Alemania teme que el corte del gas ruso por mantenimiento del Nord Stream 1 se convierta en definitivo

“El invierno va a ser crítico y nos tenemos que preparar lo mejor posible”, dice el ministro de Economía Habeck. Moscú también reduce aún más el suministro a Italia y Austria

Tuberías que forman parte del gasoducto Nord Stream en la instalación de llegada, en la localidad alemana de Lubmin.HANNIBAL HANSCHKE (REUTERS)

Desde las seis de la mañana de este lunes, por el gasoducto Nord Stream 1 no llega ni un metro cúbico de gas ruso a Alemania. Se trata de un cierre ya previsto, que se hace todos los años para asegurar el buen mantenimiento de la instalación, pero que este 2022, con la guerra de agresión en Ucrania a punto de entrar en el quinto mes y en medio de una crisis energética sin precedentes, cobra una nueva dimensión. Berlín teme que el corte, que se prolongará durante 10 días, hasta el 21 de julio, mute de provisional en indefinido si Vladímir Putin decide ...

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Desde las seis de la mañana de este lunes, por el gasoducto Nord Stream 1 no llega ni un metro cúbico de gas ruso a Alemania. Se trata de un cierre ya previsto, que se hace todos los años para asegurar el buen mantenimiento de la instalación, pero que este 2022, con la guerra de agresión en Ucrania a punto de entrar en el quinto mes y en medio de una crisis energética sin precedentes, cobra una nueva dimensión. Berlín teme que el corte, que se prolongará durante 10 días, hasta el 21 de julio, mute de provisional en indefinido si Vladímir Putin decide usar la falta total de gas como medida de presión a Occidente. Moscú también ha reducido aún más el suministro del hidrocarburo a Italia y Austria.

El ministro de Economía y Clima, Robert Habeck, es el primero que sospecha que las tareas de mantenimiento podrían convertirse en la próxima excusa que use el Kremlin para incumplir los contratos de suministro y dejar de proveer el gas del que tanto depende la industria alemana. Varios economistas predicen, con distintas cifras, que la primera economía de la Unión Europea entraría en recesión si el grifo del gas se cerrara por completo este mes de julio. La preocupación por las consecuencias para la economía y para los consumidores se extiende estos días, y no hará sino aumentar hasta el jueves de la próxima semana.

El Gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz no se plantea por el momento aumentar el nivel de alerta de su plan de emergencia energética, aseguró una portavoz del Ejecutivo este lunes. “No podemos especular sobre lo que pasará después del día 21″, añadió, a preguntas de los periodistas. Berlín se prepara para lo peor, pero confía en que todavía ocurra lo mejor, es decir, que el flujo del gasoducto se restituya al menos con el volumen previo al corte.

El Nord Stream 1, un gasoducto que recorre más de 1.200 kilómetros por el lecho del mar Báltico y transporta el gas directamente desde Rusia hasta la costa alemana, es actualmente la principal fuente de suministro del hidrocarburo ruso al país después de que Moscú dejara sin servicio el gasoducto Yamal-Europa y redujera los envíos a través de Ucrania.

Nadie se atreve a aventurar qué ocurrirá la semana que viene, pero si el grifo se cierra completamente “a Alemania le va a resultar mucho más difícil llenar los depósitos”, asegura Oliver Holtemöller, economista y vicepresidente del Instituto Leibniz de Investigación Económica. Aun así, los modelos que usa su equipo predicen que “si el invierno no es muy frío”, el país podría salir adelante sin recurrir al racionamiento, siempre en caso de que el suministro siga llegando por otras vías, principalmente de Noruega. A más largo plazo, la situación se complica: “Llegaríamos al verano con los depósitos completamente vacíos y eso sí empeoraría la perspectiva para el siguiente invierno”, apunta Holtenmöller en conversación con EL PAÍS.

El tira y afloja energético que mantienen Moscú y Berlín desde antes incluso de que empezara la invasión se agravó a mediados de junio, cuando la gasista estatal rusa Gazprom anunció que iba a reducir en dos tercios las entregas de gas a través del Nord Stream 1. La empresa alegó problemas técnicos, en concreto la falta de una turbina de la compañía alemana Siemens, que permanecía retenida en Canadá por culpa de las sanciones tras haber sido enviada allí para ser reparada. Berlín se apresuró a hablar de chantaje y el ministro Habeck dijo públicamente que no se creía la excusa de Gazprom.

