La crisis ucrania emerge como símbolo del nuevo orden mundial que abanderan Xi y Putin

Los líderes de China y Rusia publicaron una ambiciosa declaración conjunta tras su reunión en Pekín. EL PAÍS ofrece una interpretación detallada del documento

ILUSTRACIÓN: FERNANDO HERNÁNDEZ

Con ocasión de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín, los presidentes Xi Jinping y Vladímir Putin celebraron el pasado día 4 en la capital china su reunión bilateral número 38. Pero no fue una más.

El encuentro se produjo en el contexto de una escalada de confrontación con Occidente....

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Con ocasión de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín, los presidentes Xi Jinping y Vladímir Putin celebraron el pasado día 4 en la capital china su reunión bilateral número 38. Pero no fue una más.

El encuentro se produjo en el contexto de una escalada de confrontación con Occidente. La crisis de Ucrania es el epicentro de un pulso para reformular los equilibrios de poder globales sin parangón en décadas por intensidad y amplitud. El resultado de la cumbre fue un documento bilateral con una ambición sin precedentes, que intenta perfilar una visión común chino-rusa para un nuevo orden mundial y en el que se afirma que la cooperación entre las dos potencias no tiene límites.

La declaración conjunta ofrece muchos motivos de reflexión. Desde las advertencias a Occidente hasta lo que se omite; desde las concesiones mutuas hasta una redacción que deja entrever la preeminencia china en la relación bilateral. China y Rusia tienen sin duda muchos intereses convergentes y margen para incrementar su cooperación. Pero también hay, en esa perspectiva, claros límites y dificultades. A continuación, EL PAÍS intenta ofrecer claves interpretativas de este singular documento suscrito por Xi Jinping y Vladímir Putin en una época de cambios vertiginosos.

Declaración conjunta de la Federación Rusa y de la República Popular China sobre la entrada de las relaciones internacionales en una nueva era y el desarrollo global sostenible

El 4 de febrero de 2022, el presidente de la Federación Rusa, Vladímir Putin, visitó China invitado por el presidente de la República Popular, Xi Jinping. Ambos jefes de Estado mantuvieron conversaciones en Pekín y asistieron a la ceremonia de inauguración de los XXIV Juegos Olímpicos de Invierno.

La Federación Rusa y la República Popular China ‒a partir de ahora, “las partes”‒ declaran:

Actualmente, el mundo está experimentando cambios trascendentales, y la humanidad está entrando en una nueva era de rápido desarrollo y profunda transformación. Asistimos a la aparición de procesos y fenómenos como la multipolaridad, la globalización económica, el advenimiento de la sociedad de la información, la diversidad cultural o la transformación de la arquitectura de la gobernanza global y el orden mundial; la interrelación y la interdependencia entre Estados son cada vez mayores; ha surgido una tendencia a la redistribución del poder en el mundo; y la comunidad internacional manifiesta cada vez más la demanda de un liderazgo encaminado al desarrollo pacífico y gradual.

El íncipit deja claro que el documento pretende esbozar una visión común para un nuevo orden mundial. El pasaje clave es probablemente la mención a la redistribución del poder en el mundo con respecto a la situación de hegemonía occidental tras el fin de la Guerra Fría. China y Rusia subrayan que es un proceso que ya está en acto. La declaración conjunta trata de forjar una doctrina compartida acerca de cómo debería proseguir.

Por otra parte, mientras continúa la pandemia de la nueva enfermedad por coronavirus, la situación de la seguridad internacional y regional se complica, y el número de retos y amenazas mundiales aumenta cada día. Algunos actores que no representan más que a una minoría a escala internacional siguen defendiendo estrategias unilaterales para resolver los asuntos internacionales y recurren a la fuerza; se inmiscuyen en los asuntos internos de otros países, vulnerando sus derechos y sus intereses legítimos, y alimentan las contradicciones, las diferencias y los enfrentamientos, obstaculizando así el desarrollo y el progreso de la humanidad, frente a la oposición de la comunidad internacional.

Aunque no se explicite, este pasaje se refiere claramente a EEUU y a sus socios más estrechos, a quienes Pekín y Moscú consideran responsables de interferencias malignas, fomentando dinámicas que puedan desestabilizar sus regímenes o regímenes afines.

