años tras el portazo dado por el entonces presidente de EE UU, Donald Trump, para desvincular unilateralmente a su país.
En esencia, el pacto alcanzado con la mediación de la UE por Irán en 2015 con las grandes potencias (EE UU, Rusia, China, Francia, Alemania y el Reino Unido) ofrece el levantamiento de las sanciones a la República Islámica a cambio de que someta a control su programa nuclear para evitar que se pueda dotar del arma atómica. Israel teme ante todo que Teherán incumpla los compromisos y siga enriqueciendo uranio de forma acelerada mientras se equipa con misiles para transportar ojivas nucleares.
“Israel constata el progreso en las conversaciones y se da cuenta de que la pelota ya no está en su tejado”, reconoce el exgeneral Tamir Hayman, que fue jefe de la Dirección de Inteligencia Militar entre 2018 y 2021. ”La postura oficial del Gobierno es contraria al acuerdo nuclear”, precisa el actual director adjunto del Instituto Nacional de Estudios de Seguridad en un intercambio de mensajes, “pero últimamente se ha informado de que altos mandos de las Fuerzas Armadas, incluido el actual jefe de la Dirección de Inteligencia Militar, se han expresado a favor del acuerdo”.
La decisión está en manos del presidente Joe Biden, en Washington, y del líder supremo de la revolución, Alí Jamenei. “Cada posible opción es problemática para Israel, donde tanto el Gobierno como la opinión pública parecen preferir una realidad sin acuerdo a un mal acuerdo”, sintetiza el exgeneral Ayman.
Entre la clase política, las opiniones sobre el acuerdo nuclear con Irán son generalmente más tajantes. Yossi Shain, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Tel Aviv y diputado por el partido conservador Israel Nuestra Casa, sostiene que “no hay ninguna razón para confiar en los iraníes, que solo pretenden ganar tiempo con las conversaciones y avanzar en su programa de armas atómicas”.
“En contra de lo que sostienen algunas voces detrás del telón, no nos resignamos a la idea de que el acuerdo sea inevitable”, detalla en una conversación telefónica. “No me consta que ni en el Gobierno, ni en las Fuerzas Armadas, ni en los servicios de inteligencia se considere ya como un mal menor al JCPOA (Plan de Acción Integral Conjunto, por las siglas en inglés del nombre oficial del acuerdo)”.
Sin embargo, el Mosad, la agencia de espionaje exterior israelí, maneja ya la hipótesis de trabajo de que las potencias signatarias lleguen a un pacto con Irán, según revela el analista Ben Caspit. “El Mosad sigue asumiendo que finalmente se llegará a un acuerdo porque los estadounidenses, los iraníes y los europeos lo necesitan”, argumenta en una de sus últimas columnas en la revista digital Al Monitor. El espionaje israelí centra ahora su actividad en la “obtención de información sobre las intenciones de Irán para garantizar que no se esté preparando para dotarse de un arma nuclear”, argumenta Caspit, que cita fuentes diplomáticas y de inteligencia no identificadas.
“Como buenos comerciantes del bazar, los iraníes no han presentado ahora una oferta final (a la UE) y han dejado flecos pendientes, como han venido haciendo durante el último año y medio”, expresa con un marcado escepticismo el exgeneral Yossi Kuperwasser, antiguo director general del Ministerio de Asuntos Estratégicos y exjefe de la Dirección de Inteligencia Militar.
Subraya que Teherán sigue insistiendo en que EE UU retire a la Guardia Revolucionaria de su lista de organizaciones terroristas, así como que se cierre la investigación del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) sobre el hallazgo de uranio en instalaciones nucleares no declaradas. “Y reiteran la exigencia de garantías de que Washington no volverá a desvincularse en el futuro del pacto”, puntualiza Kuperwasser, actual responsable de proyectos del Centro de Asuntos Públicos de Jerusalén, en declaraciones efectuadas en el Club de Prensa de Jerusalén.
También considera que en este momento Irán está en condiciones de producir a corto plazo ―”entre unas semanas y par de meses”, precisa―, tras un breve periodo de mayor enriquecimiento de uranio, unos cuatro dispositivos nucleares. Aunque reconoce que todavía habría que convertirlos en bombas capaces de insertarse en la ojiva de un misil. “Si los estadounidenses aceptan las demandas iraníes, puede producirse un colapso total”, anticipa el exgeneral Kuperwasser en clave apocalíptica.
“Creo que el acuerdo nuclear con Irán es un mal menor”, recapitula Hayman, otro exgeneral jefe de los servicios de inteligencia. “Pero siempre que se den las siguientes condiciones: Irán debe reducir la cantidad y calidad de uranio enriquecido; tiene que desmantelar las centrifugadoras (para enriquecer el material nuclear) más avanzadas, y garantizar la supervisión de todas sus instalaciones nucleares, incluidas las recientemente abiertas en subterráneos”. Desde su punto de vista, la línea roja para Israel se sitúa en el listón del 90% de enriquecimiento del uranio iraní. “Si se da ese escenario, Israel debería atacar Irán con el respaldo de Estados Unidos”, finaliza su dictamen de experto en la evolución del programa atómico de Teherán.
El secreto a voces del arma nuclear israelí
En un acto celebrado la semana pasada en la Comisión de Energía Atómica de Israel, el primer ministro, Yair Lapid, estuvo a punto de revelar un secreto a voces. “Tenemos capacidades (militares) tanto defensivas como ofensivas y, además, lo que algunos medios de comunicación extranjeros suelen denominar ‘otras capacidades”, afirmó el jefe de Gobierno, para dar a entender que el Estado judío cuenta con armas atómicas desde hace décadas. “Estas otras capacidades nos mantienen con vida y continuarán haciéndolo mientras nuestros hijos estén aquí”, agregó Lapid.
El jefe de la Guardia Revolucionaria de Irán, general Hosein Salami, se limitó a replicarle poco después que hay “más de 100.000 misiles listos para ser disparados contra Israel desde Líbano” en caso de que estalle un conflicto. El Ejército israelí reconoce que la milicia chií Hezbolá, estrecha aliada de Irán, cuenta con decenas de miles de cohetes en sus arsenales, aunque solo unos pocos centenares pueden ser considerados como misiles con guiado de precisión.
Fuentes políticas israelíes citadas por el diario Haaretz han admitido que Irán ya ha comenzado a preparar a su opinión para una reactivación del pacto nuclear. “Estamos viendo que se está acercando al acuerdo”, apuntaron las mismas fuentes. A la luz de las importantes brechas que persisten entre las partes, Israel prevé que Washington o Teherán tendrán que ceder respecto a la investigación de la OIEA y las garantías de cumplimiento si quieren cerrar un entendimiento. Pero, sobre todo, considera que el actual acuerdo es malo y la firma de su reactivación entraña peligros. Así se lo hizo llegar en la tarde del jueves el primer ministro Lapid a altos cargos diplomáticos y parlamentarios de EE UU y, en una conversación telefónica, al canciller alemán, Olaf Scholz.
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