Los servicios de seguridad rusos siguieron al opositor Navalni el día de su envenenamiento
Un grupo de élite especializado en sustancias químicas vigilaba desde 2017 al político atacado el pasado mes de agosto, según una investigación del portal Bellingcat
Una unidad de élite especializada en sustancias químicas del Servicio Federal de Seguridad (FSB, heredero del KGB soviético) viajó el pasado agosto a la ciudad siberiana de Tomsk, donde fue envenenado uno de los principales opositores del Kremlin, Alexéi Navalni, según una investigación del portal Bellingcat, con el que colaboran EL PAÍS, CNN, Der Spiegel y The Insider.
Al menos tres agentes del FSB se trasladaron en avión a la ciudad siberiana de Novosibirsk una semana antes del envenenamiento. Los of...
Una unidad de élite especializada en sustancias químicas del Servicio Federal de Seguridad (FSB, heredero del KGB soviético) viajó el pasado agosto a la ciudad siberiana de Tomsk, donde fue envenenado uno de los principales opositores del Kremlin, Alexéi Navalni, según una investigación del portal Bellingcat, con el que colaboran EL PAÍS, CNN, Der Spiegel y The Insider.
Al menos tres agentes del FSB se trasladaron en avión a la ciudad siberiana de Novosibirsk una semana antes del envenenamiento. Los oficiales de este grupo llegaron a Tomsk, donde se alojaba Navalni, el 19 de agosto, la víspera de la intoxicación. Y permanecieron tres días en esta ciudad siberiana, según sus billetes de avión y la ubicación de sus teléfonos móviles. Así lo muestra la investigación de Bellingcat a cuyos documentos ha tenido acceso este periódico.
Una conexión telefónica confirma, incluso, la proximidad de un agente del FSB al hotel Xander de Tomsk, donde se hospedó el activista anticorrupción y en cuya habitación sus colaboradores aseguraron haber hallado una botella de agua con restos del agente letal novichok. Desarrollado por la Unión Soviética en los años setenta y ochenta del siglo pasado, esta sustancia que ataca al sistema nervioso se utilizó en 2018 para tratar de liquidar al exespía ruso Serguéi Skripal y a su hija Yulia en Salisbury (Reino Unido).
El Kremlin siempre ha negado las acusaciones e, incluso, ha señalado a Navalni -que pasó 18 días en coma- de simular su intoxicación y de ser un agente de la CIA.
“Todo es verdad. Hubo un grupo del FSB con médicos y químicos que me siguió desde Moscú a Novosibirsk y, desde allí, a Tomsk, donde me envenenaron. Los agentes se quedaron en Tomsk tras aplicarme la sustancia. No tengo dudas de que fue así. Desconozco todavía los detalles sobre cómo me pusieron el agente nervioso”, explicó Navalni a EL PAÍS el viernes a través de una videoconferencia desde Alemania. El opositor fue hospitalizado en Berlín el pasado agosto tras las presiones diplomáticas para sacarle de la ciudad siberiana de Omsk, donde fue ingresado inicialmente.
Navalni no fue el único que estuvo cerca de los hombres del FSB. Uno de los oficiales de este servicio de seguridad llegó a coincidir el 13 de agosto en el Aeropuerto Internacional de Moscú-Domodédovo con Maria Pevchikh, investigadora anticorrupción que trabaja con el opositor, mientras esta se disponía a coger un vuelo rumbo a Novosibirsk, siempre según la investigación de Bellingcat, un portal que desveló la identidad de los agentes que participaron en el intento de asesinato del exespía ruso Serguéi Skripal y su hija en 2018 en el Reino Unido. Una revelación que fue confirmada por el Gobierno británico.
El rastreo telefónico muestra también cómo en la operación de seguimiento a Navalni en Tomsk participaron, al menos, ocho agentes adscritos al denominado Instituto de Criminalística, un organismo conocido también como NII o Unidad Militar 34435. Oficialmente, este grupo se dedica a luchar contra el crimen organizado y el terrorismo y sus orígenes conducen a 1977 y al antiguo KGB.
“Sabía que estaba bajo constante vigilancia. Pero ahora sé que un equipo de asesinos me siguió. Una unidad que viajaba un día antes a las ciudades donde iba […] y que tenía desde 2017 la orden de matarme”, asegura Navalni a este diario.
El seguimiento al disidente en Tomsk es el último de una serie que se remonta, al menos, a inicios de 2017. El activista, azote internacional de Putin, ha sido monitorizado por el FSB desde entonces en más de 30 vuelos en sus viajes fuera de Moscú. Los agentes han llegado incluso a viajar en los mismos aviones que el opositor, según centenares de registros telefónicos y posicionamientos.
“Me han estado siguiendo durante tres años y medio. Es evidente que la operación fue organizada por el director del FSB, Alexánder Bórtnikov, que actuó bajo las órdenes de Putin”, indica este activista anticorrupción, que explica así cómo funciona el letal agente tóxico: “La cantidad de novichok es crucial. Si no te ponen suficiente, sufres un dolor leve; si hay bastante, mueres; y si te ponen demasiado, falleces inmediatamente”.
Según el portal de investigación Bellingcat, el FSB dispone de una unidad secreta integrada por una decena de agentes con formación en medicina y toxicología. El grupo está especializado en armas químicas y biológicas. Situado en un laboratorio de la ciudad rusa de Korolev, las misiones de esta unidad están supervisadas por el coronel S. Makshakov. Un oficial que participó en un programa de armas químicas en la ciudad rusa de Shijani, donde –según reveló la CNN en una información que citaba como fuentes a funcionarios británicos- fue creado el novichok que se utilizó en la frustrada eliminación del exespía ruso Skripal y su hija en 2018. El coronel comunica su trabajo –según Bellingcat- al general K. Vaisiyev, director del Instituto de Criminalística del FSB e ingeniero químico de formación.
El tráfico de llamadas de los miembros de la opaca unidad recogido por Bellingcat muestra que el 12 de agosto tres agentes del FSB llamaron al coronel tras reservar sus vuelos a la ciudad siberiana de Novosibirsk, desde donde la siniestra comitiva partió rumbo a Tomsk. Los registros indican además cómo uno de los participantes en el seguimiento al opositor contactó después con el responsable de la unidad 34435.
“Si las autoridades rusas quieren investigar el caso, es bastante fácil. Todo lo que necesitan es el vídeo de las cámaras de seguridad del hotel, que fue confiscado junto a mi ropa, pero no hay una investigación penal [en Rusia]. Pasé 18 días en coma y la posición oficial de las autoridades rusas es que nadie me envenenó. Entonces ¿por qué estuve en coma? No lo saben”, dice el disidente.
A sus 44 años, Navalni entró en colapso el pasado 20 de agosto durante un vuelo Siberia-Moscú. Tras revolverse entre gritos en el avión, el opositor fue ingresado en un hospital de la ciudad siberiana de Omsk después del aterrizaje de emergencia de su avión. A raíz de fuertes presiones diplomáticas, este abogado fue trasladado a la clínica Charité de Berlín, donde permaneció 32 días. Un laboratorio militar alemán y varios análisis independientes desarrollados en centros de Francia y Suecia confirmaron posteriormente que la intoxicación del activista anticorrupción conducía a una sustancia del grupo Novichok. Una tesis que también avaló la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ).
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