Cinco días para convencer a Mario Draghi

El presidente de la República, los partidos progresistas y los pesos pesados de la Unión Europea tienen hasta el miércoles para evitar que el primer ministro dimita

Mario Draghi abandona la capilla ardiente del periodista Eugenio Scalfari, este viernes. Foto: GREGORIO BORGIA (AP) | Vídeo: EPV

La misión es casi imposible. El presidente de la República, Sergio Mattarella, tiene solo cinco días para tejer un esquema político favorable que convenza a Mario Draghi a renunciar a la dimisión que le presentó el pasado jueves. Un plan que evite la tercera crisis de Gobierno en la misma legislatura. Pero no hay apenas margen. La alternativa son unas elecciones en octubre, quizá uno de los peores momentos de los últimos años. Ital...

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La misión es casi imposible. El presidente de la República, Sergio Mattarella, tiene solo cinco días para tejer un esquema político favorable que convenza a Mario Draghi a renunciar a la dimisión que le presentó el pasado jueves. Un plan que evite la tercera crisis de Gobierno en la misma legislatura. Pero no hay apenas margen. La alternativa son unas elecciones en octubre, quizá uno de los peores momentos de los últimos años. Italia debe terminar las reformas pactadas con la Unión Europea, hacer frente a una inflación desbocada, diseñar una ley de presupuestos que blinde las cuentas y mantener la línea de la UE en el pulso a Rusia con el conflicto en Ucrania. Si en octubre hubiera elecciones, además, la ultraderechista Giorgia Meloni, líder de Hermanos de Italia, sería la mejor colocada.

Draghi presentó su dimisión el jueves por la tarde a sus ministros y al jefe del Estado después de 17 meses de mandato: el tercer Gobierno de la legislatura. La decisión del Movimiento 5 Estrellas (M5S) de ausentarse durante la votación de un decreto que contenía una disposición en la que discrepaban fue la gota que colmó el vaso. Especialmente porque llevaba incorporada una moción de confianza al Ejecutivo de unidad al que también pertenecen los grillinos desde hace 17 meses. Draghi lo explicó así a sus ministros: “La mayoría de unidad nacional que ha sostenido a este Gobierno desde su creación ya no existe. Estos días, por mi parte, ha habido el máximo compromiso para proseguir el camino común, también intentando buscar acuerdos para las exigencias que me hicieron las fuerzas políticas. Pero este esfuerzo no ha sido suficiente”.

Hay dos escenarios principales. El más favorable para la estabilidad es que Draghi se presente en las Cámaras el próximo miércoles —después de un viaje crucial a Argelia para cerrar el aumento de suministro de gas— y se someta a una moción de confianza organizada por la mayoría de partidos. Seguramente la superaría, pero no está claro si eso le haría cambiar de opinión o si aceptaría encabezar un segundo Gobierno (cuarto de la legislatura). El primer ministro, señalan quienes han hablado con él en las últimas horas, “está muy convencido de su decisión”. Le ayudaría a modificarla, claro, comprobar cómo su espantada ha disparado la prima de riesgo (rozando los 225 puntos) y desplomado la Bolsa. La segunda posibilidad, simplemente, es que confirme su renuncia y no haya más remedio que convocar elecciones en octubre, un escenario que parece cada vez más cercano.

El entorno de Draghi es pesimista y advierte de que sigue en el cargo es porque el lunes y el martes tiene un viaje crucial a Argelia

El entorno de Draghi es pesimista. Recuerdan que si no dimitió definitivamente el jueves fue, fundamentalmente, porque tenía el viaje a Argelia el lunes y el martes. En las últimas horas, apuntan, el primer ministro sigue “muy escéptico” ante la posibilidad de dar marcha atrás. “La unidad nacional era muy importante porque se trata de un Gobierno de emergencia, un tecnócrata llegado de fuera que nadie ha elegido. La legitimidad democrática te la da esa amplia unidad. Pero además, Draghi tiene una gran conciencia de que un Gobierno con un liderazgo técnico tiene unos límites: necesitas el apoyo unitario de los partidos. De lo contrario, ¿qué puedes hacer?”. La idea de continuar con una mayoría distinta tampoco agrada al expresidente del BCE, que siempre ha dicho que “Italia no necesita un ejecutivo, sino un Ejecutivo para hacer cosas”. De modo que, aunque su entorno no cierra definitivamente la puerta, la situación es extremadamente complicada.

El presidente de la República intentó persuadirle el jueves por la tarde recordándole que sigue teniendo los números para seguir adelante. Pero no quiso presionar demasiado. Es consciente también, apuntan fuentes del Palacio del Quirinal, de que se ha roto la confianza en el Ejecutivo de unidad que diseñó hace 17 meses y que debía terminar en otoño el trabajo empezado. El clima es de pesimismo absoluto y en la presidencia de la República empiezan a prepararse para un escenario de elecciones en octubre. “Es consciente de que no se dan las condiciones políticas, que Draghi ha dejado de fiarse de algunos de sus socios. Mattarella intentó convencerle, pero sin violentarle”. Las mismas fuentes señalan que el jefe del Estado tiene la esperanza de que los partidos políticos puedan hacer cambiar de opinión a Draghi en los próximos días. Pero es cada vez más remota.

Mattarella intentó convencerle, pero sin violentarle”, señalan fuentes del entorno del jefe del Estado

Draghi recibirá la presión también de los socios comunitarios y atlánticos. Primero, porque Italia debe cumplir los compromisos adquiridos con la UE para recibir los casi 230.000 millones de euros en ayudas del fondo europeo de recuperación. Las reformas no están terminadas y muchos de los planes para proyectos concretos no están redactados. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha expresado ya dos veces en 24 horas que trabaja “muy bien” con Draghi. Pero, además, el primer ministro italiano se había convertido en las últimas semanas en una figura indispensable para la presión europea a Vladímir Putin en la guerra en Ucrania.

La dimisión de Boris Johnson, la debilidad del canciller Olaf Scholz en el tema de la guerra en Ucrania y los problemas internos que atraviesa Macron en Francia han convertido a Draghi en una suerte de última frontera moral de la oposición europea a Putin. El primero en celebrar la dimisión de Draghi, precisamente, fue el expresidente y ex primer ministro ruso, Dmitri Medvédev. En un post en redes sociales colocó la foto de Johnson y la del italiano con la pregunta: “¿Quién será el siguiente?”. La portavoz del Ministerio de Exteriores ruso aseguró también que esperaba que el pueblo italiano tenga un Gobierno que no sirva a los intereses de los estadounidenses y se ocupe de resolver los problemas creados por sus predecesores. Dos gestos que subrayan la importancia que la dimisión de Draghi tiene en este conflicto.

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