Casi un mes después, durante el que ha estado llegando apenas el 40% del gas que Rusia debería estar suministrando por contrato, la parada técnica del gasoducto añade una tremenda presión al Ejecutivo. El recorte coincide con el periodo de llenado de los depósitos, que tradicionalmente se hace en verano aprovechando que no se usan las calefacciones y que normalmente el precio es más bajo. Este lunes las instalaciones de almacenamiento alemanas se encuentran al 64,6% de su capacidad.

“Es difícil decir [si el suministro de gas por el Nord Stream 1] volverá tras el mantenimiento”, ha asegurado Habeck este lunes en Praga. “El invierno va a ser crítico y nos tenemos que preparar lo mejor posible”, ha añadido. Alemania lleva meses tratando de limitar su enorme dependencia del gas ruso —que era del 55% antes de la invasión y se redujo al 35% a mediados de abril—, pero no le está resultando sencillo conseguir nuevos proveedores ni reducir la cantidad de gas que necesita el sector industrial para funcionar con normalidad. El país se prepara para recibir gas natural licuado (LNG, por sus siglas en inglés) en dos regasificadoras flotantes que se construyen a toda velocidad en la costa del mar del Norte.

Alemania lleva semanas preparándose para un posible racionamiento del gas en invierno y ya se ha visto obligada a tomar decisiones dolorosas para una coalición de la que forman parte Los Verdes, como la vuelta a la quema de carbón. Una modificación legislativa aprobada la semana pasada permite ya reactivar viejas plantas que producen electricidad con carbón, el combustible más contaminante, y que la coalición había prometido abandonar antes de 2030. El riesgo de la falta de suministro ha forzado también a aprobar de urgencia otras leyes que permiten tomar el control de empresas críticas para el suministro energético en caso de necesidad. El gigante energético Uniper, que es el mayor importador de gas ruso, ya ha pedido el rescate al Gobierno de Scholz.

Canadá anunció este domingo que la turbina de Siemens que Gazprom usa como pretexto para reducir al 40% el envío de gas viajará finalmente a Rusia. Las presiones de Berlín han pesado más que las protestas de Kiev y de la numerosa comunidad de expatriados ucranios ―la segunda mayor, tras la de Rusia― que vive en el país norteamericano.

El Gobierno ucranio dijo estar “profundamente decepcionado” por la decisión de Canadá. En un comunicado publicado en la web del Ministerio de Energía, agregó que devolver la turbina a Gazprom equivale a amoldar las sanciones “a los caprichos de Rusia”. El Ejecutivo de Scholz “toma nota” de la protesta, dijo la portavoz este lunes, pero recuerda que las sanciones europeas no afectan al tránsito de gas y que están pensadas para perjudicar a Rusia y no a la UE y a Alemania.

La turbina probablemente será enviada primero a Alemania para evitar saltarse las sanciones contra el petróleo y el gas rusos que tiene activas Ottawa. Desde allí, el Gobierno alemán la transportará hasta su destino, la estación de compresión Portovaya, en un intento de dejar al Kremlin sin excusas para restablecer el flujo de gas. El presidente de la Agencia Federal de Redes, Klaus Müller, dijo este lunes que de Moscú llegan señales contradictorias, también de portavoces del Kremlin que aseguran que con la turbina reparada se podrá volver a enviar más gas por el gasoducto. “Si le soy sincero, nadie lo sabe”, reconoció en la televisión pública ZDF.

En Alemania ha resurgido el debate sobre la conveniencia de alargar el funcionamiento de los tres reactores nucleares que todavía están activos, pero tanto el Gobierno de Scholz como la agencia de Müller, que se encarga de supervisar el suministro energético, aseguran que sería inviable. El problema de Alemania es el gas, subrayó el experto. Este hidrocarburo se utiliza como materia prima en la industria, especialmente en la química, que con el 15% del total es con diferencia el principal consumidor. El sector ha alertado de que en la mayor parte de los casos no hay alternativa. “Las nucleares no nos ayudan en nada”, resumió Müller.

El gigante ruso Gazprom también ha reducido el envío de gas a Italia y a Austria. En el caso de Italia, el suministro ha descendido en un tercio, aseguró este lunes en un comunicado la compañía italiana de hidrocarburos Eni, controlada en un 30% por el Estado. El grupo energético austriaco OMV apenas está recibiendo el 30% del gas que tiene contratado con Gazprom, dijo su portavoz a la agencia local APA. El abastecimiento cubre de momento las necesidades energéticas, dijeron ambos países.

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