Las correcciones europeas (la magia del 1,8)
El mecanismo de compra de deuda del BCE y el plan de gasto de la UE, ambos con valor de 1,8 billones de euros, simbolizan un sabio cambio de rumbo
Como parece sugerir la gran novela de Jonathan Franzen, las correcciones son un arte esencial de la vida. Acertar es ideal, pero no es propio de la naturaleza humana acertar todo a la primera. La virtud de reconocer errores y saber corregirlos es, posiblemente, la cualidad más imprescindible en el camino hacia lo mejor, hacia la elevación. La Unión Europea está demostrando síntomas esperanzadores en ese arte. Este jueves, dos decisiones adoptadas en el club europeo —curiosamente ambas vinculadas a ...
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Como parece sugerir la gran novela de Jonathan Franzen, las correcciones son un arte esencial de la vida. Acertar es ideal, pero no es propio de la naturaleza humana acertar todo a la primera. La virtud de reconocer errores y saber corregirlos es, posiblemente, la cualidad más imprescindible en el camino hacia lo mejor, hacia la elevación. La Unión Europea está demostrando síntomas esperanzadores en ese arte. Este jueves, dos decisiones adoptadas en el club europeo —curiosamente ambas vinculadas a la cifra 1,8— se yerguen como símbolos en ese sentido. El Banco Central Europeo (BCE) aprobó una ampliación temporal y cuantitativa (hasta 1,8 billones de euros) de su plan anticrisis de compra de deuda y, a la vez, los líderes de la UE dieron luz verde a los presupuestos para el próximo septenio y al fondo excepcional anticoronavirus (también por 1,8 billones en su conjunto).
Ambas cuestiones muestran un buen grado de comprensión de errores del pasado. Tras la crisis de 2008, la respuesta del BCE fue farragosa y tibia. Las resistencias internas del frente capitaneado por Berlín obstaculizaron una acción decidida. El famoso “whatever it takes” de Mario Draghi fue pronunciado en 2012 después de agotadores pulsos políticos/monetarios. Esta vez, en la crisis pandémica, la institución de Fráncfort ha actuado con una rapidez y decisión que, sin duda, evita daños mayores. Puede considerarse que el BCE tendría o tendrá que hacer más aún, pero debe reconocerse el giro copernicano de actitud.
En el frente político, el cambio también es notable. La crisis que empezó en 2008 recibió como respuesta políticas de austeridad; condicionalidad rígida; tremenda lentitud de acción. En la actual, puede observarse política expansiva, cierta agilidad —teniendo en cuenta las dificultades intrínsecas de una organización con 27 Estados miembros— y sin imponer recetas de arriba abajo. La Comisión señala áreas de reformas pero sin apretar en los contenidos; el tabú del endeudamiento común ha volado por los aires; los vetos se van superando en semanas en vez de meses.
Hay más. A principio de mes, los miembros de la Eurozona aprobaron una reforma que consolida el Mecanismo Europeo de Estabilidad y adelantaron dos años, a 2022, la puesta en marcha de una red de seguridad para abordar resoluciones bancarias. Faltan cosas pero la unión bancaria, uno de los eslabones más sensibles del edificio común, también se mueve.
Por supuesto, nada de todo esto es impecable y abundan aspectos criticables. Muchas son las áreas en la que no se logran avances deseables. Por supuesto la UE sale malherida de 2020, perdiendo mucho terreno con respecto a China y también con respecto a EE UU en términos de PIB. Pero los análisis funerarios una vez más estaban un poco fuera de lugar.
La inspiradora saga de los Lambert retratada en Las correcciones termina con Enid, madre de la familia, decidida a hacer cambios en su vida a los 75. Es la última frase de la novela. La voluntad y capacidad de corregir es la clave. Nunca es tarde.