Las partes hacen un llamamiento a todos los Estados para que persigan el bienestar de todos y, con este fin, fomenten el diálogo y la confianza recíproca; refuercen el entendimiento mutuo; defiendan valores humanos universales como la paz, el desarrollo, la igualdad, la justicia, la democracia y la libertad; respeten el derecho de los pueblos a determinar con independencia las vías de desarrollo de su país, así como la soberanía y los intereses de seguridad y desarrollo de los Estados; protejan la arquitectura internacional impulsada por Naciones Unidas y el orden mundial basado en el derecho internacional; persigan una auténtica multipolaridad en la que Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad desempeñen un papel central y de coordinación; promuevan unas relaciones internacionales más democráticas; y garanticen la paz, la estabilidad y el desarrollo sostenible en todo el mundo.

El Consejo de Seguridad es una estructura de poder con la que obviamente los dos están cómodos, ya que disponen de un derecho de veto. Como se verá de forma más explícita más adelante, en su proyecto para un nuevo orden mundial, Pekín y Moscú ven favorablemente algunos aspectos de la lógica que surgió en 1945, muy en especial el que concierne a las áreas de influencia, pero no la fase posterior en la que Occidente incrementó su influencia, incluido en esas áreas. La cooperación entre ambos, ya tangible en otros ámbitos de las Naciones Unidas, donde intentan rentabilizar con votaciones favorables a sus intereses redes de relaciones tendidas en la escena internacional en los últimos años.

I

Las partes comparten la idea de que la democracia es un valor humano universal, más que un privilegio de un número limitado de Estados, y que su fomento y protección son responsabilidad común de toda la comunidad mundial.

Este es un argumento en el que China ha insistido especialmente desde la celebración de la Cumbre sobre la Democracia en Washington en diciembre. Pekín sostiene que el modelo occidental no es el único democrático: democracia es cualquier sistema que "refleje los intereses de todos, su voluntad, garantice sus derechos, cubra sus necesidades y proteja sus intereses". Pese a sus reclamaciones, debe notarse que en China no hay elecciones libres por sufragio universal, no hay alternancia en el gobierno, independencia judicial, ni separación de poderes o prensa independiente, elementos que Naciones Unidas considera imprescindibles en una democracia. En cuanto a Rusia, aunque formalmente se celebran elecciones y hay una teórica separación de poderes, dista de poderse considerar una democracia. El Gobierno controla la justicia, trata de controlar los medios de comunicación y las autoridades rusas están aplicando la oleada de represión más dura contra la oposición y la sociedad civil de la historia moderna. Solo quedan con representación parlamentaria grupos de la denominada oposición sistémica (como el Partido Comunista) que hacen oposición solo en las cosas pequeñas y locales pero que en los proyectos importantes o estratégicos apoyan al Kremlin.

Las partes creen que la democracia es un medio de participación de la ciudadanía en el gobierno de su país con vistas a mejorar el bienestar de la población y aplicar el principio del gobierno popular. La democracia se ejerce en todas las esferas de la vida pública como parte de un proceso de alcance nacional, y refleja los intereses y la voluntad de todo el pueblo, garantiza sus derechos, satisface sus necesidades y protege sus intereses. No existe un modelo único para guiar a los países en el establecimiento de la democracia.

Con esta idea no solo Pekín y Moscú buscan rechazar de plano las críticas de autoritarismo procedentes de Occidente y afirmar la validez de sus modelos, sino de alguna manera situarse como inspiración para otros países. Tras una fase expansiva después de la caída del Muro, organizaciones como Freedom House o The Economist Intelligence Unit detectan desde hace años un deterioro de los índices de libertad y calidad democrática en el mundo.

Un país puede elegir las formas y los métodos de poner en práctica la democracia que mejor se adapten a su situación particular, basándose en su sistema social y político, sus antecedentes históricos, sus tradiciones y sus características culturales únicas. Corresponde exclusivamente al pueblo del país decidir si su Estado es democrático.

Las partes manifiestan que Rusia y China, como potencias mundiales con un rico patrimonio cultural e histórico, tienen una larga tradición democrática basada en una experiencia milenaria de desarrollo, un amplio apoyo popular y la consideración de las necesidades y los intereses de los ciudadanos. Rusia y China garantizan a su pueblo el derecho a participar por diversos medios y de diversas formas en la administración del Estado y en la vida pública de acuerdo con la ley. Los pueblos de ambos países están seguros del camino que han elegido y respetan los sistemas y tradiciones democráticos de otros Estados.

