Tony Blair: “Si Johnson quiere tener una buena relación con Biden, deberá trabajársela”
El ex primer ministro británico recuerda que el presidente electo de EE UU es un firme partidario de la UE y no habría apoyado el Brexit
Tony Blair (Edimburgo, 67 años) conoce de primera mano las consecuencias de alinearse en exceso con un presidente de EE UU impopular. El ex primer ministro lo hizo con George W. Bush, igual que Boris Johnson forjó una relación especial con Donald Trump. Desde la ventaja de observar desde fuera la política, es capaz de señalar cómo, del mismo modo que a él le unían más cosas con el demócrata Bill Clinton que con su suc...
Tony Blair (Edimburgo, 67 años) conoce de primera mano las consecuencias de alinearse en exceso con un presidente de EE UU impopular. El ex primer ministro lo hizo con George W. Bush, igual que Boris Johnson forjó una relación especial con Donald Trump. Desde la ventaja de observar desde fuera la política, es capaz de señalar cómo, del mismo modo que a él le unían más cosas con el demócrata Bill Clinton que con su sucesor republicano, Johnson tiene más puntos en común con el hombre que va a ocupar la Casa Blanca que con el que se resiste a abandonarla. Pero va a tener que esforzarse en enmendar errores y asumir con humildad que la prioridad para la nueva Administración estadounidense será la Unión Europea. Blair conversó este miércoles con un grupo de corresponsales de diarios extranjeros entre los que estaba EL PAÍS. En muchas de sus respuestas da por asumido que el tándem Biden-Harris gobernará de modo conjunto, y que la vicepresidenta será relevante.
Pregunta. ¿En qué va a cambiar la política internacional de EE UU con la llegada de Joe Biden?
Respuesta. No tengo la menor duda de que el equipo de Biden y Kamala Harris resituará a Estados Unidos en la senda del multilateralismo. Querrá revitalizar la alianza transatlántica y desarrollar una política internacional más estable y previsible.
P. El Gobierno de Johnson estaba inquieto por no empezar con buen pie sus relaciones con el presidente electo. Ha hecho mucho ruido con el hecho de que su conversación telefónica fuera la primera con un líder europeo.
R. Con esa llamada, Biden simplemente ha seguido la tradición. Es lo que suelen hacer los nuevos presidentes de Estados Unidos. No tiene más sentido que el de seguir un precedente. Por supuesto que Biden querrá preservar la relación especial entre Washington y Londres, pero su interés fundamental será el de forjar unas relaciones transatlánticas fuertes. Sobre todo con Alemania y Francia. Le conozco desde hace años y es un firme defensor de esa política. Y un gran defensor de la UE, por cierto, que nunca habría apoyado el Brexit. Johnson y él pueden tener una buena relación, pero el primer ministro del Reino Unido va a tener que trabajársela.
P. ¿Para dejar atrás los últimos años con Trump?
R. En realidad, todo su apoyo al Brexit fue más anecdótico que relevante. Y el sistema institucional británico sigue siendo muy eficaz. Debería aprovechar una nueva situación que le beneficia. Johnson también es partidario del multilateralismo, y lo ha demostrado con su respaldo a la Organización Mundial de la Salud o a la Organización Mundial del Comercio. Hay dos asuntos urgentes, como la lucha contra el cambio climático o la respuesta global a la pandemia, en los que ambos Gobiernos pueden encontrar puntos de unión.
P. Pero primero deberá resolver el conflicto creado con la Ley del Mercado Interior del Reino Unido [que viola los compromisos adquiridos por Londres en su acuerdo de retirada de la UE y pone en riesgo la paz en Irlanda del Norte], que irritó mucho a Biden.
R. Nunca me gustó esa ley, y ahora que la Cámara de los Lores la ha frenado en segunda lectura, el Gobierno debería utilizar esta oportunidad para revisar el asunto. Tienen que tomárselo muy en serio. Biden es un apasionado defensor del proceso de paz en Irlanda del Norte. No va a querer nada que lo ponga en peligro. Yo parto de la presunción de que el Reino Unido acabará cerrando un acuerdo comercial con la UE y que esa ley se desvanecerá. Pero si no ocurre así será un problema muy serio. No será algo que resulte indiferente al presidente electo de Estados Unidos.
P. ¿Puede influir una nueva Administración en EE UU en las posibilidades de que se alcance finalmente un acuerdo del Brexit antes de acabar este año?
R. Más bien creo que las posibilidades de que se alcance, que ahora mismo sitúo en un 75%, tienen que ver con las consecuencias mismas de un no acuerdo, no tanto con Estados Unidos. Simplemente, es un asunto en el que el Gobierno de Johnson debe tener mucho cuidado. No creo que las empresas británicas estén preparadas para un Brexit salvaje, y nos encarrilaríamos hacia un grave problema económico.
P. ¿El triunfo de Biden es la derrota del populismo?
R. No creo que haya desaparecido. Han sido unas elecciones extraordinarias en unas circunstancias extraordinarias. En una situación más normal, no está claro cuál habría sido el resultado. La política progresista debe hacer aún mucho autoanálisis, porque no creo que nos hayamos deshecho del populismo.
P. ¿Por qué?
R. Porque el problema de los partidos progresistas se resume en que los radicales no son sensatos y los sensatos no son radicales. Y el resultado final son unos políticos con capacidad para ser elegidos, pero que se limitan a gestionar el status quo o unos políticos con una agenda radical que nunca resultarán elegidos. A mi entender, la solución pasa por construir una agenda de política económica fuerte que sepa sacar ventaja a cambios actuales como la revolución tecnológica. Y buscar a la vez el terreno de concordia en los asuntos culturales que dividen a la sociedad. Es en este último terreno donde la izquierda corre el riesgo de salirse de la partitura.