Felipe VI entra de lleno en la ácida sátira política televisiva de Israel

Un actor interpreta el papel de rey en un programa humorístico que presenta a los Netanyahu como ‘familia real’ israelí

Una escena del programa 'Eretz Nehedert' (Un país maravilloso).

Presentado ante el público como “rey de Sefarad", la figura de Felipe VI ha entrado de lleno en la historia de la sátira política televisiva de Israel. Un actor que representaba al monarca español desempeñó su papel en el programa Eretz Nehedert (Un país maravilloso), equivalente a Polònia o Vaya semanita de las televisiones catalana y vasca, difundido en la noche del miércoles por el Canal 12, de ...

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Presentado ante el público como “rey de Sefarad", la figura de Felipe VI ha entrado de lleno en la historia de la sátira política televisiva de Israel. Un actor que representaba al monarca español desempeñó su papel en el programa Eretz Nehedert (Un país maravilloso), equivalente a Polònia o Vaya semanita de las televisiones catalana y vasca, difundido en la noche del miércoles por el Canal 12, de titularidad privada. La emisión estaba dedicada al Foro Mundial sobre el Holocausto, que se desarrolla este jueves en Jerusalén con la asistencia de decenas de jefes de Estado y de Gobierno de todo el mudo.

Además del Rey, cuya imagen no se vio aparentemente salpicada por la acerada crítica o la incorrección política de los guionistas, en el programa estuvieron representados el presidente ruso, Vladímir Putin, vestido de uniforme de campaña y con aire autoritario, o un pomposo Príncipe de Gales, a quien los maquilladores exageraron hasta el esperpento el tamaño de sus orejas. Los responsables de vestuario de Un país maravilloso, colocaron también sobre el uniforme de gala de capitán general del Ejército de Felipe VI unas desproporcionadas hombreras y gran profusión de condecoraciones, en un diseño que evocaba la figura protagonista de la película El dictador, de Sacha Baron-Cohen.

El peso humorístico de la parodia recayó sobre la actriz que representaba a la ultraconservadora ministra de la Cultura, Miri Regev, habitual blanco de las sátiras de los intelectuales liberales israelíes. Al compás del himno nacional español —con la letra no oficial de José María Pemán, modificada por el verso “alzad los brazos” introducido durante el franquismo— el Rey y la ministra entran en escena y pasan ante los personajes del primer ministro, Benjamín Netanyahu; de su esposa, Sara, y de su primogénito, Yair, vestidos de gala para encarnar a una hipotética familia real de Israel.

–“Buenas noches”, dice el rey de Sefarad en castellano.

– “Quiere nachos”, traduce una histriónica Regev, mientras el resto de personajes menean la cabeza a modo de desaprobación.

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La ministra de Cultura nació en el seno de una familia judía sefardí originaria de Marruecos, y suele decir que en su casa se hablaba español y escuchaban las canciones de Julio Iglesias. Antes de entrar en política fue general del Ejército responsable de la censura militar. Los equívocos de la traducción son el eje humorístico en torno al cual gira el programa. “Espero que nos cuente bien lo que dice el Rey”, la amonesta el locutor.

–“Nunca, nunca olvidaremos el recuerdo del Holocausto”, declara solemne Felipe VI.

–“Nunca, ¿qué pasó?”, interviene Regev como si intentara seguir el hilo de las populares telenovelas emitidas en versión original por los canales israelíes. “Ella se enamora del hermano del Rey, Ricardo, vestido con un jersey de Lacoste”, traduce mientras muestra con las manos un cocodrilo.

La cuestionada ministra entrega después una manta al invitado para que tenga buenas noches y el mandatario le responde un atento “gracias” en español. “Quiere grass (hierba, marihuana)”, traduce Regev, mientras en voz baja le advierte de que en Israel está prohibida.

En un momento de la parodia, Netanyahu le anuncia a Felipe VI que va a saludarle la “primera dama”, su esposa Sara, a quien el Rey besa en la mano de forma cortés. Ella, agradecida, se acerca al monarca y aprovecha para arrebatarle algunas medallas de recuerdo. Sara Netanyahu, protagonista de repetidas polémicas y denuncias en Israel, fue condenada el año pasado por “uso indebido de fondos públicos” por encargar comidas con cargo al erario público a los mejores chefs de Israel para la residencia oficial del primer ministro, cuando contaba con un equipo de cocineros oficiales a su disposición.

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