Las partes señalan que los principios democráticos se aplican tanto a escala mundial como en la administración del Estado. Los intentos de algunos Estados de imponer sus propias “normas democráticas” a otros países, de monopolizar el derecho a evaluar el nivel de cumplimiento de los criterios democráticos, de trazar líneas divisorias basadas en la ideología, estableciendo incluso bloques exclusivos y alianzas de conveniencia, no son más que una burla a la democracia y van contra su espíritu y sus verdaderos valores. Semejantes intentos de hegemonía suponen graves amenazas para la paz y la estabilidad mundial y regional, y socavan la estabilidad del orden mundial.

Nueva crítica a Estados Unidos, al que ambos países acusan de imponer su idea de democracia a otras naciones, lo que representa "una seria amenaza a la paz y estabilidad global y regional"

Las partes creen que la defensa de la democracia y de los derechos humanos no debe utilizase para presionar a otros países, y se oponen al abuso de los valores democráticos y a la injerencia en los asuntos internos de Estados soberanos con el pretexto de proteger la democracia y los derechos humanos, así como a cualquier intento de incitar a las divisiones y a los enfrentamientos en el mundo. Las partes hacen un llamamiento a la comunidad internacional para que respete la diversidad cultural y de civilizaciones y el derecho de los pueblos de los distintos países a la autodeterminación. Las partes están dispuestas a colaborar con todos los socios interesados para fomentar una auténtica democracia.

Aquí se explicita la proyección global de sus ideas con un mensaje al resto de países: no hace falta plegarse al sistema democrático occidental. Quienes busquen apoyos para modelos heterodoxos, lo tendrán. Es este un nicho especialmente fértil, como demuestra el reciente respaldo de seguridad que Moscú ofrece a actores autoritarios en África y la ya consolidada trayectoria de apoyo financiero de China a muchos países sin ninguna atención a cuestiones democráticas o de derechos humanos.

Las partes señalan que la Carta de Naciones Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos establecen nobles objetivos en el ámbito de los derechos humanos universales e instauran principios fundamentales que todos los Estados deben cumplir y observar en los hechos. Al mismo tiempo, dado que cada país tiene sus propias características nacionales, su historia, su cultura, su sistema social y su nivel de desarrollo social y económico, el carácter universal de los derechos humanos debe contemplarse a través del prisma de la situación real de cada país en concreto, y los derechos humanos deben protegerse de acuerdo con la situación específica de cada país y las necesidades de su población.

Argumento similar al de la democracia, y otro que China viene defendiendo desde hace años. Los derechos humanos deben verse y protegerse según la "situación específica de cada país y las necesidades de su población".

El fomento y la protección de los derechos humanos son una responsabilidad compartida de la comunidad internacional. Los Estados deben dar la misma prioridad a todas las categorías de derechos humanos e impulsarlas de manera sistémica. La cooperación internacional en materia de derechos humanos debe llevarse a cabo como un diálogo en el que participen todos los países en pie de igualdad. Todos los Estados deben tener el mismo acceso al derecho al desarrollo. La interacción y la cooperación en materia de derechos humanos deben basarse en el principio de igualdad de todos los países y en el respeto mutuo en aras del fortalecimiento de la arquitectura internacional de dichos derechos.

II

Las partes creen que la paz, el desarrollo y la cooperación constituyen el núcleo del sistema internacional moderno. El desarrollo es un motor clave para garantizar la prosperidad de las naciones. La actual pandemia de la nueva infección por coronavirus supone un serio desafío para el cumplimiento de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de la ONU. Es de vital importancia mejorar las relaciones de asociación en aras del desarrollo mundial y garantizar que la nueva etapa de desarrollo mundial se defina por el equilibrio, la armonía y la inclusión.

Las partes aspiran a avanzar en su trabajo para vincular los planes de desarrollo de la Unión Económica Euroasiática y la Iniciativa de la Franja y la Ruta con vistas a intensificar la cooperación práctica entre la UEEA y China en diferentes áreas, además de fomentar una mayor interconexión entre las regiones de Asia-Pacífico y Eurasia.

Este es uno de los ejemplos en los que ambas economías y esferas de intereses son complementarias: la Unión Económica Euroasiática (que reúne a Rusia, Bielorrusia, Kazajistán y otras exrepúblicas soviéticas) y la Iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, la red china de infraestructuras por todo el mundo. Hay otras áreas de posible complementariedad económica, siendo la más evidente la posibilidad de incrementar el suministro de gas ruso a China. En general, se trata de una relación en desarrollo pero desequilibrada entre una economía titánica como la de China, y otra, la de Rusia, con un PIB inferior al de Italia y una situación de casi monocultivo vinculado a energía y minería. El margen de interacción es amplio, pero también hay dudas de hasta qué punto puedan desarrollarse cooperaciones que afecten áreas estratégicas, que tengan a que ver con la autonomía y las grandes capacidades nacionales, e incluso posibles puntos de competición en la proyección internacional.

