La doble lucha de Cristián Tinoco: el cáncer y la liberación de su padre, héroe sandinista
El exguerrillero sandinista Víctor Hugo Tinoco fue apresado y condenado por “conspiración” por el régimen de Daniel Ortega. Su hija no ceja en su esfuerzo por lograr su liberación, mientras batalla contra una metástasis en pulmón y huesos
Para Cristián Tinoco cada día es una batalla librada contra dos males: el cáncer que intenta arrancarle la vida y el régimen de Daniel Ortega, que ha encerrado en un calabozo a su padre, Víctor Hugo Tinoco, héroe de la revolución sandinista de Nicaragua. El cáncer de Cristián ha hecho metástasis en pulmón y huesos, por lo que cada nuevo tratamiento que los médicos le prescriben es para ella una ruta esperanzadora. Es una mujer valiente que, a pesar de la dura represión de Ortega ...
Para Cristián Tinoco cada día es una batalla librada contra dos males: el cáncer que intenta arrancarle la vida y el régimen de Daniel Ortega, que ha encerrado en un calabozo a su padre, Víctor Hugo Tinoco, héroe de la revolución sandinista de Nicaragua. El cáncer de Cristián ha hecho metástasis en pulmón y huesos, por lo que cada nuevo tratamiento que los médicos le prescriben es para ella una ruta esperanzadora. Es una mujer valiente que, a pesar de la dura represión de Ortega contra sus críticos, no teme denunciar lo que califica de injusticia: la detención ilegal de su padre, su encarcelamiento, juicio y condena. “Nuestra consigna es que todos los presos políticos son inocentes. Mi padre es inocente y por lo único que se le puede culpar es por ser un patriota y amar a Nicaragua”, dice Cristián al otro lado del teléfono, con una voz chispeante y a la vez firme y segura.
A Cristián Tinoco, 43 años, se la ha visto altiva afuera de la cárcel de El Chipote, en Managua, considerada por organizaciones de derechos humanos como centro de torturas. En una de sus celdas está su padre y cada día Cristián y su madre llegan hasta el lugar con la esperanza de ver a Víctor Hugo o a la espera de que los oficiales acepten los alimentos, agua y medicinas que le llevan. Es una mujer delgada y de apariencia frágil. Siempre va con cubrebocas y una lámina plástica y transparente que cubre su cara, porque debe extremar precauciones debido a su enfermedad. El 17 de marzo pudo ver a su padre, 50 días después de la visita anterior. Y el desconsuelo la estrujó. Cristián relata así los sufrimientos a los que está sometido el exguerrillero sandinista: “Está muy delgado. Dijo que apenas le dan comida y se queda con hambre. Lo vi muy pálido debido a la falta de sol, porque lo sacan una vez a la semana de la celda. También sufre una parálisis facial en estado inicial, la ceja está un poco más baja del lado derecho y no sabemos qué repercusiones puede tener eso. Mi papá tiene un problema crónico de leucopenia [disminución de glóbulos blancos], lo que debilita su sistema de defensa, por lo que cualquier microorganismo oportunista puede enfermarlo. Nos dijo que tuvo síntomas respiratorios, dolor de garganta. Tememos que haya habido un brote de covid. A mi papá no le han puesto el refuerzo de la vacuna y eso nos preocupa bastante. Dentro de las celdas el calor es asfixiante y mi papá es hipertenso y si se le sube la presión arterial puede darle un infarto. Además tiene un esguince en el pie izquierdo, creemos que por defecar en cuclillas, porque en la primera celda donde lo encerraron solo había un hoyo en el suelo para hacer sus necesidades”.
Desde esa última visita, la familia no ha tenido noticias de la salud del exguerrillero. “Él debería estar libre”, dice Cristián. “Queremos saber cómo sigue de la parálisis facial”, agrega. Víctor Hugo Tinoco cumplirá pronto 70 años, lleva encarcelado 10 meses y las condiciones en las que está hacen que su familia tema por su salud. Pesa fuerte todavía la noticia de la muerte de otro héroe sandinista, el general Hugo Torres, quien también fue apresado por el régimen de Ortega. Torres, de 73 años, es el primer preso político que muere en manos de la Policía Nacional, de los 47 que fueron arrestados el verano pasado en una orgía de detenciones lanzada previo a las elecciones presidenciales, unos comicios sin competencia que Ortega se adjudicó con el 75% de los votos. Torres murió sin que se le haya procesado en un juicio. El general en retiro era uno de los más de 20 presos políticos de la tercera edad, varios de ellos valetudinarios, que estaban en El Chipote sometidos a torturas. Tras la muerte de Torres, el régimen decidió dar casa por cárcel a algunos de los detenidos de mayor edad, aunque Víctor Hugo Tinoco no estuvo entre los beneficiados. “Su abogado ha pedido que se le beneficie con la casa por cárcel, que es lo que deberían tener todas las personas de la tercera edad, pero no ha habido una respuesta positiva”, dice Cristián.
