Opinión

Luchando contra las máquinas

La líder opositora afirma en el primer aniversario de las protestas que la sociedad bielorrusa no se rendirá en su lucha por la democracia y contra el régimen de Lukashenko

Exiliados y activistas se manifiestan el 8 de agosto en Varsovia por el primer aniversario de las protestas de la oposición en Bielorrusia.WOJTEK RADWANSKI (AFP)

Lucho contra las máquinas, literalmente, contra el sistema. Poco a poco, sacando fuera de mí a la esclava, la víctima y la impostora. Eso es lo que hacemos todos, toda la nación bielorrusa. Es lo que hacen todas las mujeres, especialmente en Bielorrusia.

Luchamos contra el sistema, contra lo invisible. Estamos atrapados en un círculo vicioso de lucha por la libertad y de protesta pacífica desde hace más de 365 días porque queremos impedir que haya más víctimas. No queremos usar las mism...

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Lucho contra las máquinas, literalmente, contra el sistema. Poco a poco, sacando fuera de mí a la esclava, la víctima y la impostora. Eso es lo que hacemos todos, toda la nación bielorrusa. Es lo que hacen todas las mujeres, especialmente en Bielorrusia.

Luchamos contra el sistema, contra lo invisible. Estamos atrapados en un círculo vicioso de lucha por la libertad y de protesta pacífica desde hace más de 365 días porque queremos impedir que haya más víctimas. No queremos usar las mismas herramientas manipuladoras y violentas que usa el régimen totalitario. Aun así, nos enfrentamos al hecho de que cada vez se tortura y se asesina a más personas. Es una realidad de toda la nación bielorrusa, que está atrapada en una relación abusiva con un dictador desde hace ahora 27 años.

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Esta soy yo, Svetlana Tijanóvskaya, una líder de la Bielorrusia democrática. Hace un año, me arriesgué a ser candidata a la presidencia en 2020. Lo hice en lugar de mi marido, Siarhei, que fue encarcelado por las autoridades y al que le impidieron hacerlo. Siarhei, junto con otros 600 prisioneros políticos, hombres y mujeres valientes, lleva ya más de un año entre rejas.

Sin embargo, otra vez después de unas elecciones fraudulentas, nuestro país ha despertado y, desde la primavera de 2020, lucha desesperada y dignamente por su libertad. A veces, nos sentimos bastante abandonados en nuestra lucha. A veces, apenas vemos la luz al final del túnel. Sobre todo, cuando leemos otra noticia sobre alguien que ha sido torturado o sobre otro intento de suicidio de un prisionero político. Más de 36.000 personas inocentes han sufrido alguna represión brutal. Y este número aumenta cada día.

Después de otro anuncio ridículo, la vista del juicio contra un flautista, contra mi compañera en la campaña presidencial Maria Kolesnikova y contra el abogado Maksim Znak, destacados luchadores por la libertad bielorrusos, será secreta. Eso significa que será a puerta cerrada. El régimen totalitario no quiere ninguna publicidad porque un año de cárcel no ha conseguido quebrar el deseo de libertad de Maria y de Maksim.

El juicio contra mi marido, Siarhei Tsikhanouski dura ya más de un mes y medio. Se enfrenta a 15 años de cárcel por unas pruebas fabricadas. Hay varios prisioneros políticos y figuras prominentes encausadas en el mediático caso de mi marido: el famoso periodista Ihar Losik, y también Mikalai Statkevich, Uladzimer Tsyhanovich, Artsyom Sakau y Dzmitry Papou. Pero hay muchos más a los que se les imputan cargos parecidos.

Antes se podía decir que se trataba de una crisis interna de Bielorrusia, pero después del secuestro del avión de Ryanair, se convirtió en una crisis europea. Nos enfrentamos a un régimen impredecible y que no rinde cuentas a nadie, preparado para cometer los crímenes más horribles.

Sin embargo, después de un momento de decepción, llega un momento de inspiración. Cuando veo que la gente en las calles, a pesar del terror, sigue manifestándose, portando banderas, realizando concentraciones y repartiendo periódicos, me siento con energías renovadas. Después de todo, el genio ha salido de la lámpara, y no hay una sola máquina en el mundo que pueda volver a meterlo dentro.

Los bielorrusos que se echaron a las calles hace un año dijeron alto y claro que estamos aquí y que no nos rendiremos. Eso me da fuerza para seguir luchando a su lado. Y lo más importante es que no estamos solos en esta lucha. Europa, y todo el mundo libre, nos apoyan. Y avanzamos, paso a paso. Sí, todos desearíamos que fuera más rápido, que fuera más fácil. Pero tenemos que ser pacientes. Sabemos que perseguimos el objetivo correcto. Y sabemos que nuestra senda hacia la democracia, aunque sea difícil, es necesaria. A lo largo del camino y en esta lucha, encontramos amigos y aliados.

Soy Svetlana Tijanóvskaya, una mujer bielorrusa que llegó a la política sin ninguna formación política y que tuvo que aprender rápido. Junto con el pueblo bielorruso, lucho contra estas máquinas, el sistema totalitario. ¿Me apoyarán ustedes?

Svetlana Tijanóvskaya es la principal líder de la oposición de Bielorrusia. Vive exiliada en Lituania. Este artículo se publica en colaboración con el grupo de medios europeos LENA.

Traducción de News Clips.

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