Las partes reafirman su interés en construir la Gran Asociación Euroasiática en paralelo y en coordinación con la construcción de la Franja y la Ruta para fomentar el desarrollo de las asociaciones regionales, así como los procesos de integración bilateral y multilateral en beneficio de los pueblos del continente euroasiático.

Las partes han acordado seguir intensificando constantemente la cooperación práctica en favor del desarrollo sostenible del Ártico.

Acuerdan cooperar en el desarrollo del Ártico -zona de gran importancia estratégica a la vista de las posibilidades de navegación y extractivas que abre el deshielo- pese a que son rivales allí también. Hacen frente común en un ámbito que será previsiblemente objeto de fricciones en el futuro.

[…]

Las partes están tomando medidas serias y haciendo una importante contribución a la lucha contra el cambio climático. Con la celebración conjunta del 30º aniversario de la adopción de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, reafirman su compromiso con esta Convención, así como con los objetivos, principios y disposiciones del Acuerdo de París, incluido el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas. Las partes trabajan conjuntamente para garantizar la aplicación plena y efectiva del Acuerdo de París, siguen comprometidas con el cumplimiento de las obligaciones que asumieron y esperan que los países desarrollados garanticen realmente la provisión anual de 100.000 millones de dólares de financiación a los Estados en desarrollo para la acción climática. Las partes se oponen a establecer nuevas barreras en el comercio internacional bajo el pretexto de la lucha contra el cambio climático.

Un reproche a los países más avanzados y un guiño a los países en desarrollo que esperan el desembolso prometido en el marco del proceso de París y que sufre retrasos.

Las partes apoyan firmemente el desarrollo de la cooperación y los intercambios internacionales en el ámbito de la diversidad biológica, tomando parte activa en el proceso de gobernanza mundial pertinente, y tienen la intención de promover conjuntamente el desarrollo armonioso de la humanidad y la naturaleza, así como la transformación verde para garantizar un desarrollo mundial sostenible.

Los Jefes de Estado hacen una valoración positiva de la interacción efectiva entre Rusia y China en los formatos bilateral y multilateral centrados en la lucha contra la pandemia de covid-19, y la protección de la vida y la salud de la población de los dos países y de los pueblos del mundo. Seguirán aumentando la cooperación en el desarrollo y la fabricación de vacunas contra la nueva infección por coronavirus, así como de fármacos para su tratamiento, y reforzarán la colaboración en materia de salud pública y medicina moderna. Las partes tienen previsto reforzar la coordinación de las medidas epidemiológicas para garantizar la sólida protección de la salud, la seguridad y el orden en los contactos entre los ciudadanos de ambos países.

Ambos países comparten 4.000 kilómetros de frontera, muchos de los brotes que ha detectado China de coronavirus se han encontrado en algún punto fronterizo. Por otra parte, ambos se han centrado en vender sus vacunas a países en vías en desarrollo o que no podían competir en fondos o influencia con los grandes cuando los suministros eran limitados. La llamada diplomacia de las vacunas ha sembrado el globo con las inmunizaciones chinas y con la rusa Sputnik.

Las partes han elogiado la labor de las autoridades competentes y de las regiones de los dos países a la hora de implantar medidas de cuarentena en las zonas fronterizas y garantizar un funcionamiento estable de los puestos fronterizos, y pretenden estudiar la posibilidad de establecer un mecanismo conjunto de control y prevención de epidemias en las zonas fronterizas para planificar conjuntamente las medidas contra las epidemias que deben adoptarse en los puestos de control fronterizos, compartir información, construir infraestructuras y mejorar la eficacia del despacho de mercancías en las aduanas.

Las partes recalcan que determinar el origen de la nueva infección por coronavirus es una cuestión científica. La investigación sobre este tema debe basarse en el conocimiento global, lo cual requiere la cooperación entre científicos de todo el mundo. Las partes se oponen a la politización de esta cuestión.

Otra crítica a Estados Unidos desde el lado chino. Pekín rechaza una nueva misión de la OMS en su territorio para investigar el origen del coronavirus.

