Carlos Moedas: “El populismo está matando la democracia”

El excomisario europeo conquista la alcaldía de Lisboa con un discurso moderado e integrador tras 14 años de gobiernos socialistas

Carlos Moedas, nuevo alcalde de Lisboa, en el Jardim das Amoreiras a finales de septiembre.JOAO HENRIQUES (JOAO HENRIQUES / EL PAIS )

Carlos Moedas fue el único que creyó ―y a veces dudó― en Carlos Moedas. El próximo alcalde de Lisboa fue la sorpresa de las elecciones municipales portuguesas, celebradas hace una semana, al conquistar una ciudad que estaba en manos de los socialistas desde hacía 14 años y darle al fin una alegría al maltrecho Partido Social Demócrata (PSD, centroderecha). Al frente de Novos Tempos, una coalición de cinco formaciones y rodea...

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Carlos Moedas fue el único que creyó ―y a veces dudó― en Carlos Moedas. El próximo alcalde de Lisboa fue la sorpresa de las elecciones municipales portuguesas, celebradas hace una semana, al conquistar una ciudad que estaba en manos de los socialistas desde hacía 14 años y darle al fin una alegría al maltrecho Partido Social Demócrata (PSD, centroderecha). Al frente de Novos Tempos, una coalición de cinco formaciones y rodeado de independientes que nunca habían participado en política, Moedas (Beja, 51 años) ganó contra todos. Ni un sondeo le dio la más mínima opción de victoria durante la campaña. A su último mitin no acudió ni una sola cadena de televisión. “Juzgaron que yo no merecía la pena, creo que me han subestimado. Yo creo que la gente quiere personas diferentes en política y yo estoy en ese cambio, no estoy pensando en dar un golpe bajo al adversario sino en las ideas y en los contenidos. Los comentaristas y las encuestas aún valoran a los políticos por el registro antiguo de hacer política”, explica Moedas durante una entrevista con EL PAÍS en el Jardim das Amoreiras, cuatro días después de la noche electoral, cuando tuvo que improvisar un discurso para celebrar su triunfo.

Lo que ocurrió con Moedas es el tipo de sorpresas que en los últimos años deparan personajes populistas que él detesta. “Pienso que es la primera vez que pasa con un candidato moderado. Mi primera condición fue no hacer alianzas con populistas porque no me gustan y pienso que el populismo está matando la democracia. Los extremos no me interesan, estén a la izquierda o a la derecha”, plantea.

La próxima Cámara Municipal de Lisboa seguirá sin contar con representantes de Chega, el partido de ultraderecha, y estará dominada por formaciones de izquierdas. Socialistas, comunistas y Bloco de Esquerdas suman 10 concejales frente a los 7 de Novos Tempos. A diferencia de lo que puede ocurrir en unas elecciones generales en Portugal, en las municipales la ley obliga a nombrar alcalde al candidato más votado. La lista de Moedas logró 2.294 votos más que la de Fernando Medina, alcalde socialista desde 2015, cuando sustituyó al actual primer ministro, António Costa. Tener que gobernar en minoría no parece amedrentarle. “Ya hablé con todos por teléfono, las señales que recibo de la oposición es que estamos aquí para hacer lo mejor para la ciudad y muchas de mis medidas no son ideológicas y pueden tener apoyo”, señala antes de recordar su talante negociador en Bruselas. “Gestioné el programa de Ciencia con el apoyo de la izquierda, yo tengo la capacidad de construir puentes de una manera que me ha funcionado siempre bien”.

Carlos Moedas fue el comisario de Investigación, Ciencia e Innovación entre 2014 y 2019, durante la presidencia de Jean-Claude Juncker en la Comisión Europea. Una de sus asesoras de entonces fue la economista italiana Mariana Mazzucato, fundadora del Instituto para la Innovación y el Objetivo Público del University College de Londres, con la que ideó la creación de misiones (objetivos concretos como eliminar los plásticos de los océanos) para fomentar la innovación en Europa. Bruselas acabó de redondear un carácter proclive a la negociación y le ayudó a suavizar la negativa imagen que arrastraba por haber coordinado, durante el Gobierno del conservador Pedro Passos Coelho, la aplicación de las medidas de la troika que tanto rechazo causaron en Portugal.

