Francia construirá nuevas centrales nucleares para mantener la independencia energética y combatir el cambio climático
El presidente, a seis meses de las elecciones presidenciales, anuncia una nueva campaña de vacunación y aparca la reforma de las pensiones
Francia volverá a construir reactores nucleares. El presidente del país, Emmanuel Macron, anunció en un discurso televisado a la nación, el martes por la noche, el reinicio del programa nuclear civil francés y lo justificó con dos argumentos. El primero es la preservación de la independencia energética en un momento de aumento de los precios e incertidumbre geopolítica. El segundo, la lucha contra el cambio climático con una fuente de energía que, aunque muy lejos de ser limpia, prácticament...
Francia volverá a construir reactores nucleares. El presidente del país, Emmanuel Macron, anunció en un discurso televisado a la nación, el martes por la noche, el reinicio del programa nuclear civil francés y lo justificó con dos argumentos. El primero es la preservación de la independencia energética en un momento de aumento de los precios e incertidumbre geopolítica. El segundo, la lucha contra el cambio climático con una fuente de energía que, aunque muy lejos de ser limpia, prácticamente no emite gases de efecto invernadero.
“Si queremos seguir pagando nuestra energía a tarifas razonables y no depender del extranjero, necesitamos, a la vez, seguir ahorrando energía e invertir en la producción de energías descarbonizadas en nuestro suelo”, dijo Macron. “Es por ello que, para garantizar la independencia energética de Francia y garantizar el suministro eléctrico en nuestro país, y para alcanzar nuestros objetivos, en particular la neutralidad de carbono en 2050, por primera vez en décadas relanzaremos la construcción de reactores nucleares en nuestro país y continuaremos desarrollando energías renovables”.
Macron zanja así la discusión sobre el futuro de la energía nuclear en Francia. Aunque, junto al hecho de poseer la bomba atómica, es indisociable de la identidad nacional y el peso geopolítico de este país desde la posguerra mundial –el 75% de la electricidad francesa se genera con esta fuente energética–, el accidente de Fukushima (Japón) en 2011 abrió un debate sobre su posible reducción progresiva.
Alemania optó entonces por el apagón nuclear. Y al inicio de su mandato, el presidente francés prometió cerrar 14 reactores y reducir al 50% en 2035 la parte de la electricidad que proviene de las centrales atómicas.
Ahora Francia emprende definitivamente otra vía. En octubre, el presidente ya anunció la inversión de 1.000 millones de euros en mini-reactores; esta vez se trataría de nuevos reactores de tipo EPR como el que ya se está construyendo desde 2007 en Flammanville (Normandía) y, tras numerosos retrasos y excesos de coste, está previsto que se ponga en marcha en 2023.
Macron dio a conocer la decisión durante un discurso de media hora dedicado en buena parte a las medidas para frenar una nueva ola de la pandemia de coronavirus y a defender el balance económico de los casi cinco años de presidencia ante las elecciones de abril de 2022. Las palabras y los anuncios podían leerse en clave electoral: aunque el presidente no haya declarado oficialmente su candidatura, se da por hecho que se presentará a la reelección, y todos los sondeos le señalan como favorito.
Las cifras, sobre el papel, favorecen a Macron. Francia crecerá cerca del 7% en 2021, el nivel más alto desde 1969. El desempleo es inferior al 8%, el nivel más bajo en 15 años. La política del “cueste lo que cueste”, como dijo el presidente durante los confinamientos, ha permitido relanzar la economía. Sin embargo, el país vive en ambiente político enrarecido, con la inmigración y la seguridad en el centro de los debates y el discurso de extrema derecha que, según los sondeos, recoge el apoyo de millones de franceses.
Macron quiere evitar a toda costa un estallido social como la revuelta de los chalecos amarillos en 2018. Este temor explica en parte medidas recientes como el cheque de 100 euros para 38 millones de franceses, destinado a contrarrestar el aumento del precio del carburante, o la renuncia a la polémica reforma de las pensiones.
Otras reformas siguen adelante: el presidente explicó que, a partir de diciembre, los desempleados deberán demostrar, para recibir el subsidio, que han trabajado en los dos últimos años, un mínimo de seis meses, en vez de los cuatro actuales. Entre otras medidas anunciadas el martes, figura la prolongación hasta junio de 2022 de los préstamos a las empresas garantizados por el Estado, o una nueva ley de seguridad interior.
Pero la medida más llamativa que desveló el martes para la opinión pública francesa afecta a la lucha contra el coronavirus y es la apertura, a partir de principios de diciembre, de una campaña para la tercera dosis de vacunación a los mayores de 50 años. Los mayores de 65 que se hayan vacunado más de seis meses antes necesitarán la tercera dosis si quieren mantener el certificado covid que en Francia se exige para entrar en cafés y restaurantes, cines y museos, y viajar en trenes y aviones.
El otro anuncio destacado fue la renuncia en este mandato a la reforma de las pensiones, uno de los proyectos bandera de su mandato y motivo de manifestaciones en diciembre de 2019 y enero de 2020. “El deseo unánime expresado por las organizaciones sindicales y profesionales de concentrar los esfuerzos en la necesidad de concordia en este momento que vive nuestra nación”, justificó, “hace que hoy no se reúnan las condiciones para relanzar este proyecto”.
La reforma, que implicaba elevar la edad de jubilación y unificar una multitud de sistemas de cálculo distintos en función de la profesión, estaba casi aprobada cuando irrumpió el coronavirus en el invierno de 2020 y el presidente la guardó en un cajón, sin desecharla definitivamente: su intención es retomarla en 2022, después de las elecciones. Si las gana.
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