La parte rusa celebra el trabajo realizado conjuntamente por China y la Organización Mundial de la Salud (OMS) para identificar el origen de la nueva infección por coronavirus y apoya el informe conjunto de China y la OMS sobre este asunto. Las partes hacen un llamamiento a la comunidad mundial para que promueva conjuntamente un enfoque científico serio del estudio del origen del coronavirus.

La parte rusa apoya que la parte china organice con éxito los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno en Pekín en 2022.

Las partes aprecian en gran medida el nivel de cooperación bilateral en el ámbito del deporte y el movimiento olímpico y expresan su disposición a contribuir a su desarrollo progresivo ulterior.

III

A las partes les preocupan seriamente los graves problemas de seguridad internacional y creen que los destinos de todas las naciones están interconectados. Ningún Estado puede o debe procurar su propia seguridad al margen de la seguridad del resto del mundo o a expensas de la seguridad de otros Estados. La comunidad internacional debe implicarse activamente en la gobernanza mundial para garantizar una seguridad universal, global, indivisible y duradera.

Este es uno de los mantras de Moscú en toda la crisis de Ucrania. El concepto, que respalda que la seguridad de un actor no debe reforzarse a expensas de otro, está incluido en el Acta Final de Helsinki de 1975, importante documento que marcó normas de interacción entre los bloques de la Guerra Fría. El Kremlin, sin embargo, omite referirse a otros conceptos afirmados en ese y otros pactos o la inviolabilidad de las fronteras, el respeto de la independencia de la política exterior de otros países.

Las partes reafirman su firme apoyo mutuo en la protección de sus intereses fundamentales, la soberanía estatal y la integridad territorial, y se oponen a la injerencia de fuerzas externas en sus asuntos internos.

Los dos países van a apoyarse mutuamente en lo que consideran sus intereses primordiales. Esto es clave para Rusia. El Kremlin sostiene que toda amenaza para el estado, aunque tenga forma de oposición y sea interna, viene en realidad de fuera y es injerencia extranjera (Estados Unidos y la OTAN). De ahí sus leyes para estigmatizar a personas y entidades con la etiqueta de agente extranjero para tratar de escudarse en que son en realidad herramientas o agentes de Occidente tratando de interferir, dañar y sembrar el caos en la política interna de Rusia.

La parte rusa reafirma su apoyo al principio de una sola China, confirma que Taiwán es una parte inalienable de China y se opone a toda forma de independencia de Taiwán.

El gran interés primordial de China: Taiwán, la isla autogobernada que considera parte de su territorio. Por primera vez, Rusia se alinea por completo y por escrito con las tesis de Pekín en este asunto.

Rusia y China se oponen a los intentos de fuerzas externas de socavar la seguridad y la estabilidad en las regiones adyacentes comunes, pretenden contrarrestar la injerencia de fuerzas externas en los asuntos internos de países soberanos bajo cualquier pretexto, se oponen a las revoluciones de colores y aumentarán la cooperación en los ámbitos antes citados.

Un párrafo muy relevante dirigido, de nuevo sin mencionarlo explícitamente, contra Estados Unidos y sus aliados, a los que Pekín y Moscú consideran responsables de interferir en asuntos internos de otros países para favorecer sus intereses globales. La referencia a las ‘revoluciones de colores’ apunta a las protestas populares que han estallado en los últimos años en varias exrepúblicas soviéticas –como Ucrania o Georgia. La referencia a las regiones adyacentes y a los asuntos internos abarca en sustancia todo el arco de la exURSS, el área del mar de Sur de China y por supuesto las cuestiones de Taiwán, Hong Kong, Xinjiang...

Las partes condenan el terrorismo en todas sus manifestaciones, promueven la idea de crear un único frente mundial de lucha contra el terrorismo, en el que Naciones Unidas desempeñe un papel central, y abogan por una mayor coordinación política y un compromiso constructivo en los esfuerzos multilaterales de lucha contra el terrorismo. Las partes se oponen a la politización de las cuestiones relativas a la lucha contra el terrorismo y a su utilización como instrumentos de la política de doble rasero, condenan la práctica de la injerencia en los asuntos internos de otros Estados con fines geopolíticos mediante la utilización de grupos terroristas y extremistas, así como bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo y el extremismo internacionales.

Una referencia que, de nuevo, busca desactivar las críticas occidentales ante las praxis de China y Rusia frente a potenciales amenazas terroristas. Las represiones de Pekín en Xinjiang y de Moscú en zonas caucásicas sobrevuelan la frase. Moscú utiliza las leyes contra el extremismo y el terrorismo también para reprimir a la oposición en todo el país.

