Polonia asegura que afronta la “crisis más seria” en 30 años
El primer ministro, Mateusz Morawiecki, acusa a Bielorrusia de practicar “terrorismo de Estado”
Apoyada firmemente por la UE y la OTAN ante el “ataque híbrido” de Bielorrusia, pero criticada por organizaciones de derechos humanos por hacer devoluciones en caliente, Polonia ha optado por rebajar la dimensión del conflicto en su frontera y poner el foco en su responsabilidad ―en tanto que Estado fronterizo de la UE― de controlar los flujos humanos y garantizar la seguridad de toda la Unión....
Apoyada firmemente por la UE y la OTAN ante el “ataque híbrido” de Bielorrusia, pero criticada por organizaciones de derechos humanos por hacer devoluciones en caliente, Polonia ha optado por rebajar la dimensión del conflicto en su frontera y poner el foco en su responsabilidad ―en tanto que Estado fronterizo de la UE― de controlar los flujos humanos y garantizar la seguridad de toda la Unión. “Es la crisis más seria en la historia reciente de Polonia. En los últimos 30 años [desde la caída del telón de acero] no ha habido un peligro tan grande para nuestras fronteras”, aseguró este miércoles a El PAÍS Pawel Jablonski, vicesecretario de Estado de Exteriores polaco.
El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, acusó este miércoles a Minsk de practicar “terrorismo de Estado” al trasladar a la frontera a ciudadanos de países en crisis o guerra, como Irak, Afganistán o Siria. “Es una crisis política desencadenada por [el presidente bielorruso, Aleksandr] Lukashenko para desestabilizar la situación en la UE”, describió en una rueda de prensa en Varsovia con el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Jablonski se expresa en la misma línea. “No es una crisis humana ni de migración”, señaló. “Esas personas no quieren pedir asilo ni en Polonia ni en otros países. No escapan de la muerte o la persecución”.
Los dirigentes del Gobierno polaco, liderado por el partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS) y, junto con Hungría, en el punto de mira de Bruselas por sus vulneraciones del Estado de derecho, subrayan también la excepcionalidad del momento. En una sesión especial del Parlamento el pasado martes, Morawiecki dijo: “Es la primera situación en 30 años en la que podemos decir que se está poniendo a prueba la integridad de nuestras fronteras”.
La Guardia Fronteriza polaca asegura que ha habido más de 30.000 intentos de cruzar la frontera desde agosto. Más de la mitad, 17.300, el mes pasado. El número de intentos no corresponde con el número de personas, porque muchos logran cruzar a territorio polaco, pero allí ―exhaustos, sedientos y con frío― son a menudo localizados por las fuerzas de seguridad, que los devuelven a Bielorrusia o los llevan a centros de detención. Algunos suman hasta 10 intentos.
Polonia ha establecido una zona de seguridad de tres kilómetros de ancho a lo largo de la frontera con Bielorrusia: casi 400 kilómetros jalonados de controles en los que hay desplegados 15.000 militares, según señaló este miércoles el ministro de Defensa, Mariusz Blaszczak. Abarca cerca de 200 localidades y, desde el pasado martes, los civiles tienen prohibido el acceso a las zonas más peligrosas.
En esa frontera, cientos de personas, en su mayoría kurdos, esperan su oportunidad para cruzar. Para intentar acceder a Polonia, han empleado alicates para cortar el alambre de espino o recurrido a troncos de árboles como ariete. Últimamente han modificado el modus operandi, con intentos simultáneos de colarse en “pequeños, pero numerosos grupos”, explicó este miércoles el ministro de Defensa. “Son acciones agresivas que tenemos que repeler, en cumplimiento de nuestras obligaciones como miembros de la Unión Europea”, dijo el martes en Varsovia el presidente del país, Andrzej Duda.
Algunos han acampado en las inmediaciones de la aldea de Kranica, el punto caliente. La ausencia de monitoreo internacional impide conocer el número preciso. El pasado martes, la Comisión Europea los cifró en 2.000. Jablonski asegura que son entre 4.000 y 5.000, de un total de 15.000 a 20.000 que han llegado al país vecino en avión, a través de agencias turísticas bielorrusas. La UE y Polonia consideran que Lukashenko ha abierto esta nueva ruta migratoria en respuesta a las sanciones por el fraude electoral en 2020, en las que resultó reelegido y que generaron un movimiento de protesta que fue reprimido por las autoridades. “Lo que hemos visto es que los números son cada vez más grandes, así que la crisis seguirá durante al menos algunos días”, añade Jablonski. Hay además entre 1.500 y 2.000 personas en centros de detención en Polonia.
“Medidas inmediatas”
Mientras tanto, tratan de combatir con hogueras las temperaturas bajo cero. Diez personas han muerto ya a ambos lados de la frontera. “Cientos de hombres, mujeres y niños no deben ser obligados a pasar una noche más en un clima glacial sin refugio, alimento, agua y cuidados médicos adecuados”, dijo este miércoles la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet, en un comunicado en el que exhortaba a “los Estados concernidos a tomar medidas inmediatas para desactivar y resolver esta situación intolerable conforme a las obligaciones que tienen en virtud del derecho internacional de los derechos humanos y de los derechos de los refugiados”.
La mención de Bachelet a los derechos de los refugiados conecta con las quejas de las ONG sobre el terreno. Marta Gorczynska, destacada abogada polaca especializada en derechos humanos, subraya que su país viene ejecutando desde hace meses devoluciones en caliente, que suponen una vulneración de la Convención de Ginebra. El pasado agosto, las aprobó legalmente. “Por supuesto que la principal responsabilidad es de Bielorrusia, que ya sabemos que está forzando a la gente y usando a los migrantes como instrumento, pero Polonia, en vez de tratarlos como víctimas de la situación, los está privando de medios básicos”, agrega.
Gorczynska insiste además en que la falta de acceso a la zona vetada impide un análisis independiente. “La situación ha empeorado mucho en los últimos dos meses y, si se vuelve crítica, podemos imaginar que en algún momento haya violencia. Las organizaciones humanitarias no pueden operar ahí. ¿Qué pasará entonces con esas personas si hay una escalada de tensión?”.
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