La abstención y una posible victoria de la extrema derecha en el sur dominan las elecciones regionales francesas
La izquierda ensaya en la región de París una amplia alianza de socialistas, ecologistas y populistas que podría servir de modelo para las presidenciales de 2022
A la mayoría de franceses no parecen interesarles las elecciones regionales. Después de una abstención récord en la primera vuelta del 20 de junio, un 66%, y pese a las campañas en redes sociales del Gobierno, las cosas apenas mejoran en la segunda vuelta, que se celebra este domingo y en las que la atención se centra en dos regiones.
Una es Île-de-France, la región de París, donde una amplia alianza...
A la mayoría de franceses no parecen interesarles las elecciones regionales. Después de una abstención récord en la primera vuelta del 20 de junio, un 66%, y pese a las campañas en redes sociales del Gobierno, las cosas apenas mejoran en la segunda vuelta, que se celebra este domingo y en las que la atención se centra en dos regiones.
Una es Île-de-France, la región de París, donde una amplia alianza de izquierdas, aunque con pocas posibilidades de ganar, según los sondeos, aparece como un modelo para una unión, hoy por hoy improbable, a escala nacional en las presidenciales de 2022. La otra región es Provenza-Alpes-Costa Azul (PACA), donde se pondrá a prueba la eficacia del frente republicano, la unión de todos los partidos contra la extrema derecha del Reagrupamiento Nacional (RN). Los sondeos prevén un empate entre el partido de Marine Le Pen y el candidato de la derecha tradicional.
Cuando se cierren los colegios a las 20.00 y se publiquen las primeras estimaciones, habrá que fijarse en las cifras de la abstención y los resultados en las citadas regiones.
La abstención
A las 17.00 horas había votado un 27,89% del electorado, según el Ministerio del Interior francés. Hace una semana había votado, a la misma hora, un 26,72%. La mejora es anecdótica. La abstención en la primera vuelta fue la mayor en cualquier elección en Francia desde la fundación de la V República en 1958, excepto el referéndum que en 2000 acortó el mandato presidencial de siete a cinco años. La cifra ha abierto un debate sobre los motivos. ¿Desinterés por unos comicios en los que muchos votantes no tenían claro qué estaba en juego ni conocían bien las competencias de las regiones? ¿O síntoma de una desafección más profunda de una parte considerable de la población, una “secesión democrática” como dijeron algunos comentaristas?
La izquierda en París
El socialista Lionel Jospin, que fue jefe del Gobierno francés entre 1997 y 2002, apoya la unión de ecologistas, socialistas, comunistas e izquierda populista y radical para la segunda vuelta en Île-de-France, la región de París. Manuel Valls, exsocialista que ocupó el cargo entre 2014 y 2016, ha anunciado que votará a la candidata de la derecha Valérie Pécresse, actual presidenta de la región.
Las posiciones de dos ex primeros ministros como Jospin y Valls reflejan el cisma entre los antiguos dirigentes del Partido Socialista (PS) por la alianza de la izquierda moderada con La Francia Insumisa (LFI), el partido de Jean-Luc Mélenchon, vinculado a Podemos en España. Para unos, es una unión natural entre partidos de sensibilidad progresista y una reedición de la llamada izquierda plural con la que Jospin gobernó el país hace dos décadas. Para otros, se trata de una coalición peligrosa con un partido extremista, un pacto contra natura entre lo que Valls, quien ya no milita en el PS, llamó hace años “las izquierdas irreconciliables”: una europeísta, laica y liberal, y otra euroescéptica, soberanista y, según este punto de vista, complaciente con el islamismo.
“Ante el peligro de quienes han dado la espalda a la República, no hay que dudar”, dijo esta semana Valls, quien próximamente abandonará su actual cargo de concejal municipal en Barcelona, en la cadena de radio Europe 1, donde anunció su voto a favor de Pécresse.
Jospin, en cambio, ha declarado que votará la lista de izquierdas, encabezada por el secretario de Europa Ecología Los Verdes (EELV), Julien Bayou, y que incluye a la diputada de LFI de Mélenchon, Clémentine Autain. “Mañana, como ayer”, ha dicho Jospin, “el futuro se construirá alrededor de mayorías plurales comprometidas con los valores republicanos, la transición ecológica y contra las desigualdades sociales”. El expresidente François Hollande ha indicado que apoya todas las candidaturas donde hay socialistas, lo que incluye la de Île-de-France.
Un éxito de unión de las izquierdas en Ìle-de-France podría servir de modelo para las elecciones presidenciales de 2022. Las diferencias entre la izquierda moderada del PS y otros grupos, y la populista de LFI –sobre la UE, el capitalismo o la laicidad–, y las guerras personales entre los líderes con ambiciones complican la repetición del experimento regional a escala nacional. Mélenchon ya se ha declarado candidato. Un sondeo publicado sobre Île-de-France por el instituto OpinonWay pronostica que Pécresse ganará con un 43% de votos frente al 31% de la lista izquierdista de Bayou.
La extrema derecha en la región de Marsella
La otra región clave este domingo es Provenza-Alpes-Costa Azul (PACA). Una victoria del candidato del RN, Thierry Mariani, ante el actual presidente, Renaud Muselier, de Los Republicanos (LR), daría el gobierno de una región, por primera vez, al partido de Le Pen. También enmendaría el mal resultado de la extrema derecha en la primera vuelta, donde solo fue la fuerza más votada en PACA, frente a seis regiones de las anteriores elecciones, en 2015.
En Provenza-Alpes-Costa Azul se ha formado un frente republicano o cordón sanitario. El candidato de la candidatura de izquierdas, Jean-Laurent Félizia, clasificado para la segunda vuelta, se retiró para no dispersar el voto contra la extrema derecha y declaró su apoyo a Muselier. Está por ver si funcionará. Un sondeo daba a Muselier vencedor con un 51% de votos; otro, un empate.