Las partes consideran que determinados Estados, alianzas y coaliciones militares y políticas pretenden obtener, directa o indirectamente, ventajas militares unilaterales en detrimento de la seguridad de otros, incluso empleando prácticas de competencia desleal, intensifican la rivalidad geopolítica, alimentan el antagonismo y el enfrentamiento, y socavan gravemente el orden de seguridad internacional y la estabilidad estratégica mundial. Las partes se oponen a una nueva ampliación de la OTAN y hacen un llamamiento a la Alianza del Atlántico Norte para que abandone sus planteamientos ideologizados de la Guerra Fría, respete la soberanía, la seguridad y los intereses de otros países, la diversidad de sus antecedentes de civilización, culturales e históricos, y ejerza una actitud justa y objetiva hacia el desarrollo pacífico de otros Estados.

La frase que más ha llamado la atención en Occidente de todo el comunicado. Por primera vez, China se suma a Rusia en su oposición explícita a una expansión de la OTAN. Este pasaje tiene un tono claramente ruso, son argumentos que repite el Kremlin constantemente. Por ejemplo el concepto de la diversidad de sus antecedentes de civilización, culturales e históricos se puede referir claramente al imperio ruso y el espacio post soviético, donde trata de mantener su esfera de influencia.

 


Las partes rechazan la formación de estructuras de bloques cerrados y campos opuestos en la región de Asia-Pacífico y se mantienen muy vigilantes respecto al impacto negativo de la estrategia Indo-Pacífica de Estados Unidos en la paz y la estabilidad de la región. Rusia y China se han esforzado constantemente por construir un sistema de seguridad equitativo, abierto e inclusivo en la región de Asia-Pacífico (RAP) que no se dirija contra terceros países y que fomente la paz, la estabilidad y la prosperidad.

Intercambio: si China se suma a Rusia en su posición sobre la OTAN; Moscú se adhiere a las tesis de Pekín sobre las alianzas lideradas por Washington en Asia Pacífico, incluida la trilateral Aukus (EE.UU, R. Unido, Australia). ¿Por qué el interés de CHina en condenar posibles expansiones de la Alianza Atlántica? Entre otros motivos, por el temor a enfrentarse a la organizacion en Asia Pacífico. La Alianza ya tiene a Pekín en su punto de mira.

Las partes aplauden la Declaración Conjunta de los Líderes de los Cinco Estados Poseedores de Armas Nucleares sobre la Prevención de la Guerra Nuclear y la Evitación de la Carrera Armamentista y creen que todos los Estados poseedores de armas nucleares deben abandonar la mentalidad de guerra fría y los juegos de suma cero, reducir el papel de las armas nucleares en sus políticas de seguridad nacional, retirar las armas nucleares desplegadas en el extranjero, eliminar el desarrollo sin restricciones del sistema global de defensa contra misiles antibalísticos (ABM por sus siglas en inglés) y tomar medidas eficaces para reducir los riesgos de guerras nucleares y todo conflicto armado entre países con capacidad nuclear militar.

Las declaraciones en materia de armas atómicas chocan con el fuerte desarrollo del programa nuclear chino y con los vistosos programas de nuevos misiles y armas rusas. En cuanto a las defensas antimisiles balísticos, se trata de una cuestión muy espinosa. EEUU y la URSS sellaron un pacto en 1972 que establecía límites en este sector. EEUU se retiró del mismo en 2002. Uno de los problemas de fondo en la arquitectura de control de armas es que los pactos principales vinculaban solo a EEUU y URSS/Rusia, pero no a China. El mantenimiento y progreso de esta arquitectura depende de la inclusión, en alguna medida, de China. Pekín es, por lo general, reacia, alegando que sus arsenales son muy inferiores a los de las dos potencias militares históricas. Está por ver si esta frase indica una disponibilidad de China a entrar en algún tipo de arquitectura de control de armas.

Las partes reafirman que el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares es la piedra angular del sistema internacional de desarme y no proliferación nuclear, es una parte importante del sistema de seguridad internacional de la posguerra, y desempeña un papel indispensable en la paz y el desarrollo mundiales. La comunidad internacional debe promover la implantación equilibrada de los tres pilares del Tratado y colaborar para proteger la credibilidad, la eficacia y el carácter universal de este instrumento.

Las partes están seriamente preocupadas por la asociación trilateral de seguridad entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos (AUKUS por sus siglas en inglés), que contempla una mayor cooperación entre sus miembros en áreas que afectan a la estabilidad estratégica, en particular su decisión de iniciar la cooperación en el ámbito de los submarinos de propulsión nuclear. Rusia y China consideran que acciones como estas son contrarias a los objetivos de seguridad y desarrollo sostenible de la región de Asia-Pacífico, aumentan el peligro de una carrera armamentística en la región y plantean graves riesgos de proliferación nuclear. Las partes condenan enérgicamente estas maniobras y piden a los participantes en AUKUS que cumplan de buena fe sus compromisos de no proliferación nuclear y de misiles y colaboren para salvaguardar la paz, la estabilidad y el desarrollo de la región.

Los planes de Japón de verter en el océano el agua contaminada por la central nuclear de Fukushima que quedó destruida, así como el posible impacto medioambiental de estas acciones, preocupan profundamente a las partes. Las partes hacen hincapié en que la eliminación del agua contaminada por la energía nuclear debe ser tratada con responsabilidad y llevarse a cabo de forma adecuada, sobre la base de acuerdos entre la parte japonesa y los Estados vecinos, otras partes interesadas y los organismos internacionales pertinentes, al tiempo que garantizan la transparencia, el razonamiento científico y la conformidad con el derecho internacional.

Las partes consideran que la retirada de Estados Unidos del Tratado sobre la Eliminación de Misiles de Alcance Intermedio y de Menor Alcance, la aceleración de la investigación y el desarrollo de misiles terrestres de alcance intermedio y de menor alcance y el deseo de desplegarlos en las regiones de Asia-Pacífico y Europa, así como la transferencia de los mismos a sus aliados, conllevan un aumento de la tensión y la desconfianza, incrementan los riesgos para la seguridad internacional y regional, conducen al debilitamiento del sistema internacional de no proliferación y de control de armas, y socavan la estabilidad estratégica mundial. Las partes piden a Estados Unidos que responda positivamente a la iniciativa rusa y abandone sus planes de desplegar misiles terrestres de alcance intermedio y de menor alcance en la región de Asia-Pacífico y en Europa. Las partes seguirán manteniendo contactos y reforzando la coordinación sobre esta cuestión.

Las partes señalan la responsabilidad de EEUU en haberse retirado de este acuerdo. Washington justificó su decisión acusando a Moscú de haberlo incumplido. Pekín no era parte del acuerdo.

La parte china aprecia y respalda las propuestas presentadas por la Federación Rusa para establecer garantías de seguridad jurídicamente vinculantes a largo plazo en Europa.

Las partes observan que la denuncia por parte de Estados Unidos de una serie de importantes acuerdos internacionales de control de armas tiene un impacto extremadamente negativo para la seguridad y la estabilidad internacionales y regionales. Las partes expresan su preocupación por el avance de los planes de Estados Unidos para desarrollar una defensa global contra misiles y desplegar sus elementos en diversas regiones del mundo, junto con el aumento de la capacidad de armas no nucleares de alta precisión para ataques de desarme y otros objetivos estratégicos. Las partes subrayan la importancia de los usos pacíficos del espacio exterior, y apoyan firmemente el papel esencial de la Comisión de Naciones Unidas sobre la Utilización del Espacio Exterior con Fines Pacíficos a la hora de promover la cooperación internacional, y mantener y desarrollar las leyes espaciales internacionales y la regulación en el ámbito de las actividades espaciales.

El espacio es otro sector de gran competición entre potencias. Se halla regulado por un tratado de la ONU de 1967 que ya está en muchos sentidos anticuado. Las perspectivas para nuevas regulaciones pactadas es mínima. Rusia ha causado una gran polémica ensayando el pasado mes de noviembre un arma para destruir satélites. La prueba ha causado la difusión en el espacio de más de mil fragmentos que amenazan a otros aparatos o a astronautas en órbita.

[…]

IV

Las partes subrayan que Rusia y China, en su condición de potencias mundiales y miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, tienen la intención de acatar firmemente los principios morales y aceptar su responsabilidad; interceder enérgicamente por el sistema internacional en el que Naciones Unidas desempeña una función esencial de coordinación en los asuntos internacionales; proteger el orden mundial basado en el derecho internacional, incluidos los propósitos y principios de la Carta de Naciones Unidas; fomentar la multipolaridad y promover la democratización de las relaciones internacionales; crear juntos un mundo aún más próspero, estable y justo; y construir conjuntamente un nuevo tipo de relaciones internacionales.

La parte rusa señala la importancia del concepto de construcción de una “comunidad de destino compartido para la humanidad” propuesto por la parte china para garantizar una mayor solidaridad de la comunidad internacional y la consolidación de los esfuerzos para responder a los desafíos comunes. La parte china señala la importancia de los esfuerzos realizados por la parte rusa en aras de establecer un sistema multipolar justo de relaciones internacionales.

Las partes tienen la intención de defender firmemente los resultados de la Segunda Guerra Mundial y el actual orden mundial de la posguerra, defender la autoridad de Naciones Unidas y la justicia en las relaciones internacionales, y oponerse a los intentos de negar, distorsionar y falsificar la historia de la Segunda Guerra Mundial.

Un asunto de especial interés y relevancia para Rusia, que trata de reafirmar su esfera de influencia a través de vínculos históricos y que también intenta reescribir la historia u ocultar las partes incómodas para Rusia para ello. La historia es un campo estratégico para Putin, que basa en su visión de la historia gran parte de su retórica.

A fin de evitar que se repita la tragedia de la guerra mundial, las partes condenarán enérgicamente las acciones destinadas a negar la responsabilidad de las atrocidades cometidas por los agresores nazis y los invasores militaristas y sus cómplices, y a manchar y empañar el honor de los países victoriosos.

Las partes solicitan el establecimiento de un nuevo tipo de relaciones entre las potencias mundiales sobre la base del respeto mutuo, la coexistencia pacífica y la cooperación mutuamente beneficiosa. Reafirman que las nuevas relaciones interestatales entre Rusia y China son superiores a las alianzas políticas y militares de la época de la Guerra Fría. La amistad entre los dos Estados no tiene límites, no hay ámbitos de cooperación “prohibidos”, y el fortalecimiento de la cooperación estratégica bilateral no está dirigido contra terceros países ni se ve afectado por el entorno internacional cambiante y los cambios circunstanciales en terceros países.

Los dos países subrayan aquí la calidad de su alianza, que va más allá de las forjadas en el pasado y que puede abarcar todas las áreas. Pero entre la grandilocuencia retórica y la realidad se interponen dificultades. Una prueba es que no se menciona expresamente a Ucrania, por ejemplo, ni al mar del Sur de China donde China reclama la soberanía de la mayor parte de esas aguas. Pekín mantiene buenas relaciones con Ucrania, y Rusia, con Vietnam, con quien China disputa la soberanía de parte de esas aguas. Pero los problemas afectan muchas otras áreas, como por ejemplo el espacio, en donde hay expertos que creen que, al margen de las declaraciones, el margen de cooperación real es reducido.

[…]

Las partes tienen la intención de desarrollar la cooperación dentro del formato “Rusia-India-China”, así como reforzar la interacción en espacios como la Cumbre de Asia Oriental, el Foro Regional de Seguridad de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN por sus siglas en inglés), la Reunión de Ministros de Defensa de los Estados Miembros de la ASEAN y los Socios de Diálogo. Rusia y China apoyan el papel fundamental de la ASEAN en el desarrollo de la cooperación en el este de Asia, continúan aumentando la coordinación sobre la profundización de la cooperación con la ASEAN y promueven conjuntamente la cooperación en los ámbitos de la salud pública, el desarrollo sostenible, la lucha contra el terrorismo y la lucha contra la delincuencia transnacional. Las partes tienen la intención de seguir trabajando en aras de fortalecer el papel de la ASEAN como elemento clave de la estructura regional.

Interesante mención de India al final del documento. Las relaciones entre Pekín y Nueva Delhi no pasan por su mejor momento precisamente (escuece aún el enfrentamiento fronterizo en Galwan en 2020, y en el Gobierno indio escoció mucho que se seleccionara como portador de la antorcha olímpica a un excombatiente chino en ese enfrentamiento). Pero Rusia está reforzando y ampliando sus acuerdos de colaboración y comerciales con la India en otra vuelta de tuerca más de su giro hacia Oriente y como forma de no fiarle todo a Pekín. En octubre de 2021, Putin viajó a la India. Fue su primer viaje al extranjero desde el inicio de la pandemia. El jefe del Kremlin había rechazado asistir antes a otras citas y cumbres importantes, pero sí fue a Delhi (donde se firmaron una amplia gama de acuerdos y memorandos). Y eso es una forma de demostrar que puede manejar también su agenda de manera independiente a la de Pekín.

Traducción de la declaración conjunta chino-rusa de Paloma Cebrián / News Clips, desde la versión en inglés publicada por el Kremlin.

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