Cuando la Gran Recesión desmoronó las economías europeas, Moedas estaba vinculado al sector privado. Había trabajado en Goldman Sachs en Londres y en el sector financiero inmobiliario en Portugal. Tenía un MBA de la Universidad de Harvard y formación como economista e ingeniero civil. Passos Coelho le pidió en 2011 que crease un equipo que hiciese de puente entre el Gobierno y la ‘troika’. Un regalo bien envenenado. En alguna ocasión le insultaron en la calle cuando paseaba con su hijo ―está casado desde 2000 con la profesora francesa de origen sefardita, Céline Abecassis, y tienen tres hijos― y eso le ha decidido a mantener a la familia lejos del foco político en la reciente campaña. “Él peleaba para rebajar exigencias de la troika, pero la gente no podía saber eso”, recuerda una fuente que le acompañó en aquella época.

“Es un poco injusto mirar atrás y decir que otro gobierno lo habría hecho distinto porque habría hecho igual, no había alternativa, no teníamos dinero para pagar a los funcionarios ni a los profesores. Sabíamos que seríamos impopulares, pero no había elección, entramos en el programa de la troika y salimos y eso nos dio la oportunidad de crecer, que fue lo que ocurrió cuando llegó otro gobierno”, reflexiona ahora Carlos Moedas.

La economista y columnista del diario portugués Público, Maria João Marques, barrunta que esta etapa podrá ser usada contra él por sus críticos, pero ella le ve alejado de los halcones del PSD: “Sus mensajes no tienen mucho que ver con los de Passos Coelho. Moedas propone una serie de políticas sociales y medidas en la cultura, que lo diferencian del sector más economicista y neoliberal del PSD”. Entre esas propuestas figuran transportes gratuitos para menores de 23 y mayores de 65 y la construcción de espacios culturales en todos los distritos. Más acorde con la ortodoxia del PSD son otras propuestas como la bajada de impuestos. Tampoco va a prohibir la conversión de viviendas en pisos turísticos en toda la ciudad, como pretendía Medina, porque cree que ha dejado de ser un problema tras la reducción de la oferta turística que ha forzado la pandemia y va a auditar la red de carriles-bicis para darle más seguridad.

Antes de volver a la política para pugnar por la alcaldía de Lisboa, Carlos Moedas llevaba un año como administrador de la Fundación Calouste Gulbenkian, una prestigiosa institución portuguesa creada en 1956 para apoyar el arte, la educación y la ciencia. Le buscó el PSD y él pensó que era su última oportunidad de lanzarse a defender un modo alternativo de estar en política. Avalado por su talante conciliador y tecnócrata, logró atraer a numerosos independientes a su coalición como Laurinda Alves, una periodista y profesora en la Universidad Nova de Lisboa con un gran historial en los movimientos sociales en favor de la inclusión de discapacitados o los cuidados paliativos. “Tengo la certeza de que hará todo lo posible para escuchar, entender y tratar de cambiar la vida de las personas. Es un humanista y un hombre de consensos”, destaca Alves.

Al día siguiente de las elecciones Moedas fue a comer con empleados del servicio de limpieza municipal y elogió la buena disposición del socialista Fernando Medina para el traspaso de poderes. Quiere hacer de Lisboa una ciudad más cosmopolita. Él habla cuatro idiomas ―aprendió español en la televisión y en las visitas a Rosal de la Frontera (Huelva)― y ha vivido en cinco países. Es hijo de un histórico periodista comunista del Alentejo portugués ya fallecido, pero este antagonismo ideológico no fue un deseo de rebelarse contra el padre: “Éramos muy amigos y aprendí mucho con él, pero también sobre la ideología comunista donde la persona es apenas un utensilio y no puede pensar por sí misma porque es el partido el que decide”.

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