Asesinado en la sauna con una ballesta: el misterioso crimen del rey de las salchichas ruso

La muerte de Vladímir Marugov ha abierto la puerta a una trama novelesca de fraude, robos, secuestros y delitos de sangre en Moscú

El empresario Vladímir Marugov.

Ya era noche cerrada el lunes cuando los asaltantes se adentraron en el jardín de la casa de campo en la que descansaba el empresario Vladímir Marugov. Se escondieron y esperaron a que el magnate de la carne y su novia Sabina Gazíeva pasaran a la banya. Allí, en la caseta de madera que alberga la típica sauna rusa, ataron a la pareja y empezaron a torturar al hombre. Le exigían dinero. Con los gritos y el forcejeo, Gazíeva aprovechó para escapar y alertar a las autoridades, según el relato de la investigación. Cuando la poli...

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Ya era noche cerrada el lunes cuando los asaltantes se adentraron en el jardín de la casa de campo en la que descansaba el empresario Vladímir Marugov. Se escondieron y esperaron a que el magnate de la carne y su novia Sabina Gazíeva pasaran a la banya. Allí, en la caseta de madera que alberga la típica sauna rusa, ataron a la pareja y empezaron a torturar al hombre. Le exigían dinero. Con los gritos y el forcejeo, Gazíeva aprovechó para escapar y alertar a las autoridades, según el relato de la investigación. Cuando la policía llegó a la dacha, a unos 50 kilómetros de Moscú, Marugov, de 54 años, conocido como el rey de las salchichas ruso, estaba muerto. Le habían disparado con una ballesta.

Un escabroso crimen que para muchos rusos tiene ecos de los turbulentos años noventa, cuando los robos, secuestros e incluso asesinatos eran moneda corriente en Rusia. Con la hipótesis principal de un intento de robo al empresario, la policía desplegó una búsqueda que terminó por localizar el coche que usaron los asaltantes el martes. Dentro, la ballesta.

La compra de esa arma silenciosa y cuya adquisición no necesita muchos trámites ha conducido a los investigadores al principal sospechoso: un hombre de 49 años natural de Kazajistán a quien varios medios rusos han identificado como Alexandr Mavridi. Su arresto ha abierto la puerta a una historia todavía más oscura de robos, fraudes, secuestros y asesinatos.

En el registro del apartamento que Mavridi tenía alquilado en un barrio del oeste de Moscú la policía localizó a un hombre de 65 años esposado a la cama. Aquel tipo, que relató que el sospechoso le tenía retenido y le estaba extorsionando para que le cediese la titularidad de su lujoso apartamento en la capital rusa, es Alexey Zavgorodniy, un conocido abogado que en su época defendió, entre otros, al notorio hacker ruso Dima Smely o a Alexander Solonik, uno de los sicarios más sonoros de los noventa. Con estrechos vínculos con la mafia rusa, Solonik, con decenas de crímenes a sus espaldas, fue asesinado en 1997 por otro sicario en Grecia, donde había terminado después de huir, por tercera vez, de la cárcel en Rusia.

Un vuelco que añade todavía más misterio al caso del rey de las salchichas y que ha encendido las alarmas entre algunos analistas, que ven en la trama novelesca un síntoma de que tras una etapa de gran estabilidad, puede avecinarse otra época de delitos violentos. Una idea alimentada también por la muerte hace dos semanas de otro empresario, Alexandr Petrov, que tenía que testificar en un caso de fraude. El magnate inmobiliario, padre del piloto ruso de Fórmula 1 Vitaly Petrov y diputado municipal, fue asesinado por un francotirador en su lujosa casa de Vyborg, cerca de la frontera con Finlandia, cuando salía de su banya para sumergirse en el río.

El reputado criminólogo Igor Matskevich, habla más bien de otra oleada, o un pico relacionado con los ciclos económico. Pero mucho menor que en los noventa, puntualiza. “El hecho de que muchos de los condenados en los años noventa empiecen ahora a salir de prisión también puede ser un factor más. No solo criminales por robos o asesinatos, también salen quienes se vieron entre rejas a causa de sus competidores y que ahora están muy ofendidos con sus antiguos socios. Muchos han aprendido a mirar la vida con filosofía pero también hay quienes mantienen estrechas conexiones con el mundo criminal”, señala Matskevich, presidente de la Unión de Criminólogos de Rusia, que cree que el crimen del rey de las salchichas está relacionado con sus negocios.

El empresario Vladímir Marugov fue asesinado en la casa de campo de su padrastro (en la imagen), en Anosino, un pueblo residencial a 50 kilómetros de Moscú.M. R. S.

Los asaltantes tenían poco que rascar a Marugov, que lo había perdido casi todo y estaba ahogado en deudas. El empresario había creado un pequeño emporio con su procesadora El paraíso de la carne, y sus fábricas de embutidos eran conocidas en todo el país. Aquello le valió el sobrenombre de rey de las salchichas. Pero no duró mucho. Tras años de apuestas fallidas, pérdidas, severas disputas comerciales y familiares, sus empresas estaban oficialmente en bancarrota. El empresario dejó un rastro de cinco millones de dólares en deudas a sus acreedores, según fuentes de la familia. Aunque personas de su círculo empresarial aseguran que aún le quedaban unos pocos activos, sobre todo inmuebles, y que se había afanado con la ingeniería financiera para traspasarlos a su madre y su padrastro.

El rey de las salchichas no era conocido en exceso por el gran público en su faceta como empresario, sino más bien por una trifulca pública con su exesposa, la conocida poeta Tatiana Marugova, con la que tenía un hijo y de la que se separó de buenas. La pareja se repartió las empresas y Marugova y el hijo de ambos se quedaron una de las casas que había sido de la familia. Un par de años más tarde, el rey de las salchichas les reclamó todos los bienes. Los rayos y truenos de aquel conflicto se airearon en algunos de los platós que beben de los chismes que generan pequeños oligarcas y famosos de todo tipo. Hace un año, tras el fallecimiento de su hijo en un accidente de moto en Moscú, Marugova insinuó en uno de esos programas que el empresario les había amenazado y la muerte podía no ser un accidente. El escándalo fue mayúsculo.

Y aunque la tesis principal sigue siendo el robo, ese caso vuelve a resonar ahora. Marugova, conocía al sospechoso del asesinato de su exesposo, según ha reconocido su abogado a la agencia estatal Tass, que asegura que el arrestado hizo un “arreglo técnico en su casa” pero que no tenían relación. La poetisa, que en las redes sociales ha pedido oraciones por el alma del magnate de la carne, ha sido interrogada por la policía, pero no se la considera sospechosa.

En el coqueto pueblito residencial donde se produjo el crimen, no se ve un alma. En el supermercado del pueblo, la cajera, de unos 50 años, comenta que no conocían a Marugov, que la familia no se pasa por la tienda; también que en el pueblo nunca había ocurrido nada similar. “Lo máximo robos, sobre todo en las tiendas”, dice.

En las calles de Anosino se intercalan las típicas dachas rusas modernizadas con casonas de estilo inglés. Entre pinos y tras una valla metálica está la casa del padrastro de Marugov y la banya donde el lunes fue asesinado el empresario, mientras su hijo de cinco años, su madre y el marido de esta se encontraban en la casa principal. Las cámaras colocadas en la cerca no funcionaban. La alarma estaba apagada y tampoco hay vigilancia por detrás de la propiedad por donde pudieron haber entrado los asesinos, según el Comité de Investigación ruso. Los asesinos, creen los investigadores, habían preparado el terreno y planificado detenidamente el asalto.

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