La UE regresará a Kabul para hablar con los talibanes
Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, enfatiza que Bruselas no reconocerá al régimen
La Unión Europea no está dispuesta a perder su peso geopolítico en Afganistán. Tras la evacuación de la última persona de su delegación diplomática, poco antes de la retirada definitiva de las tropas estadounidenses el pasado 31 de agosto, ha decidido que es el momento de regresar a Kabul para mantener las botas sobre el terreno. La decisión, consensuada entre los Veintisiete en un Consejo informal de ministros de Exteriores celebrado en Kranj (Eslovenia), irá acompañada de un inevitable contacto “operativo” con el régimen talibán, según ha anunciado este viernes durante la cita el alto repres...
La Unión Europea no está dispuesta a perder su peso geopolítico en Afganistán. Tras la evacuación de la última persona de su delegación diplomática, poco antes de la retirada definitiva de las tropas estadounidenses el pasado 31 de agosto, ha decidido que es el momento de regresar a Kabul para mantener las botas sobre el terreno. La decisión, consensuada entre los Veintisiete en un Consejo informal de ministros de Exteriores celebrado en Kranj (Eslovenia), irá acompañada de un inevitable contacto “operativo” con el régimen talibán, según ha anunciado este viernes durante la cita el alto representante para Asuntos Exteriores, Josep Borrell.
El jefe de la diplomacia europea ha calificado estos lazos de “necesarios” para coordinar una próxima evacuación de las miles de personas que han quedado atrapadas y abandonadas en territorio afgano, tras la caótica estampida de los aliados occidentales. Pero en ningún caso significará el reconocimiento del nuevo Gobierno, ha enfatizado.
La presencia europea y las relaciones con el nuevo poder en Kabul será calibrada por la UE en función de cinco criterios sobre los cuales establecerán y juzgarán estas relaciones con las nuevas autoridades en el poder: el compromiso del gobierno afgano de que no servirá como base territorial para la exportación de terrorismo a otros países; el respeto de los derechos humanos, en especial los de la mujer; el establecimiento de un gobierno inclusivo y representativo surgido a partir de las negociaciones entre las distintas fuerzas políticas; el acceso libre y seguro para la ayuda humanitaria; y el cumplimiento del compromiso talibán de permitir que los afganos y extranjeros que lo deseen puedan abandonar libremente el país por tierra o aire, en línea con una reciente resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada con las abstenciones de China y Rusia. Los contactos con el nuevo gobierno dependerán del respeto de estos criterios.
“Todos hemos coincidido hoy en que Europa debe desempeñar y desempeñará un papel en Afganistán”, ha señalado tras el encuentro Heiko Maas, el ministro de Exteriores alemán, enfatizando que la UE prestará atención al respeto de los derechos humanos, especialmente los derechos de las mujeres y las niñas. “Estamos dispuestos a hablar con los talibanes sobre esta base y a contribuir con ayuda humanitaria a la formación del Gobierno”, ha añadido, siempre y cuando este futuro Ejecutivo esté “compuesto por la mayor parte de la población”. Sin embargo, ha pedido prudencia a la hora de juzgar al nuevo régimen, algo que la UE debe valorar “por sus acciones y no por sus palabras”.
El regreso europeo a Afganistán se articulará mediante una “presencia conjunta de la UE” en Kabul, coordinada por el Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), y por tanto bajo la batuta de Borrell. No se tratará de una delegación o embajada. Y aunque no se han dado detalles de la fórmula precisa y la composición de este desembarco, un documento interno de la diplomacia europea, cuyo contenido adelantó EL PAÍS, sopesa que a falta de una “presencia diplomática plena”, deberían ser considerados “modelos innovadores” que garanticen la representación local de la UE en Kabul. “Por ejemplo, una oficina humanitaria, o una oficina de representación europea”, proponía el texto.
El documento alertaba con preocupación de los riesgos para el peso geopolítico de Europa de no estar presente en las negociaciones que se avecinan: “La presencia diplomática en Kabul por parte de la UE y de sus Estados miembros será muy limitada o inexistente, al menos a corto plazo”, constataba. “Esto supone un reto importante en lo que respecta a la recopilación de información y a nuestra capacidad de influir en los acontecimientos sobre el terreno, dejando el campo libre a China, Irán, Pakistán, Qatar y Rusia, que mantendrán su presencia en Kabul”.
En estos momentos, ni la UE ni los Estados miembros cuentan con personal de sus delegaciones diplomáticas en Afganistán. La misión europea, evacuada vía Madrid, se encuentra en Bruselas. Juntos, los Veintisiete han logrado sacar del país a 17.500 personas, incluidos los 520 miembros del personal de la UE y sus familiares, según cifras del Servicio Europeo de Acción Exterior. Pero aún quedan “varios cientos, miles” de personas a los que fue imposible sacar del país, según ha explicado Borrell; algunos nacionales de los Estados miembros, o afganos que corren riesgo y a los que los Veintisiete pretenden sacar del país por vía aérea. “Sabemos quiénes son, los conocemos, trabajan con nosotros o han estado trabajando por un Afganistán democrático y libre”, ha asegurado el español, para quien una operación de este tipo no sería posible sin “hablar” con los talibanes. “Es más fácil hablar con alguien con el que estás en la misma ciudad que por videoconferencia”, ha asumido. En caso de que la situación de seguridad en Kabul no cumpla unos mínimos, se valorará Doha (Qatar) como posible centro de operaciones para el desembarco.
Serán ahora los Estados miembros quienes fijen, de forma voluntaria, el número de personas que están dispuestas a acoger, algo que de momento solo parece haber esbozado la canciller alemana, Angela Merkel, al asegurar que hasta 40.000 afganos podrían tener derecho a ser evacuados rumbo a Berlín. La operación, en cualquier caso, será coordinada por el equipo conjunto europeo, bajo las órdenes del SEAE.
La UE considera que la situación catastrófica de la economía afgana jugará un papel clave en el respeto de estas condiciones. Los activos del banco central han sido congelados, la población ha sufrido décadas de guerra, además del zarpazo de la covid y una severa sequía. Hasta ahora tres cuartas partes del presupuesto del Gobierno afgano provenía de la ayuda extranjera. Y Bruselas, que no ha congelado la ayuda humanitaria, pero sí los paquetes ligados al desarrollo, es consciente de que el problema financiero y de liquidez al que se enfrentan los talibanes puede ser un buen arma de negociación. “Estamos dispuestos a ayudar bajo condiciones”, ha indicado Borrell en su comparecencia, deslizando los cinco criterios de la lista. Las cuantías de la ayuda europea podrían ser calibradas en función de su grado de cumplimiento.
Los Veintisiete también han encargado al jefe de la diplomacia europea la creación de una plataforma regional de cooperación con los países vecinos de Afganistán, con la que enfrentarse de una manera conjunta a los flujos migratorios, el narcotráfico y el terrorismo que previsiblemente desestabilizarán la región.
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