Cristián Tinoco es oftalmóloga con una especialidad por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Como médico, sabe que su enfermedad está en manos de la ciencia, pero también cree el sufrimiento por la situación de su padre influye en su salud. Explica que en los últimos estudios que le realizaron, los médicos le hallaron una “masa” en el abdomen que ha ido creciendo en tamaño. Los especialistas no han podido controlar el cáncer, a pesar de las 11 quimioterapias a la que ha sido sometida, por lo que decidieron probar con una quimioterapia suministrada de forma intravenosa por un catéter. Pero su cuerpo la rechazó con una reacción alérgica que pudo ser controlada. “Ahora estoy con una quimio que es bebida. Es igual de agresiva, pero espero que controle la enfermedad”, explica. “Como médico sé que cuando una persona tiene un problema emocional este repercute sobre su estado de salud. Yo no tenía esta masa. Las complicaciones han venido por no poder ver a mi papá, por saber que está en unas condiciones que no son las adecuadas”, afirma.
Víctor Hugo Tinoco fue reclutado en 1973, con tan solo 20 años, por la guerrilla del Frente Sandinista que pretendía derrocar la dictadura de Anastasio Somoza, el último de una dinastía que había gobernado Nicaragua desde 1937. Era un joven idealista, educado en los valores cristianos de justicia en el Seminario Nacional por curas francocanadienses, en un ambiente imbuido por la Teología de la Liberación, cuyo principio era la opción preferencial por los pobres. El Frente Sandinista de los años setenta se había convertido en una guerrilla urbana que atraía a miles de jóvenes hastiados de los desmanes de la familia Somoza. Se trataba de una generación que no había conocido otra forma de gobierno más que la dictadura con la que una élite se había enriquecido a costa de mantener en la miseria, el abandono y la ignorancia a cientos de miles de nicaragüenses. Tinoco estudiaba en la rebelde Universidad Nacional, en Managua, un semillero de guerrilleros que era el polvorín que quitaba el sueño a Somoza. Se convirtió pronto en dirigente estudiantil y comenzó a organizar a los estudiantes, incitando a la gente en los barrios y en los sindicatos. “La revolución sandinista y toda la gesta heroica, de lucha de la juventud de los años setenta, fue básicamente antidictatorial, antidinástica y por la libertad de Nicaragua. Esas eran las aspiraciones fundamentales del grueso de los combatientes del Frente Sandinista”, dijo Tinoco a este periódico en julio de 2019. Tras el triunfo de la revolución, él ocupó el viceministerio de Exteriores, cargo desde el que le tocó negociar acuerdos de alto el fuego con la temida contra, la guerrilla financiada por Estados Unidos que pretendía derrocar al gobierno sandinista.
Víctor Hugo Tinoco fue apresado el verano pasado junto a sus compañeros de lucha, la comandante Dora María Téllez y el general Torres. Téllez, Tinoco y Torres representan al viejo sandinismo. Los tres exguerrilleros se distanciaron del Frente Sandinista tras la pérdida de las elecciones en 1990 y debido al control que Daniel Ortega comenzó a ejercer en el partido, acallando las voces críticas y cerrándose a una apertura democrática para las elecciones de los cuadros políticos de la organización, hasta convertirlo en un aparato personal, con él y su esposa, Rosario Murillo, actual vicepresidenta, como figuras centrales. Ortega no perdonaría nunca ese distanciamiento, que consideraba una traición. Víctor Hugo Tinoco fue declarado culpable en febrero por un juez leal a Ortega y sobre él pesa una condena de 13 años por el delito de “conspiración”.
“Mi padre es inocente”, reitera Cristián, quien no claudica en la doble lucha que le ha impuesto la vida. Mantiene aguerrida su batalla contra el cáncer, a pesar de que no puede viajar a México, donde recibía tratamiento cada seis meses. Dice que los viajes los suspendió primero por la pandemia de covid y luego por temor a que el régimen no la deje salir de Managua y le quite su pasaporte, como ha ocurrido con varios opositores que han intentado salir del país de forma legal. “Allá estaría en el Instituto de Cancerología con un buen seguimiento, con aparatos que no hay en Nicaragua, pero resisto con lo que tenemos acá”, cuenta. Su afán estos días es mantenerse sana y evitar que la enfermedad avance para tener las fuerzas para denunciar lo que considera una injusticia contra su padre. “Es una tragedia lo que estamos viviendo. Que el mundo sepa que nuestros familiares son inocentes y que nosotros no tenemos la seguridad de que los vamos a volver a ver”, advierte Cristián Tinoco.
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