La oposición francesa rechaza un pacto con Macron aunque sopesa acuerdos puntuales

El presidente francés recibe en el Elíseo a los líderes de las fuerzas parlamentarias para buscar maneras de gobernar tras quedarse sin mayoría en las legislativas

Le Pen y Macron, en el Elíseo este martes.Ludovic Marin (AP)
París -

Nadie quiere ayudar a Emmanuel Macron, en minoría parlamentaria tras las elecciones legislativas del domingo. Nadie tiene la intención de negociar con el presidente francés una coalición gubernamental, al estilo alemán o español. Acuerdos puntuales, quizá sí, pero nadie se compromete a nada más. La Francia presidencialista se ha convertido de la noche al día en un régimen parlamentario y, sin la práctica de los consensos ni cultura de la coalición, es una incógnita cómo se gobernará...

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Nadie quiere ayudar a Emmanuel Macron, en minoría parlamentaria tras las elecciones legislativas del domingo. Nadie tiene la intención de negociar con el presidente francés una coalición gubernamental, al estilo alemán o español. Acuerdos puntuales, quizá sí, pero nadie se compromete a nada más. La Francia presidencialista se ha convertido de la noche al día en un régimen parlamentario y, sin la práctica de los consensos ni cultura de la coalición, es una incógnita cómo se gobernará en los próximos años.

Los primeros contactos de Macron con la oposición, este martes en el palacio del Elíseo, dieron la medida de las dificultades que tendrá a partir de ahora para liderar el país. La situación es inédita en Francia, donde por primera vez en seis décadas ningún partido tendrá una mayoría clara en la Asamblea Nacional.

Para disipar la impresión de desgobierno mientras decide cómo y con quién gestionará, Macron confirmó en el cargo a su primer ministra, Élisabeth Borne, que le había presentado la dimisión, como es costumbre tras las legislativas. El presidente rechazó la dimisión “para que el Gobierno pueda continuar en la tarea y actuar estos días”, según un comunicado del palacio del Elíseo. Borne, nombrada en mayo y ahora en la cuerda floja, reunió a los ministros en Matignon, sede de la jefatura del Gobierno.

Macron, mientras tanto, recibía en el palacio del Elíseo a los líderes de los partidos con representación parlamentaria. Se trataba de tomar la temperatura y explorar terrenos de entendimiento.

El presidente, que en su primer quinquenio gobernó con una mayoría cómoda, sigue teniendo el primer grupo parlamentario, pero necesita 44 diputados más para alcanzar el umbral de la mayoría absoluta, 289 escaños. Tiene tres opciones: buscar un acuerdo permanente de coalición, o negociar acuerdos caso por caso con distintas fuerzas políticas. La tercera es disolver la Asamblea y convocar nuevas elecciones.

“Nunca bloquearemos las instituciones, pero no entraremos en una lógica de pactos y coaliciones o cualquier cosa de este tipo”, declaró, a la salida del Elíseo, Christian Jacob, presidente de Los Republicanos (LR), el partido histórico de la derecha tradicional. Matemáticamente, y por proximidad ideológica, una coalición con LR sería la más natural para el presidente. Los 64 escaños de LR le permitirían gobernar con tranquilidad. Pero Jacob y otros dirigentes llevan desde el domingo insistiendo en que piensan quedarse en la oposición y que, como máximo, negociarán leyes específicas. Jacob citó la reforma de las pensiones, que prevé subir la edad de jubilación de los 62 años actuales a los 65.

Macron y Le Pen, tras el encuentro mantenido en el Elíseo, este martes.POOL (REUTERS)

“He recordado al presidente que me opondré de la manera más firme a la reforma de las pensiones”, resumió, tras hablar con Macron, la líder del partido de extrema derecha Reagrupamiento Nacional (RN), Marine Le Pen, triunfadora de estas elecciones al pasar de ocho a 89 diputados. “Contribuiremos, si es posible, a mejorar los textos que presente el Gobierno para que sean lo más eficaces para los franceses”.

Con la confirmación de la primera ministra y la ronda de contactos con la oposición, Macron gana tiempo. Los próximos días y hasta final de mes le ocupará la agenda internacional: el Consejo Europeo, el G-7 y la cumbre de la OTAN en Madrid. El calendario apremia. Tarde o temprano deberá haber una remodelación gubernamental, pues tres ministros abandonarán el Ejecutivo al haber salido derrotados el domingo en las urnas, según la regla del Elíseo. El 5 de julio está previsto que Borne ―o quien le suceda en el cargo― lea el discurso de política general ante el Parlamento, ocasión que la oposición aprovechará para exigirle, como manda la costumbre aunque no sea obligatorio, que se someta a un voto de confianza. Si, como es previsible, la primera ministra se niega, la izquierda podría forzar una moción de censura.

La prioridad para Macron es presentar a principios de julio un paquete de medidas para proteger el poder adquisitivo de los franceses ante la inflación. Es una medida popular que, a primera vista, debería contar con el apoyo de la Asamblea Nacional. Pero el proceso legislativo ―con las enmiendas, las propuestas alternativas, los debates― puede complicarlo todo. Será el primer examen para una Francia donde el centro de gravedad del poder se ha desplazado del palacio del Elíseo al de Borbón, la sede de la Asamblea Nacional.

“Entramos en una época de refundación y el Parlamento tendrá un papel central”, opinó François Bayrou, jefe del partido centrista Modem, tras reunirse con su aliado Macron. Sobre el estado de ánimo del presidente ante la nueva situación política, declaró: “Creo que encuentra esto